En el pueblo remoto de San Antonio, un lugar aislado, llueve durante días sin descanso, como si el diluvio fuera a sepultar el pueblo; y cuando por fin escampa, aparece varado en una isleta del río un viejo carromato de aspecto extraño. Los habitantes del pueblo se inquietan ante esa aparición inexplicable; especulan quiénes pueden ser los que lo ocupen y con qué intenciones están allí; tienen miedo y se preparan para defenderse de cualquiera que salga de ese carromato, sea invasor, bandido o demonio.
"Lo más destacado de ella es que muestra a un autor con un estilo propio, que maneja una prosa precisa, que atiende a los detalles, a la exactitud de los nombres y al matiz de los adjetivos"
El fabuloso zoológico ambulante es su primera novela. En ella crea un microcosmos, el pueblo de San Antonio, un lugar arcaico, anclado en el tiempo, con su barbería, el casino como lugar de reuniones, una fonda que nadie ha utilizado jamás, el mago y curandero Simón, que es el encargado de manejar las supersticiones de la gente, el cura autodidacta Pedrosegundo, el hombre rico, Fenellosa, y la alcaldesa Justa Betanzos, que trata de poner un poco de orden y de razón en medio del barullo. Estas gentes componen un muestrario de personajes de opereta, predispuestos a visiones apocalípticas y a imágenes que imitan las fórmulas literarias del realismo mágico: “pensaron muchos que durante la primera tormenta que se adelantó al otoño se abrieron las puertas del infierno y aquel carromato inmenso se había plantado allí, surgiendo de las tinieblas, desafiando las leyes de la naturaleza, rebosante de demonios que esperaban salir para tragarse a todos los habitantes del pueblo de San Antonio”.
"La historia que protagonizan está tratada con un punto de humor y muestra la doble cara que tiene siempre la realidad: cómo es y cómo la percibimos"
El fabuloso zoológico ambulante emplea los recursos propios de la novela corta. Lo más destacado de ella es que muestra a un autor con un estilo propio, que maneja una prosa precisa, que atiende a los detalles, a la exactitud de los nombres y al matiz de los adjetivos. Las descripciones contribuyen a crear el ambiente de ópera bufa de la historia. Cuando los lugareños de San Antonio cruzan el páramo para descubrir el extraño carromato, desde la distancia forman una hilera de “gorros cónicos, bombines, chisteras, plumas, cofias y cascos de bombero, como un hormigueo de tocados variopintos”. Y cuando se visten de soldados, dispuestos a defenderse de los invasores, su apariencia es de un pequeño ejército armado con los retales de la historia: con bayonetas, con turbantes al estilo sarraceno, zapadores, alabarderos y gente pertrechada con horcas y antorchas.
Estas descripciones y las escenas que desarrolla dan a la novela un tono carnavalesco y de fábula. El autor ha creado un mundo peculiar, en el que contrasta las fantasmagorías delirantes de los personajes con una realidad mucho más mostrenca. Donde ven señales de apocalipsis que anuncian el fin del mundo, la realidad es en realidad trivial y cotidiana. Ese contraste refleja un mundo y unos personajes que son al mismo tiempo disparatados y entrañables. La historia que protagonizan está tratada con un punto de humor y muestra la doble cara que tiene siempre la realidad: cómo es y cómo la percibimos. San Antonio es un lugar perdido, encerrado entre un río, un bosque y un acantilado. Sus gentes están condenadas a la soledad. La aparición en sus lindes del extraño carromato significa para ellos el miedo a lo desconocido y el recelo que nos inspira aquello que es diferente.
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Autor: Ramón Alcaraz García. Título: El fabuloso zoológico ambulante. Editorial: Velasco. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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