La anécdota con la que hoy dan comienzo las Romanzas quizá la conozcan, pues la refleja Aristóteles, ni más ni menos, en su Política, allá por el libro I. El debate sobre si la filosofía es o no productiva no es nuevo; de hecho, ya revoloteaba alrededor de la figura de Tales de Mileto, fundador de la primera escuela griega de filosofía. Leo en mi ejemplar de Gredos cómo Aristóteles se refiere al asunto. Al parecer, Tales era criticado por lo inútil que resultaba su amor por la sabiduría. Labradores y ganaderos le reprochaban la poca productividad que ofrecía esa escuela recientemente fundada, adonde iban los jóvenes a pasear y a mirar el cielo. Pero, tras varios años de crisis en la producción de aceituna de la comarca, Tales analizó los astros y percibió que se avecinaba un verano de grandes cosechas. Compró los molinos a precio de saldo, y en verano los mismos agricultores que antes lo criticaban ahora se arrastraban para arrendar una de sus máquinas.
No sé cuánto hay de fábula en esta anécdota que nos hizo llegar Aristóteles, pero en cualquier caso refleja bien el carácter beneficioso de la formación humanística. O, mejor dicho, refleja el carácter accesorio de la productividad frente al verdadero poder de la cultura. Esta semana hemos conocido el nuevo currículo que estudiarán los alumnos de la Educación Secundaria, es decir, el plan de estudios al que habrán de agarrarse los jóvenes en esa edad donde todo cobra sentido o deja de cobrarlo. Y, por supuesto, es un plan nefasto, por cuanto ahonda en la herida que las Humanidades llevan décadas viendo supurar. De hecho, éstas entran de lleno en eso que el gobierno intenta potenciar: una mayor optatividad. Es decir, que los chicos elijan si quieren o no una formación potente en Historia, Filosofía, Literatura y Lengua, en lugar de construir sobre ellas la verdadera formación de un joven. A cambio, puede desecharlas para estudiar Digitalización u Orientación Profesional. Es como elegir, para la base intelectual de un crío, entre las competencias de Tales o las de los jornaleros, sin entender que la excelencia de los segundos se potencia edificándola sobre el sustrato de ideas del primero.
No le echen un vistazo al BOE del día 30 si no quieren echarse a llorar. Porque lo peor no es que los alumnos no tengan acceso a las humanidades, que de alguna manera podrían tenerlo, es que estas quedan arrinconadas en espacios opacos, condenadas a ser exhibidas a la misma altura que Economía y Emprendimiento, por poner sólo un ejemplo, como asignaturas en el Barrio Rojo de Ámsterdam. Ya he dicho alguna vez en esta misma tribuna que sólo queda la formación hogareña, es decir, proveer al muchacho de las lecturas, de, qué sé yo, de los dilemas humanos, de las explicaciones filosóficas, de las anécdotas históricas, de Aristóteles o de lo que fuere dentro de los muros del ambiente familiar. Por cierto, no achaquen este ocaso a un gobierno concreto: cada ley es peor que la previa, porque cada ley se adapta más a las necesidades de un sistema que canibaliza las Humanidades como elemento vertebrador. Es un trabajo de años. Así que, ahora que en la materia de Historia se propone organizar el programa, si así se desea, de manera transversal en lugar de con la cronología clásica, como si se pudiera explicar un fenómeno histórico sin su base, les diré un hecho que sí responde a una cronología clara: la destrucción del saber humanístico.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: