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La cosa y el nombre de la cosa - David Bowman - Zenda
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La cosa y el nombre de la cosa

Nadie puede imaginar la ilusión y la sorpresa que su amable respuesta despertaron en mi ánimo. Ilusión por causa de la respuesta en sí misma. Sorpresa por sostener, nada más entrar en harina, que no ya el mero suceso del “enamoramiento”, sino que hasta el amor mismo “es un invento de la literatura”. Más aún,...

Admirado Eslava:

Nadie puede imaginar la ilusión y la sorpresa que su amable respuesta despertaron en mi ánimo. Ilusión por causa de la respuesta en sí misma. Sorpresa por sostener, nada más entrar en harina, que no ya el mero suceso del “enamoramiento”, sino que hasta el amor mismo “es un invento de la literatura”. Más aún, un invento que data con precisión del siglo VII a. C.

Antes de esa fecha la gente no amaba, cabe concluir, así que juzgue mi sorpresa.

No sin encomendar mi alma a Nuestra Señora, la Virgen de Hontanares, me voy a permitir matizar. A saber: que Safo descubriera el amor, lo describiera según su gusto y afición y hasta lo nombrara no significa necesariamente que se lo inventara.

Digo yo.

"Hasta el “amor propiamente dicho” se queda al final en otra invención literaria, en cuatrocientas páginas más de literatura en torno al amor"

Una cosa sería “inventar”, otra “descubrir” y otra distinta, “mencionar” y hasta “nombrar”, que es lo que hace la literatura: señalar y poner nombre a lo que, pese a existir, no lo tiene. Vamos, que el hecho de nombrar lo que sea no lo crea. A no ser, claro, que sea uno El Creador por antonomasia, ese cuyo Nombre no debe ser usado en vano, qué le voy a contar, “en el Principio era la Palabra” y todo eso.

Lo más probable, pues, es que el tal amor, se llamara como se llamase, ya estuviese ahí cuando Safo reparó en él, como América lo estaría antes de Colón, y Plutón antes de que el astrónomo Tombaugh certificara su existencia lejos del Sol y, en un rasgo de ingenio, le pusiera el nombre del Señor de las Tinieblas.

O sea, Plutón. Con “ele” intercalada, que nadie se llame a engaño.

Fran Perea y Luz Valdenebro fueron don Juan y dona Inés en Alcalá en 2018. Foto de Ricardo Espinosa Ibeas

El Tenorio en tiempos de pandemia. Maykol Hernández y Adriana Ubani en un ensayo del Don Juan que se representó al aire libre en Las Palmas de Gran Canaria la noche del pasado 31 de octubre. Foto de Arcadio Sua.

Incluso usted, aunque tal vez sin darse cuenta, diferencia entre el artefacto literario del amor y el “amor propiamente dicho”, así lo llama. Hace años le consagrara usted al tal su divertido y desmitificador Homo erectus, que cita por extenso en su respuesta. Y hay motivos: con ese libro introdujo usted en la literatura amatoria el arsenal de endorfinas, testosteronas y demás guarrerías científicas que dan pábulo al “amor propiamente dicho”, entidad bien distinta del “impropiamente dicho amor” que habría inventado Safo, la muy frívola, hace veintisiete siglos. Pasa una cosa: que siguiendo su curiosa línea argumental de usted, hasta el “amor propiamente dicho” se queda al final en otra invención literaria, en cuatrocientas páginas más de literatura en torno al amor, un poco más no importa, cada cual ve las cosas como le parece aunque no las mejore ni las cambie ni las altere. Ni mucho menos las invente.

"¿Puede usted imaginar al don Juan “de verdad”, el de Zorrilla, hablando de endorfinas? ¡Se extinguiría la especie!"

Siguen siendo las mismas. Las que ya eran. Y todo lo demás, puntos de vista, que es lo verdaderamente importante: la mirada. Reconozca que la que usted pone sobre este asunto, si lúcida, divertida y no poco cínica, es escasamente útil. O pruebe a decirle al objeto de su interés amatorio que “el roce de su piel, señorita (o señorito, o lo que sea) genera en mí endorfinas de extraordinaria calidad”.

La literatura ha de ser útil. ¿Puede usted imaginar al don Juan “de verdad”, el de Zorrilla, hablando de endorfinas? ¡Se extinguiría la especie! Que, por otra parte, tampoco me parece mal. Alguna utilidad habría de tener la precisa (y frígida) verdad científica.

Con esto me despido y, sin más consideraciones, le hago llegar el testimonio de mi respeto como vasallo devoto y también una invitación cordial a gritar con los irredentos fans de los rosalianos amores toliños “viva el amor” impropia o propiamente dicho. A estas alturas ¿qué más dará ya?

Su atto. y s.s. Q.B.S.P.

DB

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David Bowman

Autor de una novela, Juana La Maliciosa, y de otra en fase de preparación que, Dios mediante, se titulará Libre, David Bowman es, sobre todo, un personaje de las novelas que él mismo escribe. Nacido en Edimburgo hace ya una porción de años, aunque ni él mismo sabe cuántos, ejerce de profesor en la Cahill University. El astronauta de su mismo nombre, desparecido en el espacio en 2001, era primo suyo.

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Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Uno de mis escritores favoritos. Excelente. Habrá que leer este nuevo libro de la serie. Sugestiva y original forma de escribir que engancha.

Respecto a las revoluciones, realmente me parece que está poco atendida la revolución inglesa del XVII y la época de Cromwell. Creo que es la base de todo lo posterior y el nacimiento del capitalismo moderno con ese puritanismo tan influyente. A ver si se anima don Juan y escribe sobre ello.

Incluso como hilo conductor, se puede ir más atrás hasta el Renacimiento, Florencia y Venecia como origen de las repúblicas modernas.

Por ello, no estoy del todo de acuerdo con que somos hijos de la R.F. creo que somos hijos de la Ilustración, nietos de las revoluciones americana e inglesa y viznietos del Renacimiento.

Saludos a este escritor ejemplar. Solo por los tantísimos momentos leyendo su extensa y varisda obra, merece ya gran elogio.

Borja
Borja
1 año hace

Interesante entrevista. Considero empero que el entusiasmo del Sr. Eslava por la revolución francesa es excesivo. Los hechos revelaron -y revelan- el caos en el que se encontraron los revolucionarios durante grandes períodos de tiempo de esa década y la subsiguiente deriva orate, violenta, sectaria y brutal que adquirieron algunos de sus dirigentes, como Robespierre. Sobre todo ello el autor guarda silencio, pero esos hechos confirmaron -y confirman- lo profundamente extraviados que estaban los «ilustrados». Matanzas como la de la Vendée, el expolio y las masacres antisemitas -toda una tradición en Francia-, así como las de otros «ciudadanos» inocentes, de las que tampoco el Sr. Eslava menciona una sola cosa, corroboraron -y corroboran- que la revolución fue, en realidad, desastrosa. Las loas a la Ilustración son también desmedidas por parte del Sr. Eslava, en mi opinión. No se debería olvidar, por ejemplo, que tanto la Enciclopedia como en general la propia Ilustración eran -y son- completamente hispanófobas y situaron a España en el habitual modo negrolegendario, ahistórico, mendaz y canallesco, por lo mentiroso, que padecemos los españoles aún hoy día. Occidente, por cierto, creo yo, no se forjó en la revolución francesa, una verdadera orgía de sangre y de terror, sino en Grecia y en Roma. No en vano filósofos como Adorno aseguran que la Ilustración dio inicio en la antigua Atenas. Y no, ciertamente, en París.

JManuel
JManuel
1 año hace

Qué cantidad de sandeces históricas dice este señor escritor de libros «digestivos». Los tópicos ya superados de la mediocre y progre historiografía académica resumidos en Eslava Galán.
Napoleón, un genocida y destructor de patrimonios nacionales, es un redentor, según él entrevistador y entrevistado.
La Revolución francesa lo que deja es sangre y la masacre de La Vendée. La Revolución americana es la que inspira a los verdaderos ilustrados,como Tocqueville y Bastiat.
No nos falten al respeto a los lectores, por favor.

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