Kim Sherwood: «James Bond puede evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos»

El giro que ha dado la autora a la saga ha consistido en «socializar» el protagonismo de la serie, ahora «más coral», distribuido entre tres héroes «más inclusivos y multiculturales»: Johanna Harwood, 003, de origen franco-argelino, Joseph Dryden, 004, de origen jamaicano, sordo de un oído y primer agente abiertamente homosexual, y Sid Bashir, 009, que pertenece a una minoría étnica, mientras 007, que se encuentra desaparecido, sólo es evocado por sus jefes y compañeros de sección.

En una entrevista con EFE, Sherwood (Camden, Reino Unido, 1989) ha reconocido que «la sombra de Fleming es alargada, porque su personaje está muy arraigado en la cultura popular» y como fan de la conocida serie de espías, tanto en los libros como en sus películas, su propósito fue «honrar a Fleming y ver dónde su estilo y el mío compartían ADN y dar una visión más fresca».

Cree Sherwood que «el contexto es la clave, porque Fleming hablaba desde los años 50, cuando el gran peligro para Occidente era el comunismo», mientras que ella lo hace desde la época contemporánea, pero «está demostrado que Bond como símbolo de Gran Bretaña es susceptible de evolucionar; el de Pierce Brosnan nada tiene que ver con el de Sean Connery».

En Doble o nada (Roca), primera novela de la trilogía que escribirá Sherwood, Bond está desaparecido tras haber sido amenazado por fuerzas con ansias de venganza en un mundo que se debate entre el colapso climático y las convulsiones geopolíticas del siglo XXI.

Si Bond había sido un campo dominado por hombres y, en las películas, con grandes dosis de sexismo, en esta entrega además de una nueva agente, Sherwood ha dado un «ascenso» a la eterna Miss Moneypenny, que «ahora es la jefa de la sección Doble 0».

Sherwood quería «un personaje femenino heroico», pues cuando era pequeña y jugaba, «siempre quería ser 007, quería rescatar, no ser rescatada».

Aparte de las instrucciones de la familia Fleming, que querían incorporar a un nuevo elenco de agentes, la autora se inspiró en los propios anuncios del MI6 británico, que «busca a personas con trasfondos distintos, que hablen diferentes idiomas y que no necesariamente han de ser blancos ni educados en Eton».

Reconoce Sherwood que al escribir la saga «es inevitable no tener presentes las películas, porque el propio Fleming ya era muy visual e influyó en las versiones cinematográficas de sus novelas, y éstas en mi estilo, con lo cual el círculo se cierra».

La guerra en Ucrania, los misiles de Corea del Norte o los globos de China marcan una actualidad que, a su juicio, hace que «el género de espías sea más atractivo, y por eso la popularidad del género en la Guerra Fría, puesto que ante una realidad de países enfrentados sin rostro, Bond proporcionaba una escala humana que podía resultar reconfortante«.

No piensa Sherwood que se deban reescribir las novelas de Bond para adaptarlas a nuestros tiempos, porque «si reescribimos la historia corremos el riesgo de no aprender del pasado».

No falta un villano antagonista, en este caso sir Bertram Paradise, quien afirma que puede revertir el cambio climático mediante la siembra de nubes, «un personaje que surgió durante el confinamiento» cuando comenzó a escribir esta primera novela, que «bien podría ser uno de los actuales multimillonarios tecnológicos».

«La crisis climática me parece una realidad terrible que hace sufrir a mucha gente mientras una minoría se beneficia de ello, como pasó también en la pandemia», apunta la autora.

En su interés por aportar aire fresco a la saga, Sherwood ha apartado de la historia a 007, que es mencionado por los nuevos agentes protagonistas, que han tenido relación con él, y por los recuerdos de Moneypenny.

La acción se desarrolla en multitud de escenarios, desde Oriente Próximo a Londres, y con un protagonismo esencial para Barcelona en el capítulo 13, «un escenario icónico que tiene una arquitectura y un perfil reconocible, a pesar de que paradójicamente Fleming detestaba el modernismo».

Admite Sherwood que la aparición de la saga de Jason Bourne fue «revolucionaria» e influyó decisivamente en la serie de 007: «Nada tienen que ver Muere otro día con la siguiente, Casino Royale, en la que aparece un Bond más musculoso, con una acción más frenética, pero también es cierto que Bourne, Jack Ryan o Misión Imposible se vieron a su vez influenciadas por la saga de Bond».

Otro aportación de la serie Bourne, añade, fue «mostrar Europa como escenario lleno de sombras y peligrosa».

Cuando escribió Doble o nada no podía evitar poner cara a sus personajes: «Para las escenas de acción pensaba en Daniel Craig, también me inspiraban los andares de pantera de Sean Connery y para la seducción el referente era Brosnan».

Escribir una trilogía le permitirá «explorar arcos temporales largos de los personajes», tiene una hoja de ruta clara para esas tres novelas pero todo puede cambiar con la evolución del mundo: «Al Bond de Timothy Dalton de los años 80, en plena crisis del Sida, en el que no había escenas de sexo, le siguió el de Brosnan en los 90, que fue todo lo contrario».

Sherwood no renuncia a sus libros más personales, y tras su debut, Testament, inspirada en la vida de sus abuelos, uno de ellos superviviente del Holocausto, acaba de publicar en el Reino Unido «Una relación salvaje y autentica», una novela histórica sobre una mujer dedicada al contrabando».