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Juan Eslava Galán: "Somos hijos de la Revolución Francesa" - Zenda
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Juan Eslava Galán: «Somos hijos de la Revolución Francesa»

Juan Eslava Galán publica un nuevo libro de su serie Historia para escépticos, esta vez sobre la Revolución Francesa: La Revolución Francesa contada para escépticos (Editorial Planeta). Es un libro con calidad de escritura que persigue el mayor rigor histórico. En 450 páginas aproximadamente consigue contar este gran episodio y que el lector lo comprenda...

Juan Eslava Galán publica un nuevo libro de su serie Historia para escépticos, esta vez sobre la Revolución Francesa: La Revolución Francesa contada para escépticos (Editorial Planeta). Es un libro con calidad de escritura, que persigue el mayor rigor histórico. En 450 páginas aproximadamente consigue contar este gran episodio y que el lector lo comprenda bien, algo en absoluto fácil.

En un hotel de Madrid tuve la oportunidad de entrevistar al escritor sobre su libro.

******

—¿Por qué eligió este tema?

—Es un tema central. Muchas veces pienso que debería haber empezado por aquí la Historia para escépticos, porque si hay un momento de la Historia que más haya determinado lo que es el presente de Occidente, sin duda alguna es la Revolución Francesa.

—¿Qué le fue más difícil, documentarse o escribir el libro?

"He procurado no sólo reflejar los grandes hechos sino la repercusión en la gente menuda, que es muy importante en este capítulo de la Historia"

—La documentación es compleja, porque son diez años en los que ocurren muchísimas cosas, difíciles de meter después en un libro que no debe pasar de las 300 o 400 páginas. Pero la documentación es muy compleja por la abundancia, y yo no sólo me he centrado en la tradicional, que hay muchos estudios del siglo XIX sobre la Revolución Francesa, sino en la moderna. He encontrado en los archivos franceses el relato que se publicó entonces del primero que asaltó la Bastilla, un relojero. He procurado no sólo reflejar los grandes hechos sino la repercusión en la gente menuda, que es muy importante en este capítulo de la Historia.

—Llama la atención lo que cuenta al principio del volcán en Islandia.

—Sí, fíjese cómo una causa natural puede, indirectamente, provocar una revolución. El volcán provocó hambrunas en toda Europa, y en España hubo un germen de revolución, que fueron las rebeliones contra el ministro Esquilache, de Carlos III. Eso fue un germen de revolución, que no cuajó. Y efectivamente, por un lado las hambrunas que provoca el volcán, que arruina un poco la agricultura, y el pueblo se alimenta de trigo, por otra parte la deuda francesa, porque Francia había incurrido en una deuda tremenda para ayudar a los rebeldes americanos unos años antes. Es una combinación de cosas lo que lleva a la Revolución Francesa.

—De hecho, al leer el libro me acordaba de la independencia americana, y me parecía que ese tema le iba mucho para hacer otro libro. ¿Puede ser?

—Sí, y probablemente dentro de no sé cuánto tiempo yo quiero complementar el libro que hice sobre la conquista de América con otro libro sobre la Historia de América desde la Conquista, o sea, desde la Independencia, siglos XIX y XX. Creo que es apasionante, tanto Norteamérica como Sudamérica.

—Otro libro que leyendo éste pensaba que le iba mucho es una obra sobre la Guerra de la Independencia Española.

—La Guerra de la Independencia es un tema que considero que está muy trillado ya; como que no me ha apetecido nunca hacerlo. Porque hay muy buenos estudios sobre la Guerra de la Independencia, y no me ha llamado la atención.

—Me gusta mucho en este libro cómo mezcla lo narrativo con lo ensayístico, algo que ha hecho antes pero que en este libro lo hace ya abiertamente.

"Son diez años desde el estallido de la Revolución y la llegada de Napoleón Bonaparte. En ese tiempo ocurren tantas cosas y tan contradictorias que necesariamente necesitaba un hilo conductor"

—Sí, por lo que es la clave de un libro, cuando ocurren tantas cosas. Son diez años desde el estallido de la Revolución y la llegada de Napoleón Bonaparte. En ese tiempo ocurren tantas cosas y tan contradictorias que necesariamente necesitaba un hilo conductor, y el hilo conductor son esos personajes que me he inventado y a los que les van ocurriendo cosas. Personajes españoles que están ahí. Por eso he suplementado la información con la narración.

—De hecho, el libro está al borde de la Historia novelada, ¿verdad?

—Yo creo que tiene más de Historia que de novela. Pero efectivamente, en algunos pasajes se puede decir que hay Historia novelada.

—Siempre respetando los hechos históricos.

—Sí, para mí eso es primordial. Respetar los hechos históricos, y cuando el hecho es dudoso ponerlo como dudoso. Y cuando es un hecho controvertido explicar la opinión del autor, que soy yo, pero también la opinión contraria, para que el lector se haga una idea.

—Otro aspecto que me llama la atención del libro, y quizá sea un detalle de poca importancia, es que es más breve que otros libros suyos, otros de la misma serie, que los recientes, por ejemplo. Este libro está más contenido.

"Yo quería que todo fuera muy denso y muy condensado, para que el lector, al final del libro, tenga una idea clara, sin despistes"

—Sí, quizá está más contenido como una atención al lector, porque si meto detalles que fueron importantes en la Revolución Francesa, pero pueden no ser importantes en el libro, el lector puede despistarse. Entonces yo quería que todo fuera muy denso y muy condensado, para que el lector, al final del libro, tenga una idea clara, sin despistes por los temas adláteres.

—Yo creo que esto beneficia al libro, mucho.

—Sí, yo lo que intento ante todo es que el lector común, la persona culta interesada en un tema, se entere bien del tema. Para eso me tengo que enterar yo previamente, y escoger los elementos que voy a darle al lector para su juicio. Y ahí está lo difícil.

—Mi impresión también es que muchos tenemos la curiosidad grande de la Revolución Francesa, porque sabemos lo importante que es, pero que la conocemos muy poco. Y este libro viene a satisfacer esa demanda.

"La Revolución se siente amenazada por el enemigo exterior, que tiene grandes ejércitos de mercenarios y que pueden invadir Francia"

—Conocemos las líneas generales; ya sabemos que había un Antiguo Régimen y que la Revolución acabó con el Nuevo Régimen. Conocemos la historia del Terror, con la guillotina y todo eso, pero no sabemos, y yo creo que ésta es una idea central del libro, por qué ocurren los hechos revolucionarios, y sobre todo por qué ocurre el Terror. Por qué se mata a tanta gente. Entonces hay que verlo en un contexto, y el contexto es el siguiente: ha triunfado la Revolución en Francia pero las monarquías europeas que rodean Francia están dispuestas a acabar con la Revolución, porque el contagio es evidente: se pueden contagiar los países respectivos. La Revolución se siente amenazada por el enemigo exterior, que tiene grandes ejércitos de mercenarios y que pueden invadir Francia. Entonces, como se sienten amenazados por el enemigo exterior, tienen que acabar primero con el enemigo interior, que son los monárquicos y la nobleza; por eso ocurren tantos guillotinamientos y tantos desastres, y hay miniguerras civiles en Francia, etc. El contexto general hay que verlo así: una amenaza constante.

—Otra cosa que llama la atención, no ya en el libro sino en la Historia, es cómo acaban con los reyes y luego se meten en Napoleón.

—Sí, es curioso. A lo largo de toda la Revolución están intentando buscar un sistema. Se sabe que hay un sistema parlamentario, la cámara, la llamen como la llamen, pero alguien tiene que encarnar el gobierno, y no tienen claro quién va a encarnar el gobierno. Por eso llega un momento en que inventan que sean cinco, el Directorio, cinco personas, para que estén contrapesadas. Pero como ni siquiera eso funciona, finalmente tienen que dejarlo todo en manos de una persona excepcional, que fue Napoleón. Si no hubiese surgido Napoleón en ese momento, a lo mejor habría ido por otra parte el discurso de Francia, de su Historia, pero surge esa persona excepcional. Contradictoria, porque encarna los ideales de la Revolución y exporta los ideales de la Revolución, que al fin y al cabo son los de la Ilustración, el Código Napoleónico, que es el que nos ha informado a todos, Occidente, hasta nuestros días. Pero sin embargo, por otra parte es un tirano que invade los países, que coloca aquí al hermano… Es muy contradictorio. Aunque es una gran figura. Y no hay que olvidar que encarna los ideales de la Revolución; no es un monárquico al uso.

—Es una persona muy culta.

—Tiene cultura, tiene inteligencia… y lo que está haciendo es que triunfen los ideales de la Revolución, aunque sea imponiéndolos.

—Y ése es el final de su libro, cuando llega Napoléon.

—Claro, cuando llega Napoléon. Napoléon acaba con todo. Después vendrá la reacción monárquica, que todos sabemos cómo fue; en este país fue desastrosa. Y luego vendrán las sucesivas revoluciones que va a haber en Francia y en otros países, rematando ya con la Revolución Rusa.

—En el libro pone muy bien al Rey, a Luis XVI.

"Luis XVI era un hombre bienintencionado, pero corto de luces, y que se vio de pronto agitado en un mundo que no acababa de entender"

—Era un hombre bienintencionado, pero corto de luces, y que se vio de pronto agitado en un mundo que no acababa de entender. Él había sido educado como rey, en el sentido de que “tú eres rey por designación divina”, y nunca abjuró de eso. Pero con su mejor voluntad dijo: “Bueno, pues si nos podemos llevar bien todos, yo también me hago ciudadano, ciudadano rey”. Se puso la escarapela… en fin, fue un hombre que intentó llevarse bien con todo el mundo. Pero al final, obviamente, cuando intenta huir a Varennes y lo capturan, y sobre todo cuando descubren el cofre secreto donde tenían los documentos que probaban que estaba en connivencia con los emigrées, con las otras monarquías que querían asaltar Francia, entonces, claro, lo lógico es que lo decapitan por traición. Traición a la República, a Francia, a la Revolución. Tiene su lógica.

—Llama mucho la atención lo que tiene que pasar en un país como Francia para que acaben ejecutando a sus reyes, y además en un acto público. No los matan en una reyerta.

—Hay que verlo desde el punto de vista de los propios revolucionarios. El rey hemos quedado en que es un ciudadano más: el ciudadano rey, el ciudadano Capeto. Entonces ellos simplemente ejecutan por traición al ciudadano Capeto. Hay que verlo en esa perspectiva. Ha empezado siendo rey, con todas las prerrogativas de rey, pero después de la Revolución es simplemente un ciudadano que podía tener el puesto de rey dentro de la ciudadanía, como ahora hay democracias que sin embargo tienen un rey a la cabeza. Pero él la traiciona, intenta huir, está en connivencia con el enemigo. Lo ejecutan por traidor.

—La Revolución Francesa es fundamental en nuestro mundo. Las democracias vienen de ahí, ¿verdad?

"En el Islam no ha habido Ilustración. El Islam sigue confundiendo religión y el estado"

—Occidente no se entiende sin la Revolución Francesa. Hay  una cosa clara: el siglo XVIII, la Ilustración, es la madre de la Revolución Francesa, en realidad, y la Ilustración es el momento en que en Occidente, en el Occidente cristiano, si queremos decirlo así, se decanta, se separa, delito de pecado. Hasta entonces ha estado unido, ha habido Inquisición, se llame así o se llame de otra manera, en todos los países de la cristiandad. Pero en el siglo XVIII la Ilustración separa delito de pecado. El pecado será una cosa particular religiosa, y el Estado sólo castiga los delitos, no los pecados. Ése es el gran fundamento de la evolución de Occidente, por medio también de la Revolución Francesa, que acaba con el Antiguo Régimen de la gente privilegiada. Pero por ejemplo en el Islam no ha habido Ilustración. El Islam sigue confundiendo religión y el estado. En mayor o menor medida, pero en todos los países islámicos se confunde lo uno con lo otro. Y ésa es una de las causas de que los países islámicos no evolucionen, no puedan progresar.

—¿Y esos países cómo podrían dar ese salto?

—El primer salto sería sencillamente declarando que la religión no es el estado, la religión pertenece al ámbito privado. Pero entre ellos la religión pertenece al ámbito público. Lo tiñen todo de religión.

—Una pregunta un poco más general quizá, atendiendo al título de su serie histórica. ¿Para usted qué es un escéptico?

—Escéptico es el que no admite de entrada las cosas porque estén escritas, porque tengan el prestigio de la obra impresa. Yo intento que la gente piense por sí. Por eso yo en mis libros no hago como el historiador común, que dictamina y pontifica. Yo en el libro le digo lo que pienso honradamente de un tema, pero también le digo lo que piensan otros del tema, porque a lo mejor usted no tiene por qué estar de acuerdo conmigo. Ése es el escéptico, el que cuestiona.

—O sea, que es mucho más que una ironía; verdaderamente es un elogio para el lector.

"La Historia no es inamovible; los hechos históricos lo son, pero la interpretación que hacemos de ellos varía según las personas"

—Es una manera de enfocar la Historia. La Historia no es inamovible; los hechos históricos lo son, pero la interpretación que hacemos de ellos varía según las personas. Entonces yo quiero que el lector inteligente al que yo me dirijo conozca los hechos y las interpretaciones, que no tienen por qué estar de acuerdo con la que yo hago.

—¿Esta serie la hace más, mucho más, porque le gusta que por motivos comerciales, por ejemplo?

—Sí, porque me gusta, porque a mí en esta edad en la que estoy entrando lo que me gusta es aprender. Yo antes de hacer este libro tenía una idea, por supuesto; soy doctor en Historia y tenía una idea de lo que es la Revolución Francesa. Pero meterme en un libro significa abrumarme de lecturas sobre la Revolución Francesa, y eso te da una perspectiva nueva, pero al mismo tiempo te hace aprender, y a mí me gusta más aprender que enseñar. Es decir, yo aprendo para enseñar, pero sobre todo aprendo. Entonces, me encanta coger un tema y profundizar en él; y luego, obviamente, le doy al lector mis conclusiones.

—También se advierte mucho el gusto del escritor, la técnica del escritor.

—Sí, yo no oculto mi persona, me dirijo directamente al lector. Yo sé que eso no es lo que está más de moda. Eso estuvo de moda en el siglo XIX. Al lector lo considero un amigo, un amigo al que en un principio no le pongo cara pero al que le voy a comunicar el resultado de mis lecturas, de mis indagaciones.

—Y ya estará pensando en el siguiente, o trabajando en él.

—No, tengo tres o cuatro proyectos. Uno es un proyecto de novela. También pienso que podría hacer una recopilación de cuentos; tengo muchos dispersos que he publicado a lo largo de mi vida, y no estaría mal juntarlos en un volumen. Me lo tengo que pensar.

—Volviendo al tema, para ir terminando, ¿usted qué piensa de la Revolución Francesa, personalmente?

"La francesa es germen de otras revoluciones. Es fundamental"

—Tengo un pensamiento muy positivo. Fue como un parto, el parto de la modernidad occidental. En todos los partos hay dolor y hay sangre, y éste fue un parto que tuvo dolor y sangre, por las circunstancias. Pero nosotros somos hijos de la Revolución Francesa. Tenga en cuenta que antes de la Revolución Francesa, si no pertenecías al estamento nobiliario no tenías posibilidad de progresar en la vida. No había ascensor social. La Revolución Francesa posibilita el ascensor social, en todos los países de la cristiandad donde triunfan revoluciones, sea la francesa u otras. La francesa es germen de otras revoluciones. Es fundamental.

—Dice por ejemplo que se parece mucho a la rusa, de la que ha escrito un libro también.

—Sí, efectivamente. Distinto, porque Rusia es muy distinta, pero efectivamente hay un parecido, y es que hay una aristocracia en Rusia que es absolutamente abusiva y tiene todos los privilegios, y luego hay un pueblo que está a la altura de los animales. Lo que ocurre es que ésa es también una revolución fallida, porque lo que hicieron fue sustituir después a la aristocracia que suprimieron por otra aristocracia del partido comunista. Ésa fue una revolución fallida si la comparamos con la francesa.

—¿Se puede decir que la Revolución Francesa es la madre de las revoluciones?

—Sí, sin duda alguna, de las revoluciones occidentales. Todas se inspiran en ella. La declaración de los derechos humanos que surge de la Revolución Francesa es el decálogo que inspira todas las democracias occidentales.

—Dice que más del noventa por ciento de la población sostenía al resto: nobles, clérigos…

"Los que se benefician realmente de la Revolución Francesa son los pertenecientes a la burguesía, que ya puede acceder a los puestos de gobierno, del ejército"

—La nobleza no pagaba impuestos, ni el alto clero. Dentro de la Iglesia había también alto clero y bajo clero. Esa gente no pagaba impuestos, vivía en la superabundancia, simplemente por derecho divino, porque el rey y la aristocracia eran de derecho divino, y sin embargo el pueblo no tenía derecho ninguno. Pero la incipiente burguesía, los intelectuales, abogados, médicos… como proceden del pueblo tampoco tienen derechos, y éstos son los beneficiarios de la Revolución Francesa. Porque el pueblo sigue siendo el pueblo ignorante. Los que se benefician realmente de la Revolución Francesa son los pertenecientes a la burguesía, que ya puede acceder a los puestos de gobierno, del ejército… que antes no podía.

—Aparece en su libro que cuando ya estaba avanzado el proceso muchos franceses se indignaban, porque veían que seguían sin comer.

—Claro, el pueblo. El pueblo decía: “Hemos hecho la Revolución, ¿y ahora qué? Seguimos teniendo hambre”. Al pueblo tardaría mucho más en beneficiarlo la Revolución Francesa. Así de mano benefició a la burguesía, que era la inspiradora. La burguesía viene ya de antes; son los ilustrados, sencillamente.

—¿Y qué ocurre en España para que esto no se produzca?

"Los intelectuales españoles son todos ilustrados y cuando Napoleón invade España se clasifican como afrancesados y tienen que salir todos por pies"

—En un principio, si se fija, no se reproduce la Revolución Francesa en ninguna parte. Con el tiempo irán aboliéndose los derechos feudales, que al fin y al cabo constituyen el Antiguo Régimen. Entonces en España en un principio no, sobre todo los intelectuales españoles son todos ilustrados, y cuando Napoleón invade España se clasifican como afrancesados y tienen que salir todos por pies. Y entonces viene una época, que es la de Fernando VII, una época antirrevolucionaria y carca, donde muchos de los avances que ha habido durante la Ilustración se pierden, por la invasión francesa.

—La Revolución Francesa, como refleja en el libro, tiene una gran importancia en el campo de las ideas, de la cultura, del periodismo.

—Piense usted: la Enciclopedia. La Enciclopedia lo cambia todo, absolutamente todo. En Occidente, la Enciclopedia, y no sólo la Enciclopedia, la Ilustración, actúa en Occidente como una especie de levadura, levadura que hace fermentar la masa. Y la masa es la civilización occidental en la que ahora vivimos. Si la comparamos con el resto del mundo, estamos mucho más adelantados.

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Eduardo Martínez Rico

Nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 por la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró en Filología, por la misma Universidad, en 2002. Es autor de 17 libros publicados, de novela, biografía y ensayo. Entre sus obras se pueden citar las novelas históricas Cid Campeador y Fernando el Católico. El destino del rey, su ensayo La guerra de las galaxias. El mito renovado y su biografía Pedro J. Tinta en las venas. Ha sido profesor del Instituto de Empresa y de la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid (Literatura Española).

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