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Jon Fosse, entre la misa y el alcohol - Zenda
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Jon Fosse, entre la misa y el alcohol

Un aspecto destacable del libro ha sido alcanzar la profundidad del ánimo vital del protagonista, Johannes, sin ahondar en los pormenores de su vida. Sabemos que fue pescador, como su padre, su mujer falleció (Erna), su mejor amigo también (Peter), aunque se relaciona con ellos, tuvo siete hijos y una de ellas vive cerca (Signe),...

El libro Mañana y tarde del reciente premio Nobel de Literatura Jon Fosse, publicado por Nórdica Libros / De Conatus y traducido por Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun, posee la voz de los estados de conciencia previos al sueño. El estilo es hipnótico, leerlo ha sido entrar en una especie de tiovivo o carrusel de feria, pero sin luces ni decorados.

Un aspecto destacable del libro ha sido alcanzar la profundidad del ánimo vital del protagonista, Johannes, sin ahondar en los pormenores de su vida. Sabemos que fue pescador, como su padre, su mujer falleció (Erna), su mejor amigo también (Peter), aunque se relaciona con ellos, tuvo siete hijos y una de ellas vive cerca (Signe), sale a pescar cangrejos, pero el señuelo no se hunde, poco más. Desconfiamos de la voz del protagonista porque no sabemos si habita con los vivos, entre los muertos o se encuentra en una especie de purgatorio narrativo repleto de conjunciones copulativas, como si hubiesen quedado pendientes muchas compañías por amar en su sencillez:

y se para y mira hacia su casa que está ahí donde ha estado siempre, y ya no es de noche sino que hay luz y él está solo y Erna ya no está, ha desaparecido, y hay que ver qué cosas se imagina, piensa Johannes, que es de noche, y que Erna sale a recibirlo, y que, bueno, lo que sea, piensa Johannes, y ahora tendrá que pasarse un momento por su casa y luego tendrá que subir a casa de Peter para cortarle el pelo como antaño, piensa Johannes, y va hasta la casa y empuja la puerta para que se abra y entra y qué gusto da volver a casa, piensa, siempre que sale con el barco le da gusto volver a casa, piensa Johannes, y va derecho a la cocina y allí, ante la mesa, sentada en su silla de siempre, estará Erna

"Todo transcurre como el paso de la mañana a la tarde de un día, en menos de cien páginas, donde el lector avanza embelesado e inseguro entre las neblinas del pasado, el presente y el futuro"

Su prosa minimalista nos recuerda que la vida se presenta como un misterio sin histrionismos ni pretensiones. A menudo sucede, cuando se escribe, que el lenguaje oscurece la relación entre la vivencia y el ánimo, a su vez, el pensamiento puede convertirse en un atragantamiento de lo real; como si sortease estas dificultades, Fosse trabaja el lenguaje para alcanzar la honestidad del monólogo interior que insiste y persiste solo en aquello que es amado.

No hay nada aparentemente sofisticado en su escritura, tampoco hay una imagen o una de esas frases que se engarzan poderosamente contra el olvido. No encontramos un párrafo o un ornamento que nos seduzca. El material narrativo está crudo, sin embargo todo el libro te arrastra como una corriente marina que te sumerge en el estado de conciencia de Johannes, desde los instantes previos de su nacimiento hasta los momentos posteriores de su muerte. Todo transcurre como el paso de la mañana a la tarde de un día, en menos de cien páginas, donde el lector avanza embelesado e inseguro entre las neblinas del pasado, el presente y el futuro.

"Leer a Fosse es participar de esa experiencia de extrañamiento donde se fusionan los horizontes que separan el mundo exterior y el mundo de los pensamientos"

Mañana y tarde tiene algo de embotamiento narrativo, porque no hay tabiques que dividan claramente dónde empieza la vida y la muerte, el mundo exterior y el interior, el ayer o el futuro inmediato. Su escritura fluye sin acotaciones, tiene algo del magnetismo de las voces de Faulkner, pero también de la desorientación existencial de Beckett.

En una entrevista, Fosse afirmó que fue alcohólico y al dejar la bebida, se convirtió al catolicismo. Ambas experiencias tienen algo en común con la escritura: cuando se sale de misa, de una borrachera o de la escritura sentimos que hemos tropezado con una versión familiar y extraña de nosotros mismos, pero aletargada; una suerte de despersonalización donde algo nos ha conducido. Leer a Fosse es participar de esa experiencia de extrañamiento donde se fusionan los horizontes que separan el mundo exterior y el mundo de los pensamientos.

"El ejercicio de la despedida atraviesa necesariamente la inevitable soledad metafísica a la que estamos condenados: solos con nuestros pensamientos, tal es nuestro consuelo"

Leemos ráfagas reiterativas, entrelazamientos temporales, imágenes dispersas, similares a las que nos asaltan antes de caer en la dulce muerte del sueño. Lo llamativo de la obra es el logro de introducirte en el ánimo de una vida de la que carecemos de detalles. La simplicidad es brutal y te succiona como esas voces de altavoz de furgoneta que anuncian el tapizado de sillas, sillones, tresillos, butacas, mecedoras, descalzadoras, toda clase de muebles, pero sin el entusiasmo del vendedor que se busca la vida. Suena en su obra algo que nos recuerda a Lorca, aunque la distancia entre el noruego y el español sea ancha, Fosse ha reconocido la fascinación por el poeta granadino del que ha adaptado alguna de sus obras.

Mañana y tarde puede leerse como un libro en el que el protagonista intenta desacostumbrarse a la vida. El ejercicio de la despedida atraviesa necesariamente la inevitable soledad metafísica a la que estamos condenados: solos con nuestros pensamientos, tal es nuestro consuelo.

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Autor: Jon Fosse. Título: Mañana y tarde. Traducción: Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun. Editorial: Nórdica y DeConatus. Venta: Todos tus libros.

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Sergio Antoranz

Sergio Antoranz es Doctor Mención Internacional Cum Laude en Filosofía. Es editor y autor de diversos libros sobre Filosofía Contemporánea, Estética y Literatura.

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Marie
Marie
10 meses hace

Qué fácil es criticar por eso los críticos solo hablan y no producen nada. Al menos Jon Fosse propone una forma de ver la literatura… en fin. Cada crítico ve lo que le da la gana.

José Luis Trejo
José Luis Trejo
10 meses hace

Evidentemente estamos ante una precaria situación donde los autores se vuelven simples, digeribles y desechables estoy del todo de acuerdo con lo comentado aqui pues estamos cayendo en un abismo sin precedentes y al enfrentarnos a eso los que escribimos tenemos la obligación de rescatar el verdadero arte de la literatura por medio del buen uso de las herramientas que está rama de la filosofía y la psicología propone por los andares de la historia misma, autores asi como lo mencionan aquí solo nos demuestran la pereza, la carencia el aburrimiento y la cruda falta de pasión por escribir…gracias por demostrar con argumentos que aún existen pensantes que pueden salvar el mundo….

Antonio kaimen
Antonio kaimen
10 meses hace
Responder a  José Luis Trejo

Cuando todo lo tenemos a mano, nos parecemos a los glotones: estamos tan satisfechos que nos relajamos y queremos echarnos una siesta. Si lo tenemos todo, y más aún la SEGURIDAD, empieza la pereza a corroer la imaginación e incluso el alma misma. Nos embotamos. No hay nada por lo que luchar…

Walter
Walter
10 meses hace

He estado leyendo a Fosse. Su mas reciente libro «Blancura» me pareció entretenido, enigmático pero provocador a pesar de sus continuos «obstinatos». Ahora me he aventurado a leer «Melancolia» y créanme que he luchado por no dormirme. Me temo que el autor de esta crítica literaria tiene razón.

Última edición 10 meses hace por Walter
Hernan
Hernan
10 meses hace

Estoy leyendo su novela “Septologia” y la encuentro fascinante. A veces difícil y reiterativa, otra veces poética y enigmática. No se hacia donde va, pero me absorbe su ritmo, su mantra espiritual del pensamiento íntimo de un alma humana, mezclando historias del otro y del yo. A mi me atrae. No lo he leído en Teatro, me lo imagino muy árido. Los ejemplos publicados son difíciles de juzgar fuera de la obra. Casi que la ridiculizan. No está bueno.

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