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Joaquín Ochoa Palenzuela: "En latín se puede expresar todo" - Zenda
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Joaquín Ochoa Palenzuela: «En latín se puede expresar todo»

En 1992 publicó, a través del CEP (Centro del Profesorado) de Baza, El vocabulario básico en la enseñanza del latín, y en septiembre de 2002, en el IV Congreso Andaluz de Estudios Clásicos, presentó la ponencia “El Principito como recurso didáctico en las clases de latín”. En 2015 se jubiló, y parte de su tiempo...

Joaquín Ochoa Palenzuela (Guadix, Granada, 1951) fue profesor de latín en centros de Enseñanza Secundaria durante muchos años. Impartió clases durante 40 años: en el Instituto José de Mora de Baza (Granada) durante 37 años y en el Instituto Jiménez de la Espada, en Cartagena (Murcia), durante tres.

En 1992 publicó, a través del CEP (Centro del Profesorado) de Baza, El vocabulario básico en la enseñanza del latín, y en septiembre de 2002, en el IV Congreso Andaluz de Estudios Clásicos, presentó la ponencia “El Principito como recurso didáctico en las clases de latín”.

En 2015 se jubiló, y parte de su tiempo lo ha dedicado a la traducción de El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, al latín, con vistas a que sirva como instrumento en la enseñanza de esta lengua. El libro traducido al latín se titula De Paruulo Principe liber, y lo ha publicado Ediciones Clásicas en su colección Bibliotheca Latina.

Sobre su traducción, sobre el latín y la cultura latina —también grecolatina— y sobre la educación en nuestro país trata esta entrevista con el profesor Joaquín Ochoa Palenzuela.

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—¿Qué significa el latín para usted?

—El latín es la lengua que hablaban los habitantes del Lacio. Es la lengua de Roma. Con la expansión del poder de Roma, tanto en la época republicana como en la imperial, se va extendiendo por todos los territorios que ocupan. El latín es la lengua transmisora del saber antiguo. Hasta hace relativamente poco tiempo era la lengua culta por excelencia. Hasta el siglo XVIII era la lengua más común en la que se imprimían los libros más importantes.

—¿Qué destacaría sobre Roma y el latín?

—Cabe resaltar que Roma, en su expansión, es permeable a otras culturas y religiones, especialmente a la griega y es el saber grecolatino lo que nos lega. Este saber es la base de la cultura occidental. El latín es, pues, una lengua universal, es como una mirada retrospectiva tanto a nuestra lengua como a nuestra cultura. Para mí ha supuesto un disfrute enseñar esta lengua, con todo lo que supone, durante toda mi vida laboral.

—¿Cómo se le ocurrió traducir El principito al latín, precisamente El principito?

"Es uno de los libros más leídos y traducidos a otras muchas lenguas, ¿por qué no intentarlo con el latín?"

—Los profesores, en general, durante el periodo vacacional le estamos dando vueltas a nuestras materias y preparamos materiales para el nuevo curso. A veces se trabaja con ejercicios muy repetidos y pensé que iba a bajar, por un momento, a César del caballo y preparar algunos ejercicios distintos. Así fue como una tarde de verano, buscando algo nuevo para las clases del siguiente curso, cogí el libro que estaban leyendo mis hijas y se me ocurrió sacar de él algunos ejercicios de retroversión y, tras unos días de trabajo, decidí comenzar con la traducción.

—¿Cree que hacía falta traducirlo al latín?

—Dado que es uno de los libros más leídos y traducidos a otras muchas lenguas, ¿por qué no intentarlo con el latín?

—¿Por qué?

—Abundando en lo anteriormente expuesto, si queremos hacer ver que el latín no es una lengua muerta y enterrada, como quieren hacer ver muchos, sino que está presente en otras muchas, especialmente en la nuestra, es un motivo importante para traducirlo. El principito es una obra que ha gustado y gusta a lectores de todas las edades y que cada vez que la lees te brinda la oportunidad de descubrir algo nuevo. No es que haya que traducirlo todo, pero sí atreverse con algunas cosas. De hecho, tenemos Astérix, La familia de Pascual Duarte, Harry Potter, Caperucita Roja, Fabulae Syrae, las revistas Adulescens y Iuvenis, etc, etc.

—¿A quiénes va dirigida esta traducción?

—Va dirigida, especialmente, a los alumnos, de ahí el vocabulario y notas para facilitar la comprensión del texto, y, lógicamente, a los amantes del latín, así como a todos aquellos que en un futuro puedan tener interés por esta lengua.

—¿Qué objetivos se propuso al encarar esta traducción?

"He procurado que fuese un texto asequible, un latín no demasiado complicado, simplificando estructuras"

—Partiendo de la idea que me empujó a ello, que era meramente didáctica, y por lo que decidí incluir un vocabulario y notas, he procurado que fuese un texto asequible, un latín no demasiado complicado, simplificando estructuras. Aunque, como digo en la introducción, para evitar repeticiones he buscado la variatio. El latín es muy rico en léxico y estructuras, por lo que he buscado expresar de todas las formas posibles algunas de ellas, como es el caso de las proposiciones causales o finales, y así facilitar su aprendizaje a los alumnos.

—¿Cuáles fueron las dificultades más importantes a las que se tuvo que enfrentar?

—Al ser una obra moderna la mayor dificultad ha sido el vocabulario. En algún que otro momento nos hemos visto obligados a crear un neologismo. Otra, y no pequeña, ha sido el escoger la forma y estructura más adecuada y precisa en cada momento. Cuando hablamos puedes emplear varias formas, sinónimos, etc. pero cuando traduces sólo puedes poner una, te has de decidir por una de entre las posibles opciones.

—¿Qué le llama la atención especialmente de El principito?

—Lo que más me ha llamado la atención es su sencillez y, a la vez, la profundidad que tiene. Los valores que transmite. Es un libro de al menos dos lecturas: una cuando eres un niño, en la que ves un cuento que te puede gustar más o menos, que nos ofrece aventuras en otros planetas, amistades inusuales, donde, como en las fábulas, los animales hablan, poniendo de manifiesto la imaginación infantil; y otra ya mayor, adulto, en la que comienzas a sacarle jugo al texto y a sus reflexiones, sobre la naturaleza humana, la amistad, el niño que todos hemos sido, etc.

—A menudo se alude a este libro como una obra maestra. ¿Lo es para usted?

—Independientemente de catalogarlo o no como tal, lo cierto es que es una obra universal, muy leída y comentada, de la que se han hecho innumerables citas y referencias.

—¿Por qué sería una obra maestra?

—Es muy difícil catalogar una obra como maestra, al menos yo no me atrevo. Es muy subjetivo.

—Parece un libro, una historia, que viene de ninguna parte. ¿Qué cree que le rondaba a su autor, Antoine de Saint-Exupéry, al escribirlo?

"Hay quien lo considera como una alegoría de su propia vida, de sus incertidumbres y la búsqueda de su paz interior"

—En el libro plasma la historia que crea a partir de sus propias experiencias. Hay quien lo considera como una alegoría de su propia vida, de sus incertidumbres y la búsqueda de su paz interior. También una alusión a la relación con su esposa Consuelo, pues encontramos en el libro reflexiones íntimas y autobiográficas. Entre otras el accidente, la flor, el sentido del amor y la amistad, recuerdos de su infancia. Todo esto, que da lugar a múltiples interpretaciones, es lo que tal vez haga tan especial este libro. Su sencillez y a la vez su sentido metafórico.

—El principito, el libro, parece hablar un lenguaje universal, lo que explicaría su éxito. ¿Está de acuerdo?

—Por supuesto, es muy íntimo. Presenta la dicotomía de las dos etapas de la vida que más nos representan, la infancia y la edad adulta. La sencillez, la simpleza y transparencia de los niños frente a la complejidad del mundo desde el punto de vista de los adultos. Ésta llega a la incomprensión por parte de los niños. “Las personas mayores son muy extrañas”. “Hablas como una persona mayor”. “No sé ver corderos en una caja a través de unos agujeros”. “Creo que estoy envejeciendo”. Esto es lo que ha hecho posible la trascendencia de la obra, convirtiéndose en un libro muy apreciado y valorado.

—El latín también es un lenguaje universal. ¿Cree que le sienta bien a El principito estar traducido al latín, contar su historia en latín?

—Creo que sí. En un principio era una herramienta más de trabajo para mis clases, para hacerles ver a los alumnos que en latín se puede expresar todo. Que no es una lengua muerta y sepultada. Que está viva y, de forma muy especial, en nuestra propia lengua. De hecho, además de ser la lengua oficial del Vaticano, existen muchas, societates y circuli que emplean el latín para comunicarse entre sí. Emisoras de radio con programas en esta lengua, incluso un periódico digital, Ephemeris Nuntii Latini.

—De hecho, esta traducción viene a poner de manifiesto la actualidad del latín, la validez del latín en el mundo de hoy. ¿Está de acuerdo?

"La enseñanza de una lengua hay que hacerla relacionándola con otras de su entorno"

—Sin lugar a dudas. A lo ya expuesto anteriormente hay que añadir que la enseñanza de una lengua hay que hacerla relacionándola con otras de su entorno. Al igual que el latín, que es una lengua indoeuropea y está muy relacionada con otras de este tipo —el español, por ejemplo, que es una lengua romance—, está muy relacionada con otras de su mismo origen, y cuyo tronco común es el latín. En muchas ocasiones relacionamos el léxico entre distintas lenguas y su origen latino, pero es que, además de éste, tenemos estructuras y construcciones que perviven en español, francés, italiano, etc., como puede ser, entre otras, la flexión verbal o las construcciones absolutas del participio.

—Fue muy buena idea añadir las notas y el glosario final. ¿Podría explicar un poco por qué los puso?

—Al leer un libro actual en una lengua como el latín, y habituado a los autores clásicos, cuesta trabajo, si no estás acostumbrado al por así llamarlo “latín actual”, comprender el texto. De ahí que al final haya un vocabulario. Asimismo, para favorecer la comprensión del texto sin tener que recurrir una y otra vez al final del libro, hemos incluido notas a pie de página referentes tanto al vocabulario como a giros. El objetivo ha sido que el alumno pueda, a la vez, aprender y disfrutar del libro sin verse bloqueado durante la lectura. Tal vez muchos recuerden los libros de “Textos clásicos anotados” de la editorial Gredos.

—¿Abrigaba este proyecto desde hace mucho, o fue algo más bien reciente?

—Más bien surgió de forma casi espontánea hace ya unos años, pues preparando material para el curso próximo, pensando en nuevas ideas para hacer más cercano el latín a los alumnos, comencé a sacar fragmentos para trabajarlos en clase. Siempre he estado buscando en diversos libros de texto los ejercicios más apropiados para apoyar las explicaciones en clase y que les llegasen mejor a los alumnos. Pienso que es muy importante y útil que cada profesor se prepare su propio material de clase; es quien mejor conoce a los alumnos y esa experiencia te orienta bastante para saber en qué aspectos hay que incidir o qué les puede interesar más.

—¿Qué se puede hacer para defender el latín, y por extensión las Humanidades?

"No llego a entender por qué en países como Alemania, cuya lengua no es romance, el latín es una materia obligatoria para alumnos de ciencias y letras, y en cambio, aquí está postergado"

—Para empezar, tanto para defender el latín como las humanidades, es imprescindible que tanto el uno como las otras tengan mayor presencia en los planes de estudio. Da la impresión, a veces, que quienes elaboran dichos planes son peor que el caballo de Atila para las Clásicas y las Humanidades. No llego a entender por qué en países como Alemania, cuya lengua no es romance, el latín es una materia obligatoria para alumnos de ciencias y letras, y en cambio, aquí, que sí tenemos una lengua romance, está postergado, por no decir perseguido.

—¿Qué diría aquí en defensa del griego y del latín?

—El griego y el latín han sido los transmisores del saber de la antigüedad, que es la base de la cultura occidental. No se puede entender sin ellos la filosofía, el arte, la literatura, las diversas formas de gobierno, etc. El latín pervive en otras muchas lenguas: español, francés, italiano, portugués, inglés, alemán, etc. Basta echar una ojeada al léxico y estructuras morfosintácticas de cualquiera de estos idiomas.

—¿Qué añadiría sobre este tema?

—Se podría hablar también de la presencia del latín y griego en la terminología tanto médica como farmacéutica o científica. No se entiende que los estudiantes de Filología no lo vean en mayor profundidad. Tanto las lenguas clásicas como las Humanidades en general han de tener una mayor presencia en los curricula de bachillerato y universidad.

—¿Cree que en España vivimos una crisis en la educación?

—Sí, desde hace años vamos a menos. Cada vez que se ha llevado a cabo una reforma ha sido a peor. La prueba está en que todos los colectivos docentes se quejan. No existe el consenso en Educación.

—¿Por qué?

—Pues porque la Educación hay que verla en su conjunto. Estamos formando a personas, y en un futuro serán éstos los profesionales que desempeñen las diversas ocupaciones y profesiones. La burocratización en la docencia, en todas las etapas, es excesiva. Así no se puede trabajar. Los profesores están desbordados con tanto papeleo.

—¿Qué propondría usted sobre el papel de los padres y de los profesores?

"Ahora con cualquier fracaso académico hay drama familiar debido al bajo nivel de tolerancia a la frustración"

—Los padres han de estar más implicados y reforzar la labor docente. El respeto a los docentes es fundamental, no sólo ya por parte de los alumnos y de los padres, sino por parte de la propia Administración. Sólo le interesa que no haya problemas y que los padres no protesten. Ahora con cualquier fracaso académico hay drama familiar debido al bajo nivel de tolerancia a la frustración. Desde mi punto de vista lo que hay que hacer es levantarse y aprender de los errores cometidos para evitarlos en un futuro.

—¿Cree que ha bajado la educación en los últimos años?

—Sí, cada reforma del Plan de Estudios ha sido para bajar el nivel. No se ha hecho caso a los docentes. Los políticos han intervenido demasiado. Hasta hace muy poco estaban los exámenes de septiembre y quien suspendía estudiaba las materias suspensas durante el verano, que, dicho sea de paso, a muchos les servía para comenzar el nuevo curso con los conocimientos más frescos. Ahora no. Parece ser que a finales de mayo se les da la píldora de la inteligencia y a primeros de junio aprueban los que tenían suspenso días antes. Absurdo.

—¿Podría poner algún ejemplo?

—¿Acaso se puede entender que un alumno de la ESO pase de curso con todo suspenso porque ya ha repetido ese mismo curso? ¿Cómo se entiende que haya alumnos que sacando un cero en una materia de las pruebas de acceso a la universidad apruebe éstas? Y no hablemos de las faltas de ortografía. El curso es como las cosechas: el fruto se recoge al final, ni antes ni después.

—¿Cómo podemos mejorar la educación en nuestro país?

"El Plan de Estudios ha de ser consensuado y no puede cambiarlo cada gobierno. Ha de durar, al menos, quince o 20 años"

—Ante todo, hay que querer. Tanto alumnos como padres y autoridades académicas han de tener claro que a la escuela, instituto y universidad se va a estudiar, a aprender, a trabajar y a formarse en el sentido más amplio de la palabra, no a pasar el rato. El Plan de Estudios ha de ser consensuado y no puede cambiarlo cada gobierno. Ha de durar, al menos, quince o veinte años, pese a que entienda que han de ajustarse a la evolución de la sociedad. Pero los pilares esenciales han de estar consensuados y mantenerse. Los aprendizajes han de ser secuenciales, no se puede empezar de cero cada vez que se cambia de etapa. Lo aprendido en Primaria es la base para Secundaria, y lo de ésta para Bachillerato, y de ahí para la Universidad. La Formación Profesional es fundamental y ha de tener puentes con bachillerato y con universidad.

—¿Qué piensa del bachillerato?

—No se puede tener el bachillerato más corto de Europa. Ha de ser común y obligatorio, al menos dos o tres años, de Ciencias y Letras, y otros dos específicos de Ciencias o Letras, pero todos han de estudiar Matemáticas, Lengua y Literatura, Historia, Idioma, Física y Química, Filosofía, Latín y Griego, entre otras. En todas ellas tienes que pensar, razonar, y si te acostumbras a pensar y razonar te irá mejor. Otra cosa es que esto guste a los políticos, que la gente piense y tenga espíritu crítico. La conexión escuela, institutos y universidad es fundamental. Los alumnos de hoy serán, por ley de vida, nuestros dirigentes, y o los preparamos bien o arreglados vamos.

—¿Qué aporta el latín a la educación de los alumnos?

—Más de lo que piensan algunos. Por sus características te ayuda con el estudio de otras lenguas, por léxico y estructuras. Al ser su aprendizaje lógico, que no memorístico, tienes que pensar, razonar, preguntar el porqué. El estudio del latín conlleva, además de lengua, historia, religión, instituciones, literatura, arte, cultura, etc.

—¿Echa de menos sus clases?

—Al principio sí, sinceramente. Incluso ahora alguna vez que otra, pero aunque parezca una contradicción, en líneas generales no.

—¿Por qué?

—Me planteé la jubilación como una nueva etapa más en mi vida. De niño en la escuela e instituto comenzábamos el bachillerato después del examen de ingreso, con nueve o diez años. Posteriormente la etapa universitaria y, por último, la laboral. Ésta unida a la familiar. Todas ellas las he disfrutado viviéndolas, y ahora me toca disfrutar de la jubilación, la familia y los amigos. Tiempo para mí, pero sin horarios.

—¿Está trabajando en una nueva traducción de este estilo?

—Esta nueva etapa de jubilado tiene para mí otro enfoque. Aunque parezca un tópico, tengo mucha lectura atrasada, algunos trabajos iniciados, y, por el momento, no tengo en mente ninguna traducción de este tipo.

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Eduardo Martínez Rico

Nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 por la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró en Filología, por la misma Universidad, en 2002. Es autor de 17 libros publicados, de novela, biografía y ensayo. Entre sus obras se pueden citar las novelas históricas Cid Campeador y Fernando el Católico. El destino del rey, su ensayo La guerra de las galaxias. El mito renovado y su biografía Pedro J. Tinta en las venas. Ha sido profesor del Instituto de Empresa y de la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid (Literatura Española).

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