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Ian Fleming y James Bond: Conexión España - Zenda
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Ian Fleming y James Bond: Conexión España

Pues resulta que tanto el autor como su personaje más universal tuvieron varios encuentros en España, y no precisamente por casualidad, aunque tampoco podamos afirmar que supusieran acciones hostiles. Antes al contrario, a muchos nos dejaron un buen sabor de boca, y de ahí la magnífica labor del colectivo «Archivo 007» (del que soy socio...

Lo advertía Ian Fleming en Goldfinger: “Un primer encuentro puede ser casualidad; el segundo, coincidencia; pero, el tercero, tómatelo como una acción hostil”.

Pues resulta que tanto el autor como su personaje más universal tuvieron varios encuentros en España, y no precisamente por casualidad, aunque tampoco podamos afirmar que supusieran acciones hostiles. Antes al contrario, a muchos nos dejaron un buen sabor de boca, y de ahí la magnífica labor del colectivo «Archivo 007» (del que soy socio honorífico y fiel seguidor a través de su sitio web, referente para los bondmaníacos), sacando adelante este libro para rendir homenaje a las andanzas del famoso agente secreto al servicio de Su Majestad en suelo ibérico.

"Leal, heterodoxo, seductor, pendenciero, educado, peleón, políglota, testarudo, flemático, imprevisible y sarcástico"

Es mucha la curiosidad que sacia esta cuidada y documentada obra. Se nota que han recopilado el material con paciencia, rigor y cariños compartidos. Solo con echar un vistazo al índice se te ponen los dientes largos, y la tentación de ir a las páginas señaladas aumenta con cada epígrafe. Qué ciudad se cita en esta novela o aparece en aquella película, qué actores españoles intervinieron en esa aventura, qué roles interpretaron, cómo salieron parados del envite… También contiene una ingente labor historiográfica y bibliográfica, primeras ediciones en castellano, estrenos cinematográficos, cómics, anécdotas relacionadas con el título, guías y, no podía faltar, la mirada de los fans.

Joan Casanovas acierta en el prólogo cuando reconoce que casi todos —si no todos— los lectores devotos de Ian Fleming hemos querido, soñado al menos, ser Bond, James Bond. Y no solo por sus lúdicas aficiones, también por los palos que se lleva y lo bien que se recompone —sin apenas arrugarse el traje, con la sangre justa, con el estilo intacto—, es decir, asumiríamos encantados ese encargo en las duras y en las maduras. Yo, además, yendo un poco más lejos en ese deseo imposible, lo he intentado.

Y recalco lo de «intentado» para esquivar las burlas y porque, a estas alturas, no es ya cuestión de modestia admitir que no lo he conseguido, sino de aceptar mis limitaciones y las de la propia realidad. Contra la ficción nada puede hacer esta, salvo caer derrotada con cierta dignidad.

Espía con licencia para matar no soy ni he sido, pero por culpa de este caballero leal, heterodoxo, seductor, pendenciero, educado, peleón, políglota, testarudo, flemático, imprevisible y sarcástico, sí me metí en el oficio de detective privado primero y, más tarde, en el de la investigación internacional, por aquello de viajar sin maleta, de visitar paisajes exóticos e idealizados, de tratar con los buenos y los malos en esas tierras y en la mía, de no saber dónde y cuándo dormiría o con quién me despertaría (a menudo solo, en un hotel, para qué nos vamos a engañar).

"Lo que hubiera dado por conducir aquel coche anfibio que se convertía en submarino, cualquiera de sus automóviles, para ser sincero"

Salvando todas las distancias y todas las comparaciones (que me dejarían en ridículo, lo sé), a mi manera he procurado emular no tanto al Bond mitificado como a su espíritu, su visión escéptica del mundo, su pragmatismo irredento. Eso me atrae de él ahora, como me atrajeron sus artilugios cuando tenía diez años y me quedaba embobado frente a la gran pantalla. Lo que hubiera dado por conducir aquel coche anfibio que se convertía en submarino, cualquiera de sus automóviles, para ser sincero.

Así que es un placer enorme revivir esos recuerdos, volver al universo mental que hemos creado alrededor de este degustador de martinis shaken, not stirred, y hacerlo gracias a los firmantes de 007: Operación España, quienes encima me brindan la oportunidad de presentarlo para demostrar que soy objetivo y desapasionado en este tema, como lo fue el villano Tiburón aliándose con su peor enemigo en Moonraker, por amor.

James Bond es amor, otra cosa es que solo se quiera a sí mismo.

—————————————

Autor: Joan Casanovas, Alberto López Calvo, Gonzalo González Laiz, Eduardo Giménez González. Título: Ian Fleming y James Bond: Conexión España. Editorial: Uno Editorial. Venta: 007conexión.es

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Rafael Guerrero

Detective Privado, Escritor. Profesor. Dirijo @agencyworld_org con pasión. @GuerreroRafael_ · mypublicinbox.com/rafaelguerrero

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Josey Walestoda
Josey Walestoda
1 año hace

Los anglos y sus complejos pueden irse al carajo. No me interesa un James Bond sarasa o mulato, que en vez de caviar coma grillos y en vez de tomar Bollinger, beba Aquarius. Hasta los mismísimos, ¡qué manía de destrozar todo! Va a leerte tu tía de campo, chatina.

Augusto
Augusto
1 año hace

Ya valió James Bond, hasta aquí llegó el personaje, las nuevas generaciones conocerán una basura.

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