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Hua Hsu: "En la vida estás constantemente aprendiendo y adaptándote" - Zenda
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Hua Hsu: «En la vida estás constantemente aprendiendo y adaptándote»

Aunque con los pies en el suelo desde entonces, como le exigió su madre cuando fue a recoger la distinción, el escritor, nacido en Illinois (Estados Unidos) en 1977, hijo de inmigrantes taiwaneses, rememora que en una primera parte del libro esboza un lienzo sobre sus años universitarios en California, alude a la vida de...

Impactado todavía por la concesión del premio Pulitzer de No-Ficción 2023 por Sé tú mismo. Una autobiografía, el norteamericano Hua Hsu ha hablado con EFE en Barcelona sobre amistad, identidad, inmigración y cambios repentinos en la vida, cuestiones centrales de este libro.

Aunque con los pies en el suelo desde entonces, como le exigió su madre cuando fue a recoger la distinción, el escritor, nacido en Illinois (Estados Unidos) en 1977, hijo de inmigrantes taiwaneses, rememora que en una primera parte del libro esboza un lienzo sobre sus años universitarios en California, alude a la vida de sus padres, reflexiona sobre pertenencia y descubre su afición por la música y los fanzines.

Publicada por Navona en castellano y catalán, esta historia, sin embargo, da un giro, de repente, por la muerte de su amigo Ken, de origen japonés, y por el hueco que queda en su vida a raíz de este trágico hecho.

Más de dos décadas después de aquello, Hua Hsu se ha dado cuenta de que en la vida «estás constantemente aprendiendo y adaptándote, algo que creo que entendí, pero que no necesariamente acepté, cuando era más joven».

Ahora, superada la cuarentena e incluso capaz de anudarse una corbata para recoger el Pulitzer, tras muchos años defendiendo todo lo alternativo y contracultural, el también redactor del New Yorker argumenta que siempre supo de la importancia de la amistad con Ken, aunque al principio no lo viera con buenos ojos.

«Sólo aceptas las cosas tal como ocurren y ha sido de mayor, cuando empecé a escribir el libro, cuando pensé en los valores, la filosofía o la manera que tenía Ken de ver el mundo y cómo de importante había sido tener a alguien así en mi vida en aquel entonces«, apunta.

En los años en los que se relacionaron en la Universidad de Berkeley también reflexionaron, apoyados en la barandilla de un edificio universitario, fumando, sobre la marginación de los asiáticos dentro de la cultura americana, a pesar de que Ken formaba parte de una fraternidad universitaria, tenía una novia blanca y seguía todas las tradiciones de la sociedad estadounidense.

Un joven abierto de miras

A su juicio, Ken siempre «fue más abierto de miras, menos sarcástico y más soñador que yo. Se daba permiso para serlo y me gusta pensar que las partes de mí que son ahora así es debido a que le conocí en esos años».

En el libro, por otra parte, subyace la idea de qué hubiera pasado si su amigo viviera en la actualidad, porque «tal vez no hubiéramos seguido en contacto, lo que me asustó».

Tampoco obvia que después de lo ocurrido con Ken dejó de escuchar música y a sentir mucha ansiedad pensando que nunca volverían a cenar juntos o que ya no podrían compartir recuerdos.

Durante toda la década de sus veinte años le fue dando vueltas a las conversaciones que ambos podrían mantener, lo que podrían vivir juntos y ya no era posible, pero luego «uno se hace mayor, se gradúa en la universidad, se muda a otro sitio, cambia de trabajo, y entonces te das cuenta de que igual ya no hubiéramos seguido siendo amigos, lo que también es un pensamiento muy aterrador, pero muy fiel a cómo funciona la vida».

Residiendo desde hace unos años en Brooklyn e impartiendo clases en el Vassar College, en el estado de Nueva York, Hua Hsu dice que cuando tuvo a su hijo entendió mejor a sus padres y cómo fue su establecimiento en los Estados Unidos.

En un momento del libro dice de su padre que fue un «desplazado voluntario en tierra extranjera» y que lo que les atrajo a él y a su madre —también taiwanesa de nacimiento— «no fue un sueño concreto, sino la mera posibilidad de algo distinto».

Tampoco duda en aseverar que no quisiera que su hijo de ocho años experimente en su vida nada igual a lo que sintió él con la pérdida de Ken, aunque sí espera que «valore la amistad y que no de nada por sentado».

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