Una nueva edición, en gran formato, es ocasión perfecta para apreciar la envergadura de la obra de William Steig, su especial capacitación para el humor y para la construcción de personajes atractivos en torno a los cuales se presenta un mundo sólido, un escenario sin fisuras que concentra al máximo la atención del lector.
Para lo primero, Steig se sirvió de sus excelentes dotes de dibujante, que le permitían componer perspectivas equivalentes a los planos picados y contrapicados del cine, con las que los protagonistas, la pareja De Soto, bien aparecían en su condición de animales diminutos (frente a la envergadura, por ejemplo, de una enorme vaca que acudía como paciente) bien se mostraban como una pareja de tamaño “normal”, conversando plácidamente en el salón de su casa. Además de ello, el uso panorámico de la doble página brindaba la oportunidad de componer agudas escenas de “ingeniería médica”, como aquella donde un conjunto sofisticado de poleas permitía al doctor De Soto suspenderse sobre el abismo de la inmensa bocaza careada de un asno.
Las artes de ingenio (poleas, escaleras, sogas…) avivan el gusto de la imaginación infantil, acostumbrada a los juguetes, y sobre el escenario de las quijadas abiertas (seres enormes, indefensos como sólo se está ante el dentista) el doctor De Soto ejecuta su oficio con detalles hilarantes, como el uso de botas de agua para protegerse de la saliva. Es el mismo humor que aparece en la imagen de la señora De Soto puliendo una gran muela de oro en el torno como quien bruñe un jarrón, el regocijo que producen las cosas desproporcionadas, como una goma de borrar del tamaño de un adoquín.
El segundo elemento cómico, y sostén de la fábula, es el suspense. Este se produce cuando la boca abierta es la de un animal que come ratones: un zorro.
Extremando el celo deontológico, el doctor De Soto y su esposa enfermera convienen en el deber de atender a un cliente depredador aquejado de un espantoso dolor de muelas. Y es a partir de este momento cuando la amenaza de ser engullido mientras maniobra en la boca de su paciente convierte al riguroso doctor De Soto en una figura cómica. No faltarán gags de película muda (el zorro que cierra la boca en broma, para abrirla al instante, o el paciente que desvela semidormido por la anestesia su deseo íntimo, ante la mirada perpleja de doctor y enfermera: “Mmm… qué rico… —murmuró—. Crudos… como mejor saben… con una pizca de sal… y un vasito de vino blanco… Mmm”).
Steig se reserva las últimas páginas para una historia en paralelo: la de las conciencias de médico y paciente manteniendo un debate interior sobre cómo proceder (debo o no debo concluir mi trabajo y arriesgarme a perecer en el intento; debo o no debo comerme a mi doctor). Como quiera que el álbum es una fábula, contiene una enseñanza donde brilla la inteligencia, enseñanza que da paso, como colofón, a una dentadura postiza que ríe fuera de su boca, sostenida en la nada.
—————————————
Autor: William Steig. Traductor: Jorge de Cascante. Título: Doctor De Soto. Editorial: Blackie Books. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: