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Gonzalo Bravo: "El Imperio Romano nunca cayó" - Zenda
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Gonzalo Bravo: «El Imperio Romano nunca cayó»

Décadas de trabajo e investigación alrededor del Imperio Romano han colocado a Gonzalo Bravo, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid, en una posición crítica privilegiada. Daniel Arjona lo entrevista para Zenda con motivo de la publicación de su último libro: 'Roma antigua. Una historia realista'.

Foto de portada: Alianza.

Roma no se fundó el 21 de abril del año 753 a. C., Rómulo y el resto de los reyes legendarios de Roma nunca existieron, el conflicto entre patricios y plebeyos no fue una lucha de clases y el cristianismo no provocó la caída del Imperio Romano… porque el Imperio Romano nunca cayó. Ninguna otra historia brinda tantos mitos y tópicos como la del pueblo que dominó el mundo conocido durante un milenio, el pueblo que inventó la política y las leyes que inspiran nuestro presente, el pueblo que, inevitablemente, aún somos. Y el mejor antídoto contra esa montaña de siglos de leyendas y lugares comunes es la lectura del último libro del historiador español del mundo antiguo más original e iconoclasta: Roma antigua: Una historia realista (Alianza, 2023), de Gonzalo Bravo, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Se trata de un resumen tan breve como deslumbrante que despeja sesgos y conjeturas rescatando de las tinieblas del mito la verdad de la historia.

A Gonzalo Bravo le sorprende que hoy sigan publicándose novedades historiográficas que dan por buenas la fecha mítica de la fundación o la existencia reyes legendarios como Rómulo que ni existieron ni pudieron existir. Tres tendencias indagan en los orígenes de Roma. La primera sería la hipocrítica, es decir, aquella que da por buena una fuente literaria por el hecho de que procede de la época, aunque no sea coetánea de los hechos sino, como Livio o Casio, de los últimos signos de la República. La segunda o hipercrítica, que encarnarían los arqueólogos, sería la contraria: no aceptar nada que llegue por la vía literaria, por estar viciado por una intencionalidad de origen. Para combinar ambas surge una tercera tendencia, la más actual, de «convergencia de datos», a saber, que los datos procedentes tanto de fuentes literarias como de fuentes arqueológicas pueden ser coincidentes y, de hecho, en algunos casos lo son. En definitiva, si ambas fuentes convergen, tenemos una realidad histórica. Y es a esa historia «realista» de Roma a la que se adscribe el profesor Bravo.

***

—»¡Si las piedras hablasen… y hablaron!», titula su introducción al libro. ¿La historia de la Roma Antigua, que arrancaría con Rómulo, ha dependido durante demasiado tiempo de las fuentes escritas y hacía falta un cotejo profundo con la arqueología?

"Roma acabaría por convertirse en una gran ciudad... pero empezó siendo una muy pequeñita que, por no tener, no tenía ni mujeres, de ahí el famoso rapto de las sabinas"

—¡Rómulo es una leyenda! ¡No existió nunca! ¿Cómo alguien puede seguir afirmando hoy algo semejante? ¡Búsquense otro responsable, pero ese no! Rómulo es el más mitológico de todos los reyes romanos y no puede servir como referente para explicar algo tan importante como el nacimiento, y no fundación, de Roma. Eso no significa que no sea interesante saber quién se inventa esto: seguramente a finales del periodo republicano, cuando Varrón, para coincidir con una fiesta religiosa, fija definitivamente el 21 de abril del 753 como el día en que se fundó Roma. Le faltó decir que ocurrió a la hora tercia… Roma acabaría por convertirse en una gran ciudad… pero empezó siendo una muy pequeñita que, por no tener, no tenía ni mujeres, y de ahí el famoso rapto de las sabinas.

—La influencia de la historia antigua de Roma en el imaginario político de la modernidad es enorme. Y uno de los motivos inspiradores principales es el conflicto republicano entre patricios y plebeyos. ¿Podemos hablar de una «lucha de clases»?

—El conflicto patricio-plebeyo será un paradigma durante siglos e incluso milenios, en los que servirá de modelo o patrón de análisis de cualquier otro conflicto sociopolítico. Incluso los marxistas, como usted señala, vieron en él nada menos que la forma por excelencia de la lucha de clases. Y, sin embargo, la clave para entender la sociedad romana antigua no eran las clases, sino el estatus. En las llamadas «revoluciones» romanas lo que está en juego es mucho más la lucha por el estatus de un nuevo grupo social ascendente que cuestiones de explotación o de antagonismo de clases.

—Explica en su libro que el giro imperialista tuvo lugar en la segunda mitad del siglo II a. C., entre la Primera y la Segunda Guerra Púnica. Desde entonces, Roma iba a convertirse muy rápido en uno de los mayores y más longevos imperios de la historia. ¿Qué hecho decisivo condujo a ese giro? ¿Y por qué Roma y no Cartago?

"Como su fuerte era la lucha cuerpo a cuerpo, los legionarios romanos buscaban siempre acercar sus naves a las de los enemigos para propiciar una lucha que hoy podríamos llamar anfibia"

—Nada ocurre por generación espontánea en la historia, y el imperialismo romano se va gestando poco a poco. ¿Qué lleva a Roma a cambiar su visión del mundo y a iniciar sus conquistas? La respuesta es relativamente sencilla. Durante la Primera Guerra Púnica en Sicilia, los romanos se dan cuenta de que están combatiendo con la mayor potencia naval del Mediterráneo… ¡y no tienen flota! ¿Qué hicieron? Mandaron construir una flota de trescientas naves que pudiera batirse con la cartaginesa, utilizando como modelo los trirremes y quinquerremes griegos y lo lograron en solo diez años. Así, unos romanos que no sabían nada del mar se convirtieron de la noche a la mañana en una potencia marítima. Pero con una peculiaridad: como su fuerte era la lucha cuerpo a cuerpo, los legionarios romanos buscaban siempre acercar sus naves a las de los enemigos para propiciar una lucha que hoy podríamos llamar anfibia. Y vencieron. Aquello cambió su mentalidad. Y el segundo momento, y definitivo, que decidió el destino imperialista de Roma fue la conquista de las potencias helenísticas. Pero Roma no siempre fue vencedora, y eso es crucial: ninguna potencia aprendió de sus derrotas mejor que Roma.

—Idus de marzo del año 44 a. C. ¿Fue el asesinato de César para evitar que se convirtiera en rey lo que paradójicamente liquidó la República e impuso el Imperio, o se trataba de un proceso que ya estaba en marcha?

—El contexto en que ocurre el asesinato de César es el de las guerras civiles que ya habían empezado en el año 91 a. C., y esas guerras civiles debemos entenderlas como una especie de selección natural de los poderosos frente a los débiles. Se va formando así una nueva élite aristocrática que será el germen del Imperio y, en el contexto de esa lucha, casi todos mueren asesinados por el rival. Tal es el caso de César.

—¿Por qué la de emperador era una profesión de tan alto riesgo, por qué tenían tantas posibilidades de morir asesinados?

"La segunda razón de la pervivencia de un emperador pasaba por reformar el sistema inicial de tal manera que les protegiera, como hace Adriano, el primero que dice que la ley no se dicta en el Senado sino en palacio"

—Para empezar, el emperador romano no se consideraba un personaje divino, como ocurría en otros lugares. Era un hombre, esto es importantísimo, hasta el punto de que, cuando celebraba sus victorias por las calles de la capital, un esclavo le acompañaba para decirle cada tanto: «No olvides que eres mortal». ¿Por qué duraban tan poco? Démosle la vuelta. ¿Cómo duraron tanto los pocos que lo lograron? Augusto, Diocleciano, Marco Aurelio, Constantino, Teodosio… duraron más por una de estas dos razones: La primera es que supieron elegir muy bien su consilium, aquellas personas que les asesoraban, pero que también les protegían, indicándoles las precauciones que debían tomar, especialmente controlando sus impulsos. Los emperadores impetuosos nunca duraron mucho, y en el siglo III, en unos 40 años, se suceden 57 emperadores. La segunda razón de la pervivencia de un emperador pasaba por reformar el sistema inicial de tal manera que les protegiera, como hace Adriano, el primero que dice que la ley no se dicta en el Senado sino en palacio.

—El último gran conflicto que sacude el imperio es la pugna entre el paganismo derrotado y el cristianismo vencedor. ¿Por qué triunfa el cristianismo?

"¿Qué comprende Constantino a principios del siglo IV y le servirá como la mejor propaganda de su gobierno? Comprende que los romanos ya no eran paganos, que habían dejado de creer en sus dioses"

—La clave está en el siglo III, es la llave que cierra una puerta en la evolución del Imperio Romano y abre otra diferente. Ya hacia el 260 la persecución de los cristianos, que había empezado unos años antes, se frena con la llamada paz del emperador Galieno y no vuelve a ponerse en marcha en todo el Imperio hasta el 303, con Diocleciano. Esos cuarenta años son precisamente los años en los que se planta el germen de la iglesia cristiana, primero de forma tímida y más adelante a toda velocidad, no sin ayuda de Constantino. ¿Qué comprende Constantino a principios del siglo IV y le servirá como la mejor propaganda de su gobierno? Comprende que los romanos ya no eran paganos, que habían dejado de creer en sus dioses. Y se da cuenta observando a sus propios soldados, que van abandonando el paganismo para adherirse a esa nueva religión que flota en el ambiente y que, sin persecuciones, crece como la espuma. El conflicto, o mejor dicho, la crisis, viene después de Constantino, cuando los primeros emperadores cristianos comienzan a legislar contra los paganos. ¿Por qué triunfa el cristianismo? Sin duda por su universalismo, pero también por su monoteísmo, que no se disuelve en un panteón inacabable de dioses.

—Recientemente se ha publicado una nueva edición resumida del clásico de Gibbon Decadencia y caída del Imperio Romano, pero los historiadores actuales son cada vez más críticos con esa imagen que hemos asumido acríticamente de la decadencia y caída, ¿no es cierto?

—A ver, la caída del Imperio Romano es una exageración, una hipérbole, un mito. El título de la obra de Gibbon, Decline and fall, se suele traducir como Decadencia y caída. Pero, en realidad, en inglés, «decline» no es «decadencia» sino «declive», algo diferente, que alude más bien a una evolución descendente. «Decadencia», sin embargo, es un término que viene de la historia del arte, en concreto de la escuela de Viena. La decadencia de Roma es la antítesis del esplendor, la antesala de esa edad oscura que es para ellos la Edad Media. Volviendo a la caída, sí, es un mito, pero un mito con muchas aristas. ¿Cayó Roma? ¿Cuándo? No cayó ni siquiera con Alarico. No, el Imperio Romano nunca cayó, no cayó en ningún momento. Hay estudios recientes que demuestran que, aún en el siglo VII, las formas, los procedimientos, las leyes, todo en Europa seguía siendo romano. Porque los bárbaros romanizados que llevaban generaciones dentro del Imperio lo que hicieron fue utilizar a Roma como espejo para construir sus propios reinos.

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Autor: Gonzalo Bravo. Título: Roma antigua: Una historia realista. Editorial: Alianza. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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Daniel Arjona

Daniel Arjona (Madrid, 1977) es historiador y periodista. Ha trabajado como periodista cultural en El Mundo, El Cultural y dirigido durante ocho años la sección de Cultura de El Confidencial. Sus intereses transitan entre la literatura, la filosofía, la historia, la ciencia y, en general, las postas, cruces de caminos y encrucijadas en las que las dos culturas se encuentran. Es autor de 'La venganza de la realidad' (Capitán Swing, 2014)

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Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Me he puesto a leer este artículo y me he cansado. Me he cansado de tanta chufla y de tanta novedosa deconstrucción del pasado.

Puede que Rómulo no existiera y que la leyenda de la loba fuera inventada; puede ser. Parece lógico, sobre todo lo de la loba. Pero, alguien tuvo que fundar Roma, al comienzo de todo, cuando las diferentes tribus de las colinas y del valle se fyeron uniendo de alguna forma. Alguien tuvo que fundar y tuvo que haber una fundación dados los antecedentes griegos de todo ello y de la costumbre del acto de fundación de las colonizaciones griegas, encomendándose al santuario de Delfos (en este caso sería Cumas que pilla más cerca). Otra cosa es que el fundador se llamara Felipe o Pancracio. Da igual.

Y siempre se ha dicho que las leyendas tienen un trasfondo de verdad…

Todos estos deconstructores están terminando con el romanticismo, con la magia, con el misterio y con el dulce atavismo de nuestro pasado. Y con nuestros sueños…

Y ya, cuando he dejado de leer es cuando me topo con la diferenciación entre clase y estatus. Son conceptos diferentes, de acuerdo. Pero el uno implica al otro. Están indisolublemente unidos. Que me digan que pertenecer a una clase social alta no implica un elevado estatus social, merecido o no, ese no es el tema. Diferenciar estos dos conceptos en la época de las luchas entre patricios y plebeyos, en la época republicana y decir que no eran luchas de clases es una barbaridad. Como que los patricios, dueños de la tierra, no eran una alta clase social con conciencia de grupo y comunidad de intereses. Y eso que no comulgo con la interpretación marxista de la historia.

Deconstructores… la moda pasará… como pasan todas las tendencias filosofico-historiográficas.

Este libro no lo buscaré ni compraré.

J. Mir
J. Mir
1 año hace
Responder a  Ricarrob

Por supuesto que no toda confrontacion de grupos sociales es lucha de clases, como no lo fue la de los monarquicos y falangistas en la posguerrra (que no llegaran a las manos es otro cantar).

-teclado sin acentos, disculpas-

Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Por cierto, se me olvidaba. Si el Imperio Romano nunca cayó, la Meloni debe ser la última emperatriz o, quizás se refiera a Erdogan como el último emperador bizantino.

Puestos así, quizás Sadam Husein era descendiente directo de Sargón II. Y Maduro de Atahualpa.

Teorías. Había estudiado y leído que el final del Imperio Romano en 476 era una convención. Unos dicen que realmente había terminado o caído bastante antes. Que la paulatina degradación y disolución llevaba tiempo gestándose, quizás desde el siglo III. Otros dicen que no termina ahí y que Constantinopla continúa como la Nueva Roma, hasta el 1453. Pero, Constantinopla era ya otra cosa con tradiciones y cultura más helenísticas y orientales que romanas. Incluso hablaban griego y no latín. De lo que no hay duda es de que no pervivió. Lo contrario, cuentos de carácter deconstructivista.

Le deconstrucción está ya muy pasada y es muy pesada. Aunque, algunos, erre que erre. Pero, bueno, tiene su público, sobre todo progre.

Felix Bravo
Felix Bravo
1 año hace
Responder a  Ricarrob

Maduro no tiene raices Incas…las tribus que le dan origen al nombre Venezuela…VENECIA PEQUEÑA…construian sus casas al lado del rio sobre maderos….en los estuarios del Atlantico…los Incas y las culturas anteriores al Incarii como los Mochica, Moche,Nazca ,Chimu…Chavin de Huantar etc etc se desarrollaron en el Oceano Pacifico…no pasaban a la selva donde la union del Rio Marañon y el Uvayali dan origen al rio mas grande del mundo…El Amazonas…mencionas al ultimo Inca como ATAHUALLPA( pavo o gallina atada y asustada) que fue el nombre que los Españoles le pusieron burlonamente…su nombre verdadero en aquechua era ATABALLIPA…O …ATABALIBA…me parece que tu formacion esta aun con muchas falencias…

Rodri
Rodri
1 año hace
Responder a  Ricarrob

Con la ley romana en la mano, el Emperador de Roma no es ni Erdoğan ni Meloni. El emperador de Roma es Felipe VI de España.
Andrés Paleólogo, último emperador Bizantino de iure -su tio Constantino XI fue el último emperador de Constantinopla- lego su título -dinero mediante- a los reyes católicos.

Ollantay
Ollantay
1 año hace

El grupo de Patricios que diseñaron un eficiente sistema económico basado en oro, nunca dejaron de controlarlo a pesar de ir cambiando de regiones a lo largo del tiempo y en diversas geográficas. Gracias al poder que confiere el control del dinero pueden dominar el poder de las armas y grupos tan antiguos como la no Leza negra de Venecia aún utilizan el poder de las crisis y las restauraciones sociales y de fronteras para implementar el control de los mercados de energía y de suministros. Ahora nos traen las CBDC con las que podrán seguir guardando el oro a cambio de unidades digitales que ellos controlarán por si alguien decide oponerse al «gran rediseño» parecido a lo que le pasó a los traileros de Canadá, ganaderos de noruega, Suecia, europa, y seguirán los demás bajo el pretexto de ayudar al planeta, lo cual es importante pero no tan abruptamente, ahora ellos venderán la carne sintética.

Elsa Rodriguez Garcia
Elsa Rodriguez Garcia
1 año hace

Quedé encantada con el libro de Gonzalo Bravo, abre la mente de los desprevenidos como yo que aún tenemos fantasías sobre el Imperio Romano y su trascendencia a través de la historia y los hechos politicos.

Cristina
Cristina
1 año hace

Los libros de primaria dicen lo mismo que el autor del mencionado libro. Hablan de la caída del imperio romano, pero que las tribus bárbaras, (romanizadas) prefirieron conservar la estructura política y desarrollo de Roma. Es así como surgió el Imperio Carolingio y después el Sacro Imperio Romano Germánico. Que no lo hayan logrado en la misma medida es otra cosa.
Nada nuevo en realidad.

Leandro
Leandro
1 año hace
Responder a  Cristina

Ya que estamos deconstruyendo… existió el imperio Sacro Imperio Romano Germánico?
Visto en un mapa, no se extendía a más de dos países europeos actuales. Es más, sus vecinos también eran europeos.
No llegó ni a oler el mundo árabe, oriente, etc…no se extendió hacia ningún otra cultura, ni guerreó contra ellas, ni exploró más allá, ni extrajo recursos, ni tuvo una Polis que fuera hormiguero multicultural del mundo conocido….
A lo sumo fue un reino con un rey muy poderoso, rodeado de otros reinos empobrecidos que añoraban la grandeza de Roma, Grecia, Egipto y demás….

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