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Galileo ante el Santo Oficio - Zenda
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Galileo ante el Santo Oficio

“Después de la publicación de mis Diálogos fui llamado a Roma por la Congregación del Santo Oficio, donde llegué el 19 de febrero de 1632, y fui sometido a la suma clemencia de aquel tribunal y del soberano pontífice, Urbano VIII, el cual, sin embargo, me creía digno de estima”, recordará el astrónomo en una...

Otro 12 de abril, el de 1633, hace hoy 390 años, Galileo Galilei comprende que ha perdido definitivamente el favor de Urbano VIII. Sus Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, publicados en Florencia el 22 de febrero del año anterior con el imprimatur —permiso para la edición— de la Iglesia preceptivo, ha prescrito. El mismo pontífice, que siendo aún el cardenal Maffeo Barberini siempre le tuvo en mucha estima y fue benevolente con el sabio, ha decidido que las teorías de Galileo son más perniciosas para la Iglesia que las obras de Lutero y de Calvino.

“Después de la publicación de mis Diálogos fui llamado a Roma por la Congregación del Santo Oficio, donde llegué el 19 de febrero de 1632, y fui sometido a la suma clemencia de aquel tribunal y del soberano pontífice, Urbano VIII, el cual, sin embargo, me creía digno de estima”, recordará el astrónomo en una carta dirigida a su discípulo y colega Vincenzo Reinieri. “Fui arrestado en el delicioso palacio de la Trinidad de los Montes, residencia del embajador de Toscana. Se me dijo que remediara el escándalo que había dado a Italia entera con mi opinión acerca de la Tierra. A las sólidas razones matemáticas que yo aducía una y otra vez, sólo me respondían lo que dice la Escritura”.

"Semanas después, el 22 de junio, ya acabado el procedimiento que hoy se abre contra él, el científico será obligado a arrodillarse y abjurar de su teoría"

El filósofo defiende en sus Diálogos el sistema heliocéntrico de Nicolás Copérnico, según el cual son la Tierra y los planetas los que giran alrededor del Sol. Pero la Iglesia sostiene que nuestro planeta es el centro del universo y que las estrellas, el Sol y la Luna giran alrededor de nosotros, un sistema solar geocéntrico, descrito por Ptolomeo en el siglo II de nuestra era, que resulta más acorde con las Sagradas Escrituras. De bien poco ha servido la referencia final al argumento de Urbano VIII —en la que el papa viene a decir que Dios puede hacer que todo parezca una teoría, pero que dicha teoría no sea la verdadera—, Galileo Galilei comparece hoy por primera vez ante el tribunal del Santo Oficio de Roma.

Semanas después, el 22 de junio, ya acabado el procedimiento que hoy se abre contra él, el científico —un venerable anciano de 69 años— será obligado a arrodillarse y abjurar de su teoría en una sala del convento dominico de Santa Maria sopra Minerva. Las mayores argumentaciones contra los herejes son obra de la orden dominicana y, en consecuencia, algunos de sus miembros suelen ser los inquisidores. Entre los dominicos que asisten a la humillación del filósofo también se encuentra el pontífice. Al punto, los Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo serán incluidos en el Index librorum prohibitorum, el tristemente célebre índice de libros prohibidos por la Iglesia Católica, cuya edición príncipe está fechada en la Venecia de 1564.

"Tendiendo a la vejez del científico, se le permite cumplir el confinamiento en su residencia de Arcetri. Aún tiene que concebir otro de sus textos fundamentales"

Con las mismas que reparten sus bendiciones, los príncipes de la Iglesia maldicen a los autores que consideran oportuno. De hecho, el Índice es la primera nómina de escritores malditos de la que se tiene noticia. Los Diálogos pasan a integrar la relación —sin duda honrosa para los librepensadores— recién se lee la sentencia. Y allí permanecerá, junto a De revolutionibus orbium coelestium (1616-1835) de Copérnico, los Ensayos (1676) de Montaigne o las obras completas de Descartes, hasta que un siglo después, en 1728, James Bradley, astrónomo real de Greenwich, descubra una aberración de la luz que demostrará de un modo irrefutable el sistema heliocéntrico. Será en 1822 cuando, según otros autores, los Diálogos… salgan del Índice. Eso en cuanto a la obra.

En cuanto a su autor, se le condena a unos rezos y a prisión de por vida. Sor María Celeste, una hija monja del sabio —su gran apoyo durante el proceso junto al embajador de Toscana en Roma, Francesco Niccolini— será la encargada de elevar las plegarias. Atendiendo a la vejez del científico, se le permite cumplir el confinamiento en su residencia de Arcetri. Aún tiene que concebir otro de sus textos fundamentales: Discursos y demostraciones matemáticas sobre las nuevas ciencias (1638).

"Lo que el Santo Oficio procesó, en vano, fue esa revolución científica iniciada, en efecto, por Copérnico y llevada por Galileo hasta nuevas consecuencias"

De momento, el Galileo que un día igual que hoy se presenta ante el tribunal romano del Santo Oficio teme ser sometido a torturas. Se le advierte de que eso es lo que le aguarda si no se aviene a razones. Su enfermedad, y una epidemia de peste desatada en Roma, le han permitido retrasar la cita unos meses. Fue requerido el último diciembre.

En teoría, no se le ha citado por la publicación del libro. Su pecado consiste en haber hecho caso omiso de la advertencia sobre las teorías de Copérnico que ya le hizo en 1616 el cardenal Roberto Belarmino, el jesuita que habrá de hacer historia como uno de los inquisidores más destacados de la contrarreforma, el mismo que en 1600 mandó a la hoguera a Giordano Bruno.

Aquella de los inquisidores, ese día como hoy, fue una victoria pírrica. Lo que el Santo Oficio procesó, en vano, fue esa revolución científica iniciada, en efecto, por Copérnico y llevada por Galileo hasta nuevas consecuencias. En el fondo, la humanidad, en la figura de aquel sabio —uno de los grandes hombres del Renacimiento— se debatía entre el empirismo y los viejos dogmas. Las revelaciones, en última instancia, no tenían más dialéctica que la hoguera y las torturas. “Y sin embargo, se mueve”, cuentan los cronistas que dijo Galileo, refiriéndose a la Tierra, después de que sus inquisidores le humillasen. Así se escribe la historia.

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Javier Memba

Tintinófilo, escritor y periodista con casi cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978–, Javier Memba (Madrid, 1959) es colaborador habitual del diario EL MUNDO desde 1990. Estudioso del cine antiguo, tanto en este rotativo madrileño como en el resto de los medios donde ha publicado sus cientos de piezas, ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción–La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008). Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014), un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada, es su última publicación hasta la fecha. Blog El insolidario · @javiermemba

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