Francisco Umbral siempre ha confesado que la lectura de los tebeos trastornaron su infancia: “Yo quería parecerme a Cuto. Yo era Cuto”. Aquel sueño de convertirse en el personaje principal de un tebeo acaba de hacerse realidad con la publicación de La mentira por delante, de Lorenzo Montatore, un cómic sobre la vida de Francisco Umbral.
Cuto fue todo un influencer de su época, un niño aventurero de posguerra, el personaje principal de la serie Cuto, creada por Jesús Blasco, al igual que Mafalda, por el desaparecido Quino. Una colección clásica de historietas sobre el niño-héroe Cuto que vive una y mil aventuras, publicadas en la revista Chicos durante la década de los cuarenta. Un niño-adolescente libre que crece mientras vive todo tipo de circunstancias, ejerce como periodista o como espía, en diversos lugares, asume riesgos, viaja contantemente e introduce modas y modales en su generación. La génesis de este cómic se encontraría en Cuto, Gurripato y camarilla, que retrataba las travesuras de los niños gamberros de su barrio, perseguidos por la policía. El dibujante traza las caricaturas más expresivas de Cuto, un personaje-sinónimo de la libertad más absoluta, en plena represión franquista. Por ello, fue todo un fenómeno que marcó a los niños de su tiempo.
Los frutos umbralianos de estas bien aprovechadas horas de lectura de tebeos y otros libros los encontramos en Caperucita y los lobos (1976), colección de humor que Umbral escribe junto con Vicent y Carlos Álvarez (Cándido), mezcla lo objetivo y subjetivo, lo real e inventado, las verdades y mentiras, una síntesis de vida/literatura. Quizás fueron influenciados e inspirados por Ana y los lobos (1972) de Carlos Saura. Así también, como coautor de Hermano Lobo, semanario de humor dentro de lo que cabe, publica Ana y los ministrables, como parte de esta serie humorística que retrata las circunstancias políticas y sociales duras que vive España. Durante la década de los setenta, además, Francisco Umbral publica Las españolas (1974), Cabecitas locas, boquitas pintadas y corazones solitarios (1975), Mis mujeres (1976) y otros libros, sobre las mujeres españolas, artistas o no, famosas o no, socialités o amas de casa, siempre con un toque de ironía y humor sublimado de lirismo.
Si bien Montatore rescata el relato biográfico del personaje, con metáforas y citas del propio Francisco Umbral, creemos que el cómic deja de lado muchos otros hilos de vital importancia en la ruta literaria de Francisco Umbral y, más bien, pone en alto relieve la anécdota televisiva que tuvo con Mercedes Milá que, en mi opinión, debería dejarse en el olvido para rescatar otros perfiles positivos y más trascendentes del autor. Aunque es loable que el tebeo tenga algunos guiños a su dandismo, a la madre y a María España, fiel esposa y compañera de vida, junto al pequeño hijo llamado Pincho, además de otros lazos, con su gata Loewe o las pinceladas sobre el café Gijón, sus maestros Delibes y Valle-Inclán, aunque faltan otros tantos. El diálogo con dos mujeres representativas de España, Lola Flores y Pitita Ridruejo, es un aperitivo brevísimo, porque Umbral escribió muchos libros sobre la mujer, comenzando por su madre, a quien equipara con la actriz en el libro El hijo de Greta Garbo.
Nos preguntamos: ¿realmente el cómic retrata “la biografía definitiva” de Francisco Umbral? Sería injusto reducir toda la trayectoria de un escritor, poeta, periodista, cronista, ensayista, cuentista a un tebeo que, por supuesto, en su género tiene todo el mérito artístico de Montatore, porque sin duda ha logrado unos trazos magníficos a la hora de caricaturizar a Umbral. Sin embargo, falta el relato que refleje la esencia del personaje en su totalidad, ya que Umbral fue muchos Umbrales, uno y varios personajes irrepetibles con muchos nombres, Francesillo, Paquito o Jonás, cuya vida real sobrepasa la ficción.
En realidad, toda su vida/obra es un continuo espejo multifocal de su propia imagen y de las mujeres del siglo XX que gravitaron en su cosmos. Todas las coyunturas socio-culturales y políticas le han servido de material periodístico-literario para deshojar al lírico, ensamblar al niño, descifrar al filósofo y comprender al hombre de mirada caleidoscópica. Francisco Umbral fue un romántico y maldito, un mentiroso y rebelde, un satírico y humorista, un provocador, extravagante y cáustico, un lírico impenitente, un inagotable irónico, pero ante todo un hombre-escritor perpetuo.
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