Foto de portada: © Cortesía FIL Guadalajara / Chumel Torres
Dice Marisol Schultz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que el único horizonte que reconoce es el de la promoción y difusión del mundo del libro. El futuro para ella solo tiene que ver con cumplir este objetivo, como ha venido haciendo desde que se hizo cargo del timonel de este encuentro anual, el segundo más importante de todo el mundo, solo por debajo de la Feria del Libro de Frankfurt, aunque muchos pensamos que el formato de la FIL de Guadalajara es incluso superior al alemán, ya que convoca no solo a profesionales del sector, sino que incluye a los lectores, activo principal del mundo libresco, y en este colectivo hay una importantísima presencia juvenil, lo que le da aún más valor si se quiere. Para Schultz, cualquier otro asunto queda por debajo de su propósito, cuando no simple y llanamente ni siquiera se ha planteado, como el politiqueo y la grilla que desde las más altas instancias del actual Gobierno mexicano han querido endilgarle, calificando este evento cultural como un foro del conservadurismo, sinsentido que los sucesivos programas de la feria desmienten rotundamente, ya que en sus actividades han tenido cabida autores y editores que piensan cada cual a su manera. Ahora la FIL de Guadalajara acaba de anunciar que su próxima edición tendrá como invitada de honor a la Unión Europea. Pero hay más: para 2024 ya se prepara la presencia de España y en estos días Schultz ha pasado por la capital española para ir afinando esa presencia, cuyo programa literario será coordinado por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez (exiliado en Madrid y despojado recientemente de su nacionalidad por el dictador Daniel Ortega), lo que ratifica el nivel de planeación de este evento y explica el por qué la FIL de Guadalajara ha alcanzado el nivel de excelencia que cada año puede corroborar quien la visita. Es una pura celebración del libro.
POLÉMICA EN LA FIL DE MINERÍA
"Taibo II ha ordenado que los libros del FCE se vendan muy cerca de la sede de la FIL de Minería, en el Palacio Postal"
El pasado 23 de febrero la Feria Internacional del Libro de Minería de la Ciudad de México volvió a la presencialidad, tras dos años de llevarse a cabo de forma virtual. En esta edición, que permanecerá abierta hasta el 6 de marzo, participan 180 expositores y 270 sellos editoriales, y habrá 889 presentaciones de libros, 154 charlas y conferencias, 37 lecturas y recitales, y 39 talleres. Una gran ausencia, sin embargo, llama la atención: la del Fondo de Cultura Económica. Al respecto, Paco Ignacio Taibo II, su director, aseguró que la editorial estatal no asistirá porque son unos “careros”. Según datos que ha hecho públicos el equipo de Taibo II, la FIL Minería cobra a quien quiera poner un stand 11 mil 250 pesos por metro cuadrado (unos 565 euros), mientras que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se cotiza en 4 mil 200 pesos por metro cuadrado (unos 210 euros). Tiene razón Taibo II en que no es coherente la posición de una feria del libro organizada por la máxima universidad pública de México, que tendría que centrarse más en la promoción de la lectura apoyando a las editoriales, sobre todo a las más pequeñas, con precios asequibles para que pongan sus stands y no subiéndoles el precio, pues así solo ha conseguido una espantada que va más allá del FCE, que es el que menos debería lloriquear, pues tiene suficiente presupuesto para afrontar este tipo de gastos, e incluso juega con ventaja, pues tras la rabieta, Taibo II ha ordenado que los libros del FCE se vendan muy cerca de la sede de la FIL de Minería, en el Palacio Postal, propiedad del Estado y que no le cobra por poner sus libros. Pero otros editores no tienen esa misma suerte y no pueden permitirse el desplante, así que la declaración de Taibo II de que «todos aquellos neoliberales que están a favor de la libre competencia, pues órale, que aguanten la vara», es cuanto menos insolidaria, sobre todo con esos pequeños sellos editoriales independientes (¿neoliberales?), que no pueden ni estar en la feria ni irse con sus libros al Palacio Postal, y a los que solo parece quedarles la puta calle. ¿Por qué no los invita Paco a compartir espacio?
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