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Elogio de la piedra caliza, de W. H. Auden - Zenda
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Elogio de la piedra caliza, de W. H. Auden

Elogio de la piedra caliza, escrito en Italia en la primavera de 1948 y publicado originalmente en la revista Horizon, es uno de los poemas más celebrados de W. H. Auden, aunque no uno de los más accesibles. La composición, que inauguró un nuevo período en la obra del autor, ejerció una inmediata fascinación en los lectores...

Elogio de la piedra caliza, escrito en Italia en la primavera de 1948 y publicado originalmente en la revista Horizon, es uno de los poemas más celebrados de W. H. Auden, aunque no uno de los más accesibles. La composición, que inauguró un nuevo período en la obra del autor, ejerció una inmediata fascinación en los lectores que ha persistido al cabo de los años, gracias sobre todo a la capacidad persuasiva de su voz poética, al poder de las imágenes que emplea y a la profundidad de sus ideas. Para Auden la pieza, compleja en muchos aspectos, supuso ante todo un reto técnico, el de experimentar con la métrica silábica, insólita en la tradición poética anglosajona, siguiendo los pasos de Marianne Moore. Esta nueva traducción de Andreu Jaume, acompañada de un esclarecedor epílogo, nos traslada con fidelidad, sabiduría y destreza a la obra del más virtuoso de los poetas ingleses del siglo XX, del que Zenda ofrece un fragmento del poema, publicado por la editorial Acantilado.

Si forma el paisaje por el que nosotros, los inconstantes,
nunca dejamos de sentir nostalgia, es sobre todo
porque se diluye en agua. Fíjate en estas vertientes

     [redondeadas

    con su fragante superficie de tomillo y, más abajo,
un sistema secreto de cuevas y conductos; escucha las

    [fuentes

    que por todas partes manan con risa nerviosa,
cada una formando su propio estanque de peces,
labrando sus pequeñas quebradas cuyos riscos albergan
a la mariposa y al lagarto; observa esta región
de cortas distancias y lugares delimitados,
¿qué podría ser más parecido a la Madre? ¿O a una buena

      [educación

    para su hijo, el presumido macho que haraganea
al sol tumbado en una roca, sin dudar
de que por todos sus defectos es amado, cuyas obras no

         [son sino

prolongaciones de su capacidad de encanto? Desde los

            [erosionados roquedales

     hasta el templo en lo alto de la colina, desde el

      [alumbramiento de las aguas

a las ostentosas fuentes, desde el silvestre hasta el cultivado

     [viñedo,

    todo son hábiles pero cortos pasos que un niño,
deseoso de obtener más atención que sus hermanos,
ya sea para complacer o para hacer reír, puede dar sin

   [esfuerzo.

Mira luego la banda de rivales que suben y bajan
caminos de piedra escarpados, de dos en dos y de tres

       [en tres y, a veces,

brazo con brazo pero nunca, gracias a Dios, al paso. O

[enzarzados

    en una apasionante discusión, a pleno mediodía, en la

   [sombra de una plaza,

conociéndose demasiado bien para creer
que hay secretos importantes, incapaces
de concebir un dios cuyos accesos de ira sean morales
y no puedan ser aplacados con una frase brillante
o un buen revolcón: pues, acostumbrados a una piedra que

     [contesta,

nunca han tenido que cubrirse los rostros por el miedo
a un cráter cuya abrasadora furia no pudiera detenerse.
Avezados a las costumbres locales de valles

donde todo se puede tocar y adonde se puede ir a pie a

        [todas partes,

    sus ojos nunca han mirado el infinito
a través de la celosía del peine de un nómada; nacidos con

         [suerte,

    sus piernas nunca han dado con los hongos
y los insectos de la jungla, las monstruosas formas y vidas
con las cuales, nos gusta pensar, no tenemos nada en

[común.

Así, cuando alguno de ellos se corrompe, la forma en que

[su mente funciona

    sigue siendo comprensible: hacerse chulo
o traficar con joyas robadas o arruinar la voz de un buen

   [tenor

    para que se venga abajo el teatro es algo que puede

[ocurrirnos a todos,

excepto a los mejores y peores de nosotros…

Ésa es la

     [razón por la que, supongo,

    los mejores y peores nunca permanecimos aquí mucho

        [tiempo y buscamos

desmesuradas tierras donde la belleza no fuera tan

[externa,

    la luz menos pública y el sentido de la vida

—————————————

Autor: W. H. Auden. Título: Elogio de la piedra caliza. Editorial: Acantilado. Venta: Todostuslibros y Amazon

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Laura di Verso

Leo poesía, con o sin rima. Y me gusta que me cuenten cuentos. Frecuento las redes, poco, desde marzo de 2020, como @lauradiverso.

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