Ruló por las redes —yo mismo le di bola—, como a principios de julio, el siguiente texto: “Las y los profesionales del mundo de la cultura queremos denunciar el retorno de la censura que está atentando contra la libertad de expresión, un derecho consolidado social y democráticamente en nuestra Constitución. Exigimos la protección de nuestros derechos fundamentales porque sin cultura no hay democracia”. Todo porque un puñado de ayuntamientos gobernados por el PP y Vox ha cancelado no sé cuántos estrenos, previamente confirmados, de obras de teatro y películas que atentaban contra la moral, o como se diga, de los trasuntos patrios de Helen Lovejoy, la esposa del reverendo de Los Simpson. De esos “sepulcros blanqueados” que “por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre”, en palabras de su presuntamente admirado Jesús de Nazaret. Insisto: presuntamente.
En teoría, el texto difundido, más allá de ese “las y los” que excluye a les “profesionales del mundo de la cultura”, es impecable; en la práctica, pues tiene sus lagunillas, a ver. Porque “las y los profesionales del mundo de la cultura”, o sea, la cofradía de Ismael Serrano, los Bardem, los “estalinistas cursis” (Raúl del Pozo) y derivados, ha permanecido silente, cuando no ha desfilado con batucadas, en aquellos momentos, y no son pocos en los últimos años, en los que la izquierda, con o sin sus socios de gobierno nacionalistas, ha ejercido de Torquemada en nombre del sexo/género, de la raza o de la ecología. Conozco casos. De amigos. De amigos muy cercanos. Uno prefirió callarse para evitar un mal mayor y no seré yo quien desvele su calvario, cada vez más pretérito. El otro tiró p’alante. Y ganó.
El colaborador de Zenda Roberto Vaquero (Madrid, 1986) publicó en abril de este año Inmigración: ¿Realidad, fenómeno o problema? (Ed. Círculo Rojo), un ensayo infestado de gráficos, estadísticas y referencias a informes oficiales en el que aborda la necesidad, cuando no la urgencia, de cercenar la llegada masiva de extranjeros en situación irregular a España. El autor no escribe desde una perspectiva facha. Argumenta que “el inmigrante no es el culpable de la situación”, carga contra las mafias, “las ONG que les hacen el juego y los chantajes de Marruecos”, reivindica las raíces, apunta contra el cosmopolitismo y contra “aquellos que quieren imponer la cultura hegemónica norteamericana” y denuncia la guetificación y los riesgos que conlleva la islamización de un territorio —importante: musulmán no es sinónimo de islamista—. El libro escuece porque exhibe un paisaje antipático, no apto para jipilongos, pero terriblemente real. La redacción es contundente y ágil y, como ya se ha apuntado, la documentación es exhaustiva, quizá demasiado. En este sentido, entiendo que el líder del Frente Obrero quiera que no le pillen en un renuncio, pero hay alguna que otra tabla que interrumpe la lectura en el momento en que esta empieza a coger ritmo.
El caso es que Vaquero se fue a presentar Inmigración… a Cataluña a finales de junio. Recuerden: el ensayo, como ya se ha indicado, salió en abril. El colaborador zendiano se plantó en Tarragona y en Barcelona e, ipso facto, se hinchó a recibir presiones y amenazas. Según me contó él mismo, en la primera ciudad “tuve que ir cambiando de sitio hasta que en un hotel, a la cuarta, no cedieron a las presiones y pude presentarlo. Fue un exitazo. Luego, en Barcelona, el Ayuntamiento de Jaume Collboni nos denunció a la Junta Electoral. Hice un recurso diciendo que se trataba de un libro que salió meses antes. Me llegaron a decir que podía incurrir en un delito de odio, como si tuvieran una bola de cristal. Hicimos la presentación, vino gente a manifestarse contra nosotros e intentaron echarnos por la fuerza. Gracias a esta gente, en Amazon fui número uno en Ensayo”. Las y los profesionales del mundo de la cultura no alzaron la voz en esta ocasión. Porque, en España, la censura es criticable cuando es de los otros, pero no lo es tanto cuando es de los hunos. Porque todavía sólo criticamos la ejecución dependiendo de qué pie cojee el verdugo. ¡Y lo que nos queda!
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Autor: Roberto Vaquero. Título: Inmigración: ¿Realidad, fenómeno o problema? Editorial: Círculo Rojo. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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