La vieja Inglaterra siempre ha sido experta en contar sus triunfos. Y lo hace tan exasperantemente bien, que uno no puede menos que lamentar no haber nacido en aquella isla.
No me canso de repetirlo: el catálogo de libros de Reino de Redonda sigue engrosando la delgada línea roja (elegantemente polícroma en sus cubiertas) en defensa de unos títulos que sin el refugio de esta isla se perderían para siempre. Unos libros exquisitos en peligro de extinción, por lo que considero de justicia insistir en la invitación, convocando a los lectores a pasear por este reino para celebrar cada nueva aparición en librerías.
La verdadera elegancia es sin duda discreta y casi siempre minoritaria. Por eso quizás, y a pesar del justificado lamento de sus editores, la existencia de estas joyas pase casi inadvertida en mesas de novedades, como diamantes engarzados en una lámpara de cristal encendida. Tal vez no sea justo, pero en el mundo editorial (y en el otro) esto es inevitable.
Sin embargo, por obra y gracia del cine, uno de los ejemplares del reino está más de moda que nunca. Triunfo, aventura y exquisitez British inspirada en uno de los libros de Reino de Redonda es lo que podemos encontrar en estos días en la gran pantalla: Operation Mincemeat o, como se ha llamado en España, El arma del engaño. Una película que, a pesar de su contundente reparto, sigue quedando a la sombra de la primera adaptación llevada al cine en 1956, obra maestra difícil de superar titulada, precisamente, The Man Who Never Was.
Dicho título se tomó de la historia escrita por Ewen Montagu El hombre que nunca existió, y como todas las buenas historias esta es compleja y singular. Por eso, para desentrañar su misterio, hemos de regresar a la literatura y al libro de Reino de Redonda. A medio camino entre la novela de espías, el relato policíaco y la crónica histórica, esta aventura plantea tres versiones.
En primer lugar, citaremos la novela corta escrita en 1949 por Duff Cooper y titulada Operación Desengaño. El mismísimo monarca Javier Marías hablaba con esta servidora de dicho autor en estos términos:
Duff Cooper fue todo. Fue político; fue espía; fue un hombre de enorme éxito con las mujeres, un poco a la manera de Patrick Leigh Fermor, de quien por cierto la hija de Cooper, Artemis, escribió hace pocos años una magnífica biografía. Duff estuvo casado con la entonces supuestamente mujer más guapa de Inglaterra, Lady Diana Cooper. Pues el nuevo Duke of Redonda es el hijo de Duff Cooper y padre de Artemis Cooper (que es la mujer de Beevor) y por tanto suegro de Beevor.
Efectivamente, el autor de esta historia es Duff Cooper que, como bien decía Marías, “fue todo”: Miembro del Foreign Office, condecorado con la prestigiosa DSO tras la Gran Guerra, diputado del Parlamento, Secretario de Estado para la Guerra y Primer Lord del Almirantazgo. Casado con una de las mujeres más elegantes de la historia, Lady Diana Cooper, durante su estancia de tres años en Francia como embajador sedujo a las más inteligentes y bellas damas del país, entre las cuales se encontraba la escritora y modelo Louise Leveque de Vilmorin, pero la lista se extendía, incontable, a lo largo de la geografía con numerosas mujeres, todas bellas, cultas, notables: la millonaria heredera Daisy Fellowes, la socialite mexicana Gloria Guinness, la escritora Susan Mary Alsop, con quien además tuvo un hijo ilegítimo (pero esa es otra historia)… También cayó en sus seductores brazos la esposa del jugador de polo “Boy” Capel, no sabemos si por amor o para vengarse de su infiel marido, a su vez amante estable nada menos que de una jovencísima Coco Chanel (esta también, me temo, es otra gran historia).
Pero la nuestra ahora es la historia del autor de Operación Desengaño, que continúa en el hijo, fruto de su matrimonio con Lady Diana: John Julius Norwich.
Son contadas las ocasiones en las que un vástago nacido de un hombre con tanto peso supere al padre. Uno de estos casos es el de Norwich, que tal vez no lo fue todo, pero sí fue mucho: ministro de exteriores, embajador en Belgrado y Beirut, en el 64 abandonó la carrera diplomática para dedicarse a escribir, convirtiéndose en uno de los autores más prestigiosos de Inglaterra. Miembro de la Royal Society of Literature, Comendador de la Real Orden de la Reina Victoria, miembro del National Trust.
Casado, como hiciera su padre, con una belleza de la aristocracia inglesa, Anne Frances May Clifford, tampoco se quedó atrás en lo que a conquistas se refiere. Entre ellas destacó su relación con la modelo Enrica Soma, esposa de John Huston, con la que tuvo una hija ilegítima, Allegra Huston. Fruto de su matrimonio nacería otra niña, más o menos de la edad de Allegra, hoy convertida en la prestigiosa escritora Artemis Cooper, gran amiga y biógrafa de mi admirado (y no menos conquistador) Paddy Leigh Fermor (quien, a su vez y para enredar deliciosamente la trama, fue durante un tiempo amante de Enrica Soma Huston).
Bien. Todas estas vidas, casamientos, guerras, infidelidades y vástagos se engarzan como piezas perfectas en el sutil engranaje del libro de Reino de Redonda, donde el mismísimo John Julius Norwich escribe el prólogo de la historia de Duff Cooper.
Él mejor que nadie explica en dicho prólogo que la historia ficticia que su padre publicó se basaba en un hecho muy real: una operación organizada por los servicios secretos británicos que cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial: la Operación Carne Picada, cuyo propósito, usando para ello el cadáver de un desconocido al que fabricaron una biografía falsa, era confundir al Alto Mando alemán sobre el verdadero objetivo del ejercito aliado, que era el decisivo ataque a la Europa meridional a través de Sicilia.
El escenario del engaño tenía que ser el de un país neutral que asomara al Mediterráneo, así que inevitablemente España entró en el juego. Por eso aquel cadáver del «hombre que nunca existió» hoy se encuentra enterrado en una tumba de Andalucía, frente a las doradas playas de Huelva.
La novela de Cooper, sin embargo, no gustó en absoluto en Whitehall, que presionó al autor para que no la publicara, por considerar peligroso sacar a la luz una historia secreta, aunque fuese en términos de ficción, sobre todo por no desequilibrar las delicadas relaciones entre los países implicados. A Cooper eso le dio exactamente igual, y considerando que la historia debía conocerse, la publicó sin más el 10 de noviembre de 1950.
El éxito rotundo agotó enseguida las cuatro primeras ediciones, y entonces el gobierno británico decidió contraatacar encargando a Ewen Montagu que escribiese la “verdadera historia” de la Operación Carne Picada, que él tituló El hombre que nunca existió. Miembro de la Inteligencia Naval del Almirantazgo durante la Segunda Guerra Mundial, Montagu fue uno de los hombres clave implicados en este plan secreto. Conocía, por tanto, hasta el último detalle, y así fue cómo, según sus propias palabras, lo vertió en el papel. Aunque claro, no debemos olvidar que estas palabras supuestamente verdaderas las escribe el cerebro que diseñó una mentira de tal envergadura que logró engañar al mismísimo Hitler.
Queda en manos del lector este libro exquisito de Reino de Redonda para que solo él sea el responsable de desentrañar el misterio de la historia y la identidad del muerto. Tal vez la clave esté en estos versos de Duff Cooper:
“En el mejor de los casos, la vida del hombre es triste y breve.
¿Qué importa perder o ganar?
Quien muere por aquello en lo que cree
nunca habrá muerto en vano”.
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