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El hombre ensimismado - Zenda
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El hombre ensimismado

Para formular su incisiva mirada sobre la vida en nuestros días, Santiago Lorenzo recurre a una anécdota bastante simple. Se trata de la peregrina peripecia de Manuel, un veinteañero con licenciatura en Ingeniería que padece la grave situación socio económica de las fechas presentes, va de empleo en empleo precario y busca a la vez...

Desconozco las tres anteriores novelas del cineasta Santiago Lorenzo, así que no contaba con precedentes que me ayudaran a solventar la sensación contradictoria que me produjo el título de su nueva obra, Los asquerosos. Es llamativo y por eso reparé en él entre las muchas novedades libreras, pero sospeché un retorno del desgastado tremendismo de posguerra o un reclamo publicitario de dudosa ley. El caso es que preferí otras lecturas. Mientras, el autor ha tenido una notable repercusión y la obra ha encadenado reediciones sin cesar. Por ello, aunque con retraso, he decidido en buena hora retomar el libro porque se trata de un trabajo de notable mérito, original en el argumento y en la prosa, y con una propuesta ideológica contracorriente.

Para formular su incisiva mirada sobre la vida en nuestros días, Santiago Lorenzo recurre a una anécdota bastante simple. Se trata de la peregrina peripecia de Manuel, un veinteañero con licenciatura en Ingeniería que padece la grave situación socio económica de las fechas presentes, va de empleo en empleo precario y busca a la vez en el trabajo un medio de lograr relaciones humanas que le liberen de la soledad. Un día agrede incidentalmente a un policía durante una manifestación en la que no participa, el caso puede ser grave y se ve obligado, con la ayuda de su tío materno, narrador de la historia, a escapar de Madrid. Busca un lugar donde esté ilocalizable y lo encuentra en Zarzahuriel, imaginario pueblo vacío de la Serranía celtibérica, no muy lejos de la capital. Se adueña de una casa abandonada, se las ingenia para solventar la subsistencia y se siente en plenitud en el escondrijo. La inesperada presencia recurrente de una familia de domingueros altera su tranquilidad, pero logra espantarlos con esforzadas tretas. Aunque podría instalarse ya en Madrid al desaparecer cualquier peligro policial y legal, decide afincarse para siempre en su paraíso rural.

"El alcance testimonial de la novela no concluye en una fotografía de época sino que supone también un mensaje político"

El primer acierto de Santiago Lorenzo reside en el peculiar tratamiento de una trama más o menos verista y común, tal como la he sintetizado con algún detalle para que el lector disponga de algo más que de un simple esqueleto argumental. De entrada, juega con una paradoja esencial, la conversión de alguien ansioso de amistad en eremita un punto sociópata. Además, el verismo se somete al torcedor del imposible o el disparate, pues de lo uno y lo otro encontramos en cómo soluciona Manuel, y en las industrias con que le ayuda su tío, su okupación rural. Lorenzo somete el realismo al torcedor de la inventiva (gracioso cómo los supermercados Lidl le avituallan a fecha fija en tan remoto lugar) y tiene el tino de amenizar el documento con intencionadas concesiones al juego imaginativo. Por si fuera poco, sobre la novela planea la larga sombra de un clásico, citado en la cubierta, Robinson Crusoe, pero a ese mito, el robinsonismo, le da la vuelta como a un calcetín: los «robinsones» lo son a su pesar y su anhelo se cifra en volver al contacto con la sociedad, lo contrario que Manuel.

No acaban aquí los rasgos peculiares con que Santiago Lorenzo diseña Los asquerosos. Uno tiene que ver con la perspectiva del relato. Frente a la severidad con que suelen abordarse la cuestión de la identidad —a ello remite, en última instancia, la novela— y la gente «asquerosa» (los explotadores, los molestos, los egoístas, los tacaños, los «cacas», los convencionales…), el autor aplica filtros de distanciamiento con diferentes texturas, ironía, humor, sarcasmo, burla. La otra nota anida en el lenguaje. Lorenzo maneja una prosa singular. En ella se permite desvíos sintácticos y oraciones sincopadas. Y se da el gusto de una abundosa creatividad léxica: amiguerío, engordecer, hortomarranícola, dolorondo (dolor orondo), habitancia, tufihuelas, gilifrascos, pirrilera, embarafollarse, lelicie, tontiscolios, sucintidad, desnecesidad… Que responde ello al placer del manipulador del lenguaje no hay duda. Pero lo importante es cómo se consigue un tono narrativo cercano a la comunicación conversacional, al fluir verbal desde la mente del narrador, quien, como si estuviera en una charla confianzuda, habla sin restricciones y con convincentes palabrotas.

En un vistazo superficial, Los asquerosos podría entenderse como una estampa social de actualidad. Doble. Por un lado, de los efectos de la crisis financiera iniciada hace un decenio, ceñidos a unas fechas concretas posteriores a 2013. Por otro, del grupo social denominado, con un neologismo felicísimo, «la Mochufa». Este mote satiriza con pitorreo mordaz al colectivo de urbanitas de clase media llenos de tics mentales y de comportamientos adocenados, carne de cañón del consumismo, que trasladan sus rutinas al domingueo rural de fin de semana. El alcance testimonial de la novela no concluye en una fotografía de época sino que supone también un mensaje político. Ya las pocas líneas de la cubierta del libro destacan que es una novela «rabiosamente política».

"Sería algo excesivo ver en Los asquerosos una propuesta ideológica favorable a un individualismo radical"

Lo es por la opción de Manuel. La suya es una decantación absoluta e irreversible a lo que, de nuevo dicho con un inspirado neologismo, se alza como el valor social por excelencia, «la sucintidad». Entendamos el despojamiento máximo de bienes materiales, el tributo a la vida ascética, la entrega a un franciscanismo indumentario, la rendición nutritiva a los yerbajos y frutos silvestres del campo, la renuncia a los progresos de la civilización, el desdén de la sociedad del bienestar… la celebración, en suma del adanismo. Con ello va, aunque no se diga, la renuncia a intervenir en la vida colectiva y el absentismo social. A los problemas del mundo, Manuel no ofrece más alternativa que un rocoso solipsismo y el encumbramiento del hombre ensimismado.

Creo, sin embargo, que sería algo excesivo ver en Los asquerosos una propuesta ideológica favorable a un individualismo radical. ¿Es Santiago Lorenzo un conservador que rehúye afrontar la conflictividad del mundo o un progresista que desenmascara las insuficiencias de un orden social totalmente insatisfactorio? Quizás no haya que llegar tan lejos y sea suficiente con percibir nada más una mirada áspera y tierna a los desasosiegos de la vida volcada en una historia amena, jocosa y a ratos triste.

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Autor: Santiago Lorenzo. Título: Los asquerosos. Editorial: Blackie Books. Venta: Amazon

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Santos Sanz Villanueva

Santos Sanz Villanueva (Soria, 1948) es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza y doctor en Filología Románica por la Complutense de Madrid, de la cual es catedrático jubilado de Literatura Españo­la. Conferenciante y crítico literario, ha recibido el Premio Fastenrath de Ensayo de la Real Academia Española por Historia de la novela social española, y el Premio Fray Luis de León de Ensayo. Entre sus publicaciones más importantes, destacan Narrativa en el exilio (1977), Lectura de Juan Goytisolo (1980), El siglo XX. Literatura actual (1984), La Eva actual (1998), El último Delibes y otras notas de lectura (2007), Diez novelistas españoles de postgue­rra. Siete olvidados y tres raros (2010) y La novela española durante el franquismo (2010). Ha prologado libros de Cervantes, Miguel Delibes, José Hierro, Juan Goytisolo, José María Merino, Arturo Pérez-Reverte, Josep Pla, Gonzalo Torrente Ballester y Francisco Umbral.

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