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'El hombre de la bata roja', de Julian Barnes - Zenda
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‘El hombre de la bata roja’, de Julian Barnes

Barnes ya ha dejado claro con su comienzo que esta novela va a estar teñida de su sentido de humor característico, pero lo que ha ocultado en esas líneas es que se ha enamorado de su protagonista tanto como las personas que lo rodearon. Cuenta en una entrevista que descubrió el cuadro El doctor Pozzi...

“Un conde un príncipe y un plebeyo, llegan a Londres…» dice Julian Barnes, como si nos estuviera relatando un chiste de aquellos en los que tres hombres de distinta nacionalidad competían a algo. Solo que no se trata de un chiste sino de su nueva novela, en la que el conde Montesquiou-Fezensac, el príncipe Edmond de Polignac y el Dr. Samuel Jean Pozi viajan a Londres para comprar cortinas en 1885 y, de paso, sumergirse en un ambiente basado en la buena vida para quienes se lo podían permitir.

Barnes ya ha dejado claro con su comienzo que esta novela va a estar teñida de su sentido de humor característico, pero lo que ha ocultado en esas líneas es que se ha enamorado de su protagonista tanto como las personas que lo rodearon. Cuenta en una entrevista que descubrió el cuadro El doctor Pozzi en casa en la National Portrait Gallery de Londres en 2015, y que ese fue el comienzo de esta biografía que hoy nos ocupa. Pozzi fue un hombre de porte distinguido y concepción social moderna, primer ginecólogo con cátedra en París y, si le preguntaran a las mujeres que lo rodearon, añadiríamos adjetivos que van desde «un dios» hasta un hombre “asquerosamente guapo”. Barnes finge utilizar a este personaje para dejar un retrato de la época que no escatima en ilustres secundarios. Aparecen en sus páginas James, Proust o Wilde, con un problemilla legal, y pintores como Tissot o Degas que hacen las delicias con vivencias y ocurrencias de cualquier lector interesado en la época. Y digo que lo finge porque es Pozzi el verdadero protagonista de su biografía, algo que en el caso de la pluma barnesiana no siempre está garantizado, y deja al lector casi tan deslumbrado como a buen seguro estuvo Barnes ante su retrato. De hecho, tanto fue así en aquella galería que el propio autor compite y nos dibuja a un hombre que enamoraba a casi todas las mujeres —las propias eran otro cantar—, investiga, trae adelantos y salva vidas y mentes al incluir una biblioteca en el recinto hospitalario. Pozzi no mira clases sociales, se ocupa de los soldados y deja para la posteridad un recuerdo que se aproxima a aquel Dios con el que lo comparaba una de sus pacientes. Solo que bajo la pluma afilada de Barnes a todo eso hay que añadirle dosis propias de opinión y cinismo que aligeran la seriedad de una biografía a la par que dejan claro que no estamos ante un retrato buenista de una figura notable. Una figura que alcanzó una fama internacional y tuvo a su muerte un gran desfile y que es honrada por los caprichos del destino con una vuelta tan irónica que, de haberla ideado alguien, estoy más que segura que hubiera sido el propio autor. Y es que si la vida que relatas comienza casi como un chiste, qué duda cabe que tiene que tener un final a la altura para lograr una novela redonda. Y la de Barnes lo es.

Se complementa esta biografía con un juego de identidades veladas en el que se mezclan nombres conocidos con otros que resultarán divertidos de identificar para el lector, que se pasea por La Belle Epoque entre maravillosas fotografías que se funden entre dudas sobre lo que podemos o no saber, pero que Barnes nos cuenta dibujando una época y una figura que bien hubieran podido ser ficción. Solo que en este caso se hace cierta esta máxima que dice que la realidad supera la ficción, y buena muestra es la biografía de Pozzi que, como ya ha quedado claro, sí que existió.

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Autor: Julian Barnes. Traductora: Jesús Zulaika. Título: El hombre de la bata roja. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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Silvia @MientrasleoS

Administradora de Entremontonesdelibros. Colaboradora en publicaciones literarias. Lectora editorial multilingüe. @MientrasleoS

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