No debería extrañarnos que el Heavy del Bigotón desconozca lo que son los chemtrails y crea que son el nombre de una nueva banda en vez de esas supuestas estelas supuestamente químicas que los supuestos poderes ocultos supuestamente arrojan a la población para supuestamente fumigarla aún no se sabe muy bien con qué supuestos objetivos. Desde que su biblioteca dejó de ser tan pequeña que sólo ocupaba las dos estancias más amplias de su casa para pasar a ser tan grande como para caber en el teléfono que llevaba en su bolsillo, era muy selectivo en sus lecturas.
Se concentró así en sus libros y dejó de atender esos mensajes y correos que se referían a una presunta relación entre vacunas y autismo; ya no prestaría más atención a tertulias cuyo sesgo fuera el del mejor postor y se negaría a leer noticias cuyos titulares sirvieran como simple cebo para captar visitas; pasó de largo por tuits que afirmaban que la denominada ciudad de los quince minutos, o tener todos los servicios cerca del domicilio, formaba parte de una conspiración comunista, y ni que decir tiene que no perdió un minuto en vídeos terraplanistas. Si por sus lecturas fuera, el Heavy del Bigotón estaría más preocupado por un inminente conflicto bélico entre aqueos y troyanos motivado por el rapto de una bella joven llamada Helena, que porque le fueran a inocular ningún microchip en su próxima vacuna.
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