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El dinero de los futbolistas - Zenda
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El dinero de los futbolistas

La definición, puesta en práctica, resulta diferente porque no todos los futbolistas son iguales en función de su categoría. El futbolista de base es el único que considera a este deporte como un ejercicio físico satisfactorio, capaz de mejorar al ser humano física y psíquicamente. Es, por tano, el futbolista puro. A medida que va...

Si se toman ustedes la molestia de consultar la palabra “futbolista” en el diccionario de la Real Academia Española (les aconsejo que tengan uno a mano, porque resulta muy divertido y aleccionador) se encontrarán con una definición muy simple: “futbolista.1. Común en cuanto al género. Jugador de fútbol”.

La definición, puesta en práctica, resulta diferente porque no todos los futbolistas son iguales en función de su categoría.

El futbolista de base es el único que considera a este deporte como un ejercicio físico satisfactorio, capaz de mejorar al ser humano física y psíquicamente. Es, por tano, el futbolista puro.

"A medida que va subiendo la categoría del futbolista, cuando llega a la profesionalidad, el fútbol deja de ser un deporte y pasa a ser su modus vivendi"

A medida que va subiendo la categoría del futbolista, cuando llega a la profesionalidad, el fútbol deja de ser un deporte y pasa a ser su modus vivendi, pasando el sujeto a ser una persona distinta de la que empezó. Entonces en contadas ocasiones pasa a ser un tipo prepotente por su mal encauzada formación cultural, por su escasa formación disciplinaria y por el exceso de tolerancia y abundancia de dinero fácilmente ganado. Si es de los futbolistas que han alcanzado una categoría profesional en Primera División y es un jugador disputado por varios clubes, ¡enhorabuena! Ha alcanzado la categoría de crack, voz inglesa, con tres acepciones escalofriantes: “1. m. Droga derivada de la cocaína. 2. m. Deportista de extraordinaria calidad. 3. m. Caballo que destaca en las carreras. Si nos quedamos con la referente al deportista de extraordinaria calidad, hemos de añadir que en este caso el deportista es un tipo generosamente bien pagado, insultantemente bien pagado si comparamos su ficha y sueldo con otros sueldos de profesionales de la Medicina, las Artes, la Ciencia, y nada digamos de los profesionales de la Agricultura, la Ganadería y la Industria.

Existen clubes que para demostrar su poderío económico (a veces engañoso), pagan cifras millonarias a los jugadores de relumbrón. ¡Tanto dinero les pagan, que parece que lo dan por epatar, para que el jugador fichado lo desparrame, haciendo un uso abusivo de él y convirtiéndolo en diosecillo de purpurina dorada! No hace falta traer ejemplos de los futbolistas sobrevalorados y malgastadores.

Es inútil escribir cosas como esta, que, afortunadamente no se da de forma general, pero es verdad demostrable con ejemplos publicados.

"Todos se han ido al mejor postor, poseedor de un cementerio de elefantes"

Antiguamente eran los toreros los que se llevaban la fama de millonarios. Ahora son los futbolistas, que lo más que se juegan es una lesión, pero no la vida. Existe, por consiguiente, un factor impulsor de las actitudes de los futbolistas. El dinero, solamente el dinero, nada más y nada menos que el dinero. Piensen en los nombres de los cinco o seis grandes futbolistas de los últimos cinco años y comprobarán que ninguno, en el ocaso de su carrera, se ha quedado en el club que lo descubrió y cuyo escudo solían besar cuando metían un gol. Todos se han ido al mejor postor, poseedor de un cementerio de elefantes.

No les mueven (ni les movieron) los colores del club que les hizo millonarios. Los besuqueos al escudo de su camiseta eran pura pamplina, una farsa obligada por las circunstancias. Lo primero es la cartera y lo segundo el corazón.

No le demos más vueltas. La “vergüenza torera” —cosa natural— no existe en el fútbol. Les movió el brillo del dinero.

“Madre, yo al oro me humillo, /él es mi amante y mi amado, /pues de puro enamorado/de continuo anda amarillo. /Que pues doblón o sencillo/hace todo cuanto quiero, /poderoso caballero/es don Dinero”.

Poderoso caballero es don Dinero, dijo Quevedo (que por cierto escribió estos versos en Valladolid, ciudad en la que escribo), cuando era estudiante de Teología de esta Universidad.

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José Delfín Val

Periodista. Locutor y comentarista en RNE. Es académico de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid, y cronista oficial de esta ciudad. Ha publicado numerosos libros de diferentes temáticas.

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