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El caso de la duquesa atractiva - Zenda
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El caso de la duquesa atractiva

El profesor Moriarty (a pesar de que su figura sobrevuela y aletea sigilosamente —como si fuera la sombra maligna del vampiro de Bram Stoker—, sobre todas las historias escritas por Watson), sólo aparece en dos relatos del Canon —El Valle del Terror y El Problema Final— y se menciona solamente en otros cinco. Cuando el inspector MacDonald va a...

El profesor Moriarty (a pesar de que su figura sobrevuela y aletea sigilosamente —como si fuera la sombra maligna del vampiro de Bram Stoker—, sobre todas las historias escritas por Watson), sólo aparece en dos relatos del Canon —El Valle del TerrorEl Problema Final— y se menciona solamente en otros cinco.

Cuando el inspector MacDonald va a visitar a Holmes para hacerle partícipe del horrendo crimen cometido en Birlstone bromea un poco con el detective por la actitud obsesiva que tiene hacia Moriarty. Es más, hasta llega a insinuarle que en el Departamento de Investigación Criminal de Scotland Yard piensan que esa fijación es infundada: «Parece que se trata de un hombre muy respetado, culto y de gran talento».

"Ese segundo cuadro tiene que haber sido robado, puesto que en ese despacho hasta hace muy poco sólo había uno comprado por Moriarty."

Holmes le contesta que esa es su gran virtud y coartada, es decir, tener la habilidad suficiente para parecer un hombre respetable y ser el mayor criminal de todo Londres.

MacDonald le confiesa al detective que bajo un falso pretexto le hizo una visita a Moriarty y que se encontró con un hombre de esmerado trato, casi llegó a parecerle por sus maneras un predicador, hasta llegaron a hablar de eclipses y de materias de gran envergadura matemática. Holmes le hace una serie de preguntas relacionadas con la decoración de su despacho y en concreto sobre una pintura que hay al fondo de la pared.

—No era una pintura, sino dos a juego. Es decir, la pareja. La primera representa a una mujer joven con la cabeza apoyada en las manos, que te mira de soslayo de forma inocente, y la segunda a una dama de mirada insinuante que juega con su hermosa cabellera de color castaño. Ambas muestran displicentemente un pecho.

Al oír ese comentario, Holmes se pone a la defensiva y le dice: «¿Cómo que dos? Ese segundo cuadro tiene que haber sido robado, puesto que en ese despacho hasta hace muy poco sólo había uno, comprado por Moriarty en una subasta por un precio que no se podía permitir con su sueldo de profesor. El lienzo es de Jean-Baptiste Greuze».

—Si ese segundo cuadro es el que pienso, mi querido Mac, me habrá usted ayudado a resolver el Caso de la duquesa atractiva que tengo pendiente desde hace meses. Verá… Una dama, tan bella como aristocrática, tenía colgado ese lienzo en su mansión solariega de Rye, al sureste de Inglaterra, y cuando se dio cuenta de su desaparición puso el asunto en mis manos. Ahora podemos dar el caso por resuelto.

—Señor Holmes, me asombra que conozca tan a fondo el despacho de Moriarty sin haber estado nunca oficialmente en su interior y que ahora me sorprenda aún más diciéndome que acabo de resolverle un robo acaecido meses atrás con la pobre información que le acabo de facilitar. Quisiera saber de qué forma logró acceder a ese despacho y cómo piensa cerrar definitivamente su Caso de la duquesa atractiva.

Mi querido Mac, la primera pregunta no se la puedo responder a un oficial de la policía sin comprometerme seriamente, y usted mejor que nadie comprenderá los motivos. Quizá le sirva con que le diga que el primer cuadro lo compró Moriarty en una subasta por un precio que no se podía permitir y el segundo, que según mis datos hace pareja con el primero, fue robado por uno de sus secuaces cuando los propietarios se encontraban en la Costa Azul, y eso responde a su segunda pregunta. Yo, personalmente, tendré el inmenso placer de devolvérselo a su legítima propietaria, daré por cerrado el caso y le facilitaré a Watson toda la información necesaria para que escriba un relato adornándolo con algunas frases llenas de truculento misterio. Para su tranquilidad, amigo Mac, le participo que el lienzo tiene en su parte trasera una contraseña casi imperceptible que sólo yo conozco, y por lo tanto puede estar usted muy tranquilo respecto a mi recta forma de proceder.

El inspector MacDonald consideró que debía ampliar sus conocimientos sobre la teoría de los eclipses, puesto que de una forma inmediata sería llamado por Moriarty para denunciar el robo del segundo cuadro, pero tenía muy clara la forma de llevar el caso.

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Javier Casis

Javier Casis nació en Logroño (La Rioja en 1941). Ha desempeñado diversos cargos en la Administración, la empresa pública y la privada. Es un apasionado de las librerías de viejo y de la literatura fantástica, sobre todo de la británica. Ha escrito cinco libros de relatos y cinco novelas, cuatro de ellas relacionadas con el mundo de Sherlock Holmes. javiercasis.hostei.com

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Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Deseando leerla. No sé por qué la reseña me ha recordado «La tabla de Flandes», esa novela detectivesca, insuperable, que he leído incontables veces. Quizás don Arturo ha vuelto, si es que volver es posible, a esa senda.

Ecaminemosnos pues a navegar en esta nueva aventura.

Juan Manuel Santos González
Juan Manuel Santos González
1 año hace

¿Y no se podría haber evitado el anglicismo calcado del título del artículo? Es que no se trata de un tributo, sino de un homenaje, creo yo. No esperaba que la página de Zenda cayese también en esta contaminación.

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