Deprecated: Methods with the same name as their class will not be constructors in a future version of PHP; GDLR_Import has a deprecated constructor in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/goodlayers-importer/goodlayers-importer.php on line 28
El asesinato de Lorca, de Ian Gibson - Zenda
Warning: is_dir(): open_basedir restriction in effect. File(/usr/share/nginx/html/wp-content/plugins/wpdiscuz/themes/default) is not within the allowed path(s): (/var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/:/tmp/) in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/wpdiscuz/forms/wpdFormAttr/Form.php on line 157

El asesinato de Lorca, de Ian Gibson

En El asesinato de García Lorca, Ian Gibson revisita su obra más exitosa, en el 120 aniversario del nacimiento del poeta granadino.  Ha pasado casi medio siglo desde la aparición, en el París de 1971, de la primera edición de esta obra, bajo el título La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte...

En El asesinato de García Lorca, Ian Gibson revisita su obra más exitosa, en el 120 aniversario del nacimiento del poeta granadino. 

Ha pasado casi medio siglo desde la aparición, en el París de 1971, de la primera edición de esta obra, bajo el título La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca. Prohibida su importación por la Dictadura, la concesión, al año siguiente, del Premio Internacional de la Prensa en la Feria del Libro de Niza le dio una resonancia mundial. Zenda ofrece a continuación el prólogo del libro.

Prólogo

He contado en Aventuras ibéricas (Barcelona, Ediciones B, 2017) cómo nació en Granada, en 1965, mi indagación sobre el asesinato del autor de Bodas de sangre y el contexto en que se llevó a cabo. No es cuestión de volver aquí sobre aquel año apasionante… y los cuatro siguientes. El resultado de mis pesquisas fue La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, publicado en París por la editorial Ruedo Ibérico, hoy mítica, en 1971. Se prohibió enseguida en España, pero miles de ejemplares cruzaron la frontera, máxime a raíz de recibir el Premio Internacional de la Prensa en la Feria del Libro de Niza en 1972. Se comentó el acontecimiento en la prensa española —notablemente por José María Pemán en ABC— y el libro se tradujo al francés, inglés y otros idiomas.

Con la evidencia de que al régimen de Franco le quedaba poco tiempo, el mundo editorial español iba abonando ya para entonces el terreno para la explosión de títulos sobre la República y la Guerra Civil que se avecinaba. Por lo que le tocaba al poeta granadino, signo de los tiempos fue el oportunismo de la publicación por Planeta, en marzo de 1975 —siete meses antes de la muerte del Caudillo—, del libro de José Luis Vila-San-Juan García Lorca, asesinado. Toda la verdad.

En abril de 1979 la editorial Crítica de Barcelona publicó una nueva edición revisada y ampliada de mi estudio. Ello me permitió incorporar aportaciones no solo de la mencionada obra de Vila-San-Juan sino de muchos trabajos —libros, artículos de prensa, ensayos— aparecidos alrededor del mundo a partir de la muerte del dictador. Tuvo numerosas reediciones con la inclusión de más documentación. Pero no procedente de una obra cuya publicación se demoraba, al parecer, eternamente. Me refiero a Los últimos días de García Lorca, del periodista y escritor granadino Eduardo Molina Fajardo, que, por desgracia, solo vería la luz en 1983, editado por Plaza y Janés, cuatro años después de la muerte repentina de su autor a finales de 1979.

En la edición de mi libro publicada por Círculo de Lectores en 1986 (luego reimpresa por Punto de Lectura en 2005) ya se notaba la presencia del de Molina Fajardo. Hoy, en esta nueva de Ediciones B, mucho más. Solo tuve un breve encuentro con él en 1965 mientras iniciaba mi investigación. Ocurrió en su despacho del diario Patria, ya para entonces agonizante (y hoy museo del pintor granadino Juan Guerrero). Alguien, no recuerdo quién, me dijo que Molina poseía muchos datos sobre la muerte de Lorca y que debería hablar con él. Me recibió amablemente. Lo que yo no sabía es que preparaba un libro sobre el trágico suceso.

Como falangista —durante un tiempo jefe provincial del «Movimiento»— y director de Patria, Molina Fajardo tenía acceso a documentos inalcanzables para mí, así como a muchas personas implicadas en los acontecimientos de 1936 que jamás habrían hablado con un extranjero. En algunas ocasiones sus confidentes así lo declaran. El 7 de abril de 1969, por ejemplo, un antiguo falangista que estaba en el pueblo de Víznar cuando allí mataron a García Lorca le relata cómo fue la última noche del poeta. Se llama Pedro Cuesta Hernández. El hombre hubiera preferido no hablar, pero Molina Fajardo, que va acompañado de un cura de ideología afín, es quien es, y Cuesta apenas tiene más remedio que colaborar. «Insistimos en escucharle —nos informa el autor— y teniendo en cuenta nuestra identidad falangista, acepta a narrar lo ocurrido.» En otra ocasión, en 1975, almuerza con una persona llamada Miguel Serrano Ocaña, que se incorporó al alzamiento en los primeros días. Y nos cuenta: «Coloco una cinta en el cassette y comenzamos a hablar, no sin antes decirme: “No te creas que me gusta comentar estas cosas, estos recuerdos, pero lo hago por gusto por tratarse de ti. Con otro no hablaría.”»

Providencial, pues, el tenaz empeño de Molina Fajardo, y encomiable su laboriosa recopilación de declaraciones y datos, a menudo nada halagüeños para la Falange Española Tradicionalista de las JONS, a la cual él mismo pertenece.

Los testimonios de los entrevistados por Molina nos meten en la plena «intrahistoria» de lo ocurrido en la ciudad en 1936. Muchas de las conversaciones —unas cincuenta, desarrolladas entre 1968 y 1979, sobre todo en 1969— fueron grabadas, y es de esperar que, con el resto de los copiosos materiales reunidos por el escritor y periodista, sean accesibles a futuros estudiosos cuando sus herederos los entreguen al Museo-Casa Natal de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros, como se acordó en su momento. Allí formarían, junto con las numerosas grabaciones nuestras, un archivo sonoro único.

Al margen de las entrevistas, el texto preliminar de Molina Fajardo —unas sesenta páginas impresas de un total de 424— estaba, por desgracia, sin terminar cuando murió tan a deshora. Fue preparado para la imprenta por su viuda, Ángeles González, e hijos, adoptándose «un estilo sencillo, totalmente distinto al de la pluma que lo pensó escribir». Según ella, la muerte de su marido convirtió la obra «en boceto de lo que pudo ser». Pero el conjunto es muy enjundioso, insustituible. Lo he releído con lupa e incorporado muchos de sus datos, siempre con el debido reconocimiento. Sin el paciente y minucioso trabajo del escritor granadino, aunque truncado, se habría perdido para siempre, en resumidas cuentas, una riquísima información sobre las circunstancias que rodearon el asesinato de Lorca.

El libro de Molina Fajardo, dignamente reeditado por la editorial Almuzara en 2011, tiene otro gran mérito: la inclusión de un cuidadoso índice «toponomástico» que lo convierte en herramienta de trabajo extraordinaria. En un país donde demasiado a menudo, por pereza, se siguen publicando libros de investigación sin índice alguno, es de elogiar el buen hacer de Plaza y Janés en 1983.

Otros muchos libros y artículos han enriquecido mi trabajo de los últimos años. En particular La verdad sobre el asesinato de García Lorca, de Miguel Caballero Pérez y Pilar Góngora (Madrid, Ibersaf, 2007) —exhaustivo estudio sobre el trasfondo social de la familia del poeta en la Vega de Granada, con implicaciones para su persecución y muerte—, y Lorca, el último paseo, de Gabriel Pozo Felguera (Granada, Ultramarina, 2009), que brinda nuevos datos sobre el diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, principal delator responsable del atroz crimen. También me ha hecho reflexionar el estudio de Miguel Caballero Pérez, Las trece últimas horas en la vida de García Lorca (Madrid, La Esfera de los Libros, 2011), pese a discrepar con algunas de sus aseveraciones, omisiones y conclusiones.

Todo lo relacionado con la vida, obra y muerte de García Lorca suscita ya un interés mundial. En vísperas del 120 aniversario de su nacimiento en el corazón de la Vega de Granada, algunos no podremos descansar hasta no conocer, por fin, el paradero exacto de sus últimos restos, escamoteados desde hace más de ochenta años.

Ian Gibson Madrid, 15 de diciembre de 2017

————————

Autor: Ian Gibson. Título: La muerte de Lorca. Editorial: Ediciones B. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro

5/5 (1 Puntuación. Valora este artículo, por favor)

zendalibros.com

Zenda. Autores, libros & cía. zendalibros.com · @zendalibros · fb.com/zendalibros

Ver más publicaciones

Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas:

  • Toda alusión personal injuriosa será eliminada.
  • No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • Zenda no se hace responsable de las opiniones publicadas.
Notificar por email
Notificar de
guest

3 Comentarios
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Ricarrob
Ricarrob
8 meses hace

Los puntos de vista pueden diferir y, de hecho, difieren. El mío es que, acercándose mucho la opinión a la de usted, sr. Barrero, me refiero al insigne Lorca, lo único que ha hecho el sr. Margallo es cargar la munición contra la derecha (que conste que yo no lo soy, no me considero de ningún partido político existente en España). ¡Qué estúpido! Llega a un nivel de cretinismo solo parangonable con el zapaterismo. ¡Todo un artista al echar piedras contra su propio tejado!

Apate de la munición que usted ha disparado, sr. Barrero, no deja de ser la opinión o las expresiones de una sola persona. No achaque usted dicha opinión particular a todo un colectivo. Dejemos que en España pueda haber una derecha civilizada ya que no existe una izquierda civilizada. Es como querer ampliar las acciones del sr, Koldo a todo el colectivo de izquierda. ¡Claro que la derecha tiene sus puntos negros y sus estúpidos! La izquierda también. Como decían antes los antiguos: y en mi casa a calderadas.

Gente como usted, sr. Barrero, contribuyen cada vez más en España a una polarización extrema que nos perjudica a todos. Su artículo es lícito siempre que achaque la opinión vertida solamente a una persona, a un cretino.

Felix Arellano
Felix Arellano
8 meses hace

Uno no sabe si Lorca fue partidario de una dictadura militar, lo que parece claro es que era anticomunista. Dentro del contexto de polarización extrema que nos rodea, que Margallo subrayara algo que es poco conocido (que Lorca no era de izquierdas, pese a que su figura haya sido secuestrada por la izquierda), es un hecho a apoyar. La vida intelectual de la España de los años 30 no era una de rojos y azules, buenos y malos. Se conocían entre ellos independientemente de sus ideas y hubo héroes y canallas en ambos bandos

Josey Wales
Josey Wales
8 meses hace

La legitimidad republicana se la cargó el PSOE y el PCE cuando se alzaron en armas en 1934 y cuando alcanzaron el poder en 1936 con pucherazo, secuestros de actas, amenazas y piquetes en los colegios electorales, y con un resultado invalidado por el Tribunal de Garantías Constitucionales (equivalente a nuestro Tribunal Supremo). La legitimidad republicana se la cargó la izquierda revolucionaria con cientos de huelgas, asesinatos, quema de iglesias y colegios religiosos, descarrilamiento de trenes, robos, palizas y bombas desde 1931 a 1936. La legitimidad republicana se la habían cargado los pistoleros de Indalecio Prieto cuando fueron a sacar de su casa, para matarlo, a Gil Robles; y al no encontrarlo, se cargaron a Calvo Sotelo. Las checas que montaron el 19 de julio y las listas de personas a eliminar no fueron una improvisación.

Mi gratitud a los alzados, a los caídos por Dios y por España, contra los criminales rojos. Mi gratitud a Franco por haber puesto las bases del desarrollo español, por la Seguridad Social, por la sanidad y educación universal y gratuita, por el seguro de paro y de invalidez, por la pensión de jubilación, por las universidades públicas, por la electrificación y alcantarillado a las zonas rurales, por las becas, por las viviendas de protección oficial, por las pagas extra, por la industrialización, por la elevación del nivel de vida, por la erradicación del analfabetismo, la extensión de la vacunación, por la seguridad y la libertad que conocí de niño (y hoy no tienen mis hijos) cuando podía andar sin temor por cualquier lugar y dejábamos las puertas de la casa abiertas de par en par todo el día, por las cajas de ahorro y el crédito barato con el que mis padres compraron su primera vivienda y su primer coche, etc. Gracias, Franco, de parte de un nieto de republicanos.

suscríbete a nuestra newsletter

Recibe cada semana una selección de los mejores contenidos de la web, ¡No te lo pierdas!

[contact-form-7 id="6d737e1" title="Formulario de newsletter"]