Albert Lladó (Barcelona, 1980) acaba de publicar su ensayo Contra la actualidad (Galaxia Gutenberg, 2024), en el que se pregunta sobre cómo podemos lidiar contra la omnipresencia y la amenaza de la Inteligencia Artificial y sobre cómo debemos utilizar las estrategias del humanismo y la filosofía para rescatar lo que nos hace humanos contra la mecanicidad de la máquina.
El periodista, ensayista y profesor Albert Lladó se realiza 30 preguntas sobre el presente, gracias a las cuales trata de dar respuesta a los desafíos de nuestra sociedad actual. Asimismo, se pregunta Lladó qué es ser contemporáneo, cómo podemos ser verdaderos contemporáneos y realiza un ejercicio práctico de filosofía personal, estableciendo un diálogo con los maestros del pasado (Platón, Wittgenstein, Nietzsche), tratando de rescatar aquello que todavía nos interpela de los textos antiguos.
Dialogando con películas, obras de teatro y libros, busca Lladó la razón moral del arte, aquella que nos permite abrir una brecha en la mirada para tratar de comprendernos, entendiendo que la vida es una obra de teatro en la que cada quien performa su personaje. La capacidad del juego y el deseo, pero también la cuestión de la elegancia son temas que le preocupan a Lladó, y sobre los que medita en Contra la actualidad, en un intento de ganarle la partida a la pasividad del presente, a esa aceptación acrítica del torbellino de imágenes e información que nos amenaza cada día en las redes. Porque sin cuestionar la temporalidad de nuestra existencia, estamos abocados al automatismo de la máquina, nos dice Lladó.
El ser conscientes, el atravesar nuestra mirada crítica con metáforas y tropos de sentido, será lo único que nos va a permitir ganarle a la IA, una supuesta inteligencia que, de momento, lo único de que es capaz es de replicar lo existente, pero no puede hacerse preguntas sobre el sentido de las cosas, en tanto que los humanos sí podemos. Ni tecnófobo ni tecnófilo, Lladó acepta que vivimos en un mundo lleno de desafíos, del que no podemos huir, ni escondernos, pero tampoco debemos temerlo como si fuese un anuncio del apocalipsis.
Aprovechando el día de Carnaval, y atendiendo a lo carnavalesco de nuestra existencia, José de Montfort conversa con el autor en la calle Girona de Barcelona, en tanto que las comparsas de los colegios del vecindario hacen suya la calle.
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