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El amor es un pájaro errante - Zenda
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El amor es un pájaro errante

para abrir, tal vez de pronto, el DeLorean alado que te vive anterior a la garganta que articula —en modo bucle— los pronombres de la infancia —¡Ay! La aguja perfora la piel. Su sonido recuerda al zumbido de las abejas que flotaban en la piscina, tratando de salvarse de un ahogamiento inevitable. —No te preocupes:...

para abrir, tal vez de pronto, el DeLorean

alado que te vive

anterior a la garganta que articula

—en modo bucle—

los pronombres de la infancia

—¡Ay!

La aguja perfora la piel. Su sonido recuerda al zumbido de las abejas que flotaban en la piscina, tratando de salvarse de un ahogamiento inevitable.

—No te preocupes: es normal. En las costillas es donde más duele, después del esternón. ¿Por qué un pájaro?

Para que no se escape nunca más.

Capítulo I: Yo reseño Pájaros Tattoo

Hola, ingenuos. ¿Qué hacéis leyendo esta reseña? ¿De verdad no tenéis nada mejor que hacer?

Hasta aquí la reseña. Ahora el calambrazo de la poesía atiza como un invierno frío.

Cada uno tiene sus métodos para entrar en calor. Alguna gente se pone dos pares de calcetines. Otra lee poesía, quizá puedan leer Pájaros Tattoo, de Marga Mayordomo (Cuadernos del Laberinto). Yo escucho a Dylan a ratos, pero intento no gastarlo. ¿Podría gastarse la música de Dylan? Hoy suena It Ain’t Me Babe. Yo para entrar en calor me mudo a la tristeza. Canta Dylan que quizá tú busques a alguien que te proteja, a alguien que te abra todas las puertas. Pero que seguramente no me busques a mí. No sé qué haremos los condenados a que nadie nos busque jamás. Pajarillos enjaulados en el viento.

Marga Mayordomo tiene una coctelera de vaivenes. Mete en ella las risitas Polaroid de los amantes, añade unas tiras de piel de serpiente; así conjura ella el pasado. ¿Está bailando? ¡Está bailando! Stan Getz al aparato. Caracolea el mundo como un adolescente inglés abrazado a la barra de un bar, casi intuyendo en su contorno metálico las curvas de su amor perdido.

Marga Mayordomo pide una libertad desconocida. La libertad que pide es algo así: luz póster androides celestes. Es una libertad desordenada como los amores antiguos. [De fondo suena la televisión: envíe SALVAR MARGA MAYORDOMO al 5574]. Mira por la ventana, observa su infancia lejana: unos niños corretean alrededor del único árbol del parque; las madres se entretienen fumando. Los filósofos desde su atalaya argumentan vaya sociedad más moderna, mira las muchachas cómo fuman. Eso es el progreso, compañeros.

Marga Mayordomo llora. Dice: el amor es un nódulo molesto. Dice: y el invierno impertérrito, a su ritmo. Estamos en invierno pero no gozamos siquiera de la visión mágica de la nieve desplazándose por el horizonte. Nos sentamos juntos, al calor de la tristeza [crepita, crepita, crepita la tristeza]. Nos dijeron que en este mundo seríamos felices, no nos dijeron qué se suponía que era eso de ser feliz. Ahora tenemos este amor aquí atado, lo vemos estrellarse contra las paredes: el amor es un pájaro errante.

¡Eh! ¿Dónde está la reseña? Qué cuervo malhechor, qué ladrón de palabras. 

[introduzca comentario coherente]

Pájaros Tattoo es un libro en tres actos. Empieza en la música, continúa en el estómago, termina en la piel. Marga Mayordomo escribe como un cowboy disparando mientras cabalga. Los niños la miran, atónitos, piensan: ¿los habrá matado a todos? Lo anticipa rápido: esto va a ser un bombardeo verbal. Del inglés al español, del español al inglés; como un ejercicio postproducido de una escuela bilingüe con niños uniformados que, mientras sus padres —empresarios fieles al prostíbulo de la autopista pero cordiales— no ven, se fuman un cigarrillo en el callejón de la calle paralela. Al salir del colegio, algunos se besan con lengua. Qué obscenidad.

Me vuelvo a perder. Marga Mayordomo escribe asustada, pero su palabra es valiente. Ella, poeta tardía, es capaz de esgrimir la luz de las letras con la frescura que sus contemporáneos abandonaron en sus años de agitación. Podemos decirlo, pues: Marga Mayordomo no es una poeta tardía. Es una poeta. Es pura juventud, pura rabia, pura.

[final del comentario ¿coherente?]

Suena Harvest Moon, de Neil Young. Gira el disco, gira.

porque a veces la lluvia cesa

            y el pájaro que salió del sol y se paró a mirarnos

                        aún tiene fuego

                                      y arde

¿Sabe la luna, añorada, estas cosas ardientes que me recorren cuando te recuerdo?

Capítulo II: Pájaros Tattoo me reseña a 

Ordenemos bien las cosas.

—Este es el hall, veréis: a la derecha está la cocina, a la izquierda el salón; si corréis por el pasillo encontraréis dos baños y tres habitaciones. Este es un piso muy luminoso, con balcones y aire acondicionado. Se puede observar el horizonte con estilismo melancólico y os prometemos que el ambiente no se estanca jamás. Otra cosa muy interesante sobre este apartamento es que en él los recuerdos nunca son amargos, ¿sabéis? Los días aquí son pura luz de esperanza.

Me asomo al balcón. Los pájaros revolotean, uno se posa en la barandilla. Qué ser majestuoso, qué despliegue alado de hermosura. Dime, pájaro errante, ¿cuál es la historia del olvido?

Marga Mayordomo escribe a tientas: con cuidado, con un pincel suave. Antes estaba gritando, ahora utiliza susurros lisos. Normalmente, a la gente se le arruga la voz cuando susurra. No es su caso. Ella sabe acompasar las piernas / a la velocidad del juego. Coloca sus letras con delicado mimo.

Aquí una n. Aquí varias letras más: naipes. Reparte Marga Mayordomo, como una croupier aventajada. Sabe utilizar los silencios solitarios. Dentro del cuerpo, ¿qué cosas nos quedan? Nos queda quizá la soledad, el rastro invisible de ese amor que hemos perdido. ¿Qué se puede hacer cuando los amores perdidos se quedan lejos en el tiempo? ¿Qué hacer cuando el olvido se estrella contra nuestras pesadillas, cuando estalla por completo sobre la almohada? ¿Qué hacer cuando encuentro pelos antiguos, largos, en las sábanas que hace años que no utilizo? Marga Mayordomo usa su DeLorean, le pido si podría darme una vuelta en él.

no

no es sencillo caminar

Me siento embelesado, aterrado por el brillo, cuando leo los siguientes versos de Marga Mayordomo: parecieran rozarse, enamoradas / las ramas en el bosque. ¿Podría ser posible que el amor del pasado se quedase inscrito en los árboles, que la hierba sobre la que nos besamos imitase, cada cierto tiempo, la postura entrecruzada de nuestros cuerpos que ya nada saben el uno del otro? A veces pienso en todo el tiempo que llevo sin verte y creo que este amor enquistado tiene que estar vivo en algún lugar de la naturaleza oculta del mundo. Esta realidad de encierro, este Matrix pseudointelectualizado, esta crisis lingüística, este derroche de escupitajos al techo.

Marga Mayordomo amansa a la fiera. Los pájaros ya no vuelan. Los pájaros son un tattoo, un tatuaje para siempre. Sólo tinta en nuestra piel, piel que ya nunca más será piel.

Capítulo III: yo quería ser joven toda la vida y, a ser posible, no morir

Hallazgos formales en la poesía de Marga Mayordomo: abrir una brecha en el medio de los versos. Entre ellos corre un río de vacío, como uno de esos surcos secos de la playa que parecen partir el mundo: a un lado lo blanco; a un lado la noche.

Yo no sé lo que es la poesía. Esto, desde luego, una reseña no es.

[inserte carta desaforada a Marga Mayordomo]

Hay un latido hermoso en esa poesía verde, que nace como una enredadera alrededor de los pulmones. Tus versos son las respiraciones acompasadas de un ser del que sabemos pocas cosas, pero del que poseemos una certeza inequívoca: vive. ¿Hay acaso algo más que importe? Pájaros Tattoo me lleva a un lugar contradictorio de mi vida iniciática. Me deposita en un paraje en el que los estímulos procedían de lugares sospechosos, en el que todo el mundo parecía convencido de poder inscribir su impronta en mi personalidad. Últimamente he pensado que quizá eso sea lo único que hacemos a lo largo de nuestras vidas, ya sabes: tratar de conseguir que nosotros mismos, o algo de nosotros, sobreviva en los demás. Trasladar parte de nuestro latido a otros pechos que sigan calientes cuando el nuestro se enfríe para siempre.

Creo que por eso admiro Pájaros Tattoo: porque presiento en él un latido autosuficiente. Es cierto que en él anida la tristeza, pero me atrevería incluso a decir que esa tristeza se afronta con ánimo casi festivo. Puedo sentir el ansia de vivir en sus páginas, el verso rápido y ágil de una poeta voladora. Yo sé pocas cosas sobre la vida, quizá incluso menos sobre poesía, pero supongo que vive en mi naturaleza humana una admiración honesta por la sinceridad, por la fluvial libertad que intuyo en tu libro. Entiendo esa confrontación entre el mundo del reciclaje perpetuo y nuestra búsqueda solitaria, nocturna, del amor que salva las vidas de los niños. ¿Por qué, si entonces resultaba tan fácil enamorarse, ese acto se torna con los años en un ejercicio inaudito de valentía inconsciente? Más nos vale tatuarnos, no vaya a ser que olvidemos el color del amor.

Capítulo IV: supongo que esto es el final

La puerta se abre despacio, chirriante. Avanza con paso firme hasta el mostrador y desliza sobre él un folio cubierto a carboncillo.

—¡Ah! ¿Otro pájaro más?

De las paredes nacen sonidos de bosque.

—Esta vez, en el esternón.

—Ahí es donde más duele, eh.

—Exacto.

—————————————

Autora: Marga Mayordomo. Título: Pájaros Tattoo. Editorial: Cuadernos del Laberinto. Venta: El Corte Inglés y Agapea.

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Adrián Viéitez

Periodista cultural y estudiante de filosofía. Profesor de poesía contemporánea en el Máster de Periodismo Cultural de la USP-CEU. Antes, en la sección de cultura de El País, La Voz de Galicia, Radio Galega, Jot Down o en el Festival Márgenes. Coordinador de la antología 'Árboles frutales' (Ed. Dieciséis, 2021) y autor de los poemarios 'tratado sobre tu nombre' (Ed. En el mar, 2021) y 'Alta Escuela Musical' (Ed. Dieciséis, 2022).

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