Hay cierta competencia evidente entre Christopher Nolan y Denis Villeneuve, sobre todo desde que este último empezó su proyecto Dune. Queremos saber quién es más genial de los dos, y ellos también quieren saberlo, y les sientan juntos para que se pregunten cosas, y estrenan sus mastodónticas películas en años sucesivos para no pisarse el oscar; y cada vez hacen películas peores.
Como Google no deja de enviarme noticias referidas a Dune 2, tengo un mensaje para Villeneuve, que seguramente me estará leyendo desde la habitación más pequeña de su mansión, tapado con dos mantas, de puro miedo a lo que tengo que decirle. A ver, Denis: ¡Estoy harto de que me recomiendes ver tu película en IMAX! ¡Harto!
Para empezar, no sé qué es IMAX; para seguir, a nadie le importa ni lo más mínimo la extrema calidad técnica de proyección de una película. Están Nolan y Villeneuve como locos con las cámaras, los objetivos, las lentes, los cableados, como niños pijos al volante de sus Lamborghinis. Es un poco abusivo, ya.
Ahora les voy a decir todo lo que odio de Dune 2.
Lo primero y automático es simple: no me gustó, no me dijo nada y no vi cosa en ella que no hubiera visto en cientos de películas. La crítica (o sea: la no crítica) precipitaba la sumisión del público con ditirambos del tipo: “Es un antes y un después en la historia del cine”.
Pongamos que este partir en dos la historia del cine tuviera que ver, precisamente, con la imaginería. Yo puedo nombrar algunas películas que claramente hicieron eso, dar al cine otro baile visual. Lo hicieron, para mi generación sin duda, Matrix, Salvar al soldado Ryan y quizá Trainspotting. Quizá también Pulp Fiction. De esas películas sí salía uno con la sensación, triunfal para sus creadores, de no-haber-visto-nunca-nada-igual. El modo en el que filmó la guerra Spielberg hizo envejecer súbitamente todas las películas bélicas anteriores.
Dune 2 no me dejó esa impresión; me pareció la típica película de presupuesto inmenso que filman en Jordania (por lo que sea, les gusta mucho Jordania a los de Hollywood; aunque ahora mismo no estoy seguro de si Dune 2 se filmó en Jordania, pero se parecen mucho a Jordania esas arenas); digo, la típica película bestial, grandiosa, con planos como de Lawrence de Arabia (1962), pero sin que ninguno expanda la sintaxis del género épico. Son planos muy usuales.
Aquí la pregunta que deben hacerse es obvia: ¿qué sé yo de planos? Muchísimo: soy el espectador, lo sé todo de ver una película.
Como espectador, todo ese esfuerzo técnico y grafómano de Villeneuve me dejó indiferente. He leído que la secuencia más esmerada es la que se nos ofrece en blanco y negro, y que fue rodada con cámaras infrarrojas. ¡Me da igual!
Para desgracia de Villeneuve, vi Dune 1 en mi ordenador, y me impactó y encandiló; y vi Dune 2 en un cine (seguramente no IMAX, pero sí en pantalla grande), y me aburrí. Esto a lo mejor le indica algo sobre la realidad de la recepción de las películas: no somos técnicos de imagen ni ingenieros ni camarógrafos; somos personas sanas. La relación de aspecto no nos la paramos a pensar, se puede vivir sin saber qué es “relación de aspecto”.
Dune 1 era una película contenida, intensa. Se tomaba su tiempo para hacer circular personajes y permitir que la trama se posara sobre ellos. Dune 1 era una película para adultos, donde las frases mesiánicas sonaban fundamentales, los personajes mágicos (esas brujas comandadas por Charlotte Rampling; los propios Chalamet y Ferguson con su “voz”) parecían bíblicos y trascendentes, y donde los gusanos quedaban apartados para resultarnos más legendarios y amenazantes.
En Dune 2 todo esto se pierde (haré todos los spoilers posibles en este texto, por cierto). Los gusanos, de hecho, pasan a ser una red de transportes del planeta de los Fremen. Es como el gusano-metro, siempre abarrotado. En Dune 1 el gusano era aterrador, apenas podías sobrevivir a su presencia. En Dune 2, es tele-taxi, es el Cabify de las tribus nómadas.
Esto es muy ridículo y me recordó a la peor temporada de Juego de tronos, con su dragón-bus. Que se subían en el dragón para volver a casa, como si fuera la moto de alguien, tío.
Por otro lado, todos los personajes se llaman igual que en la primera entrega, y los interpretan los mismos actores. Sin embargo, son otros personajes. El que era aterrador en Dune 1 (Dave Bautista) es ahora una nenaza; el que era rebelde (Javier Bardem) ahora es netamente cómico. El que tenía poder (Stellan Skarsgård) no tiene ya ningún poder porque hay otro con más poder. Si alguien se tomara la molestia de ver Dune 1 y Dune 2 seguidas, pensaría que son dos películas que han elegido el mismo casting para contar de forma distinta la misma historia. O que una se ha hecho con las tomas fallidas de la otra.
Los actores nuevos son peores, porque todos son famosos. Leí esta acusación y me la apropio: más que actuar, hacen un cameo. Christopher Walken hace un cameo, porque no te crees que sea emperador de nada, sino que, como Moby ya no le ofrece videoclips, se ha dejado liar para hacer esta payasada. Luego las actrices famosas son tan famosas, tan ubicuas y tan competitivas que no recuerda uno qué papel hace cada cual. Florence Pugh, Léa Seydoux, Anya Taylor-Joy. Taylor-Joy en concreto creo que sale 10 segundos. Lo único que puedes ver ahí es a la actriz de Gambito de dama asomándose al set de Dune 2, en plan: “¿Qué pasa, chicos, cómo va la gusanera?”.
Lo mejor del plantel es Javier Bardem, Chalamet mismo y Austin Butler. Sin embargo, la construcción de este último personaje, malo malísimo, es extraña. Para que veamos lo peligroso que es, le vemos cortar el cuello a mujeres indefensas y luchar contra tres mindundis que salen a la arena drogados (menos uno). No me parece que demuestre una gran destreza con el cuchillo o en la lucha cuerpo a cuerpo alguien cuyos rivales no son los mejores guerreros de su ejército o de los ejércitos enemigos.
El trailer sabotea la propia película: saber que habrá un duelo final entre Chalamet (su personaje) y el personaje de Butler, duelo que ocupa los diez minutos finales de la cinta, es exageradamente erróneo. Es como poner en el trailer de Casablanca la despedida en el aeropuerto. Además, ese trailer ya nos revela que los guerreros invencibles del emperador son devorados por los gusanos, única manera creíble de que estos —en la primera parte— luchadores superiores pudieran perder contra alguien. No recuerdo un trailer tan inconveniente para la propia película, la verdad.
Seguramente en el libro sucede lo mismo, pero no deja de ser inverosímil. Hablo de que el emperador del universo, el super-poderoso Christopher Walken al que Moby ya no llama para bailar en sus videoclips, viendo la amenaza del planeta de los Fremen, en lugar de darse cuenta de que esos paletos no tienen naves espaciales y, por tanto, nunca en su puta vida podrán salir del planeta y amenazar su imperio, no tiene mejor idea que irse él al planeta de los Fremen y ponerse a tiro. Y además se lleva a su hija y a toda la corte y a todo el ejército. Bastaría con que se hubiera quedado en palacio viendo la tele para que ningún peligro se cerniera sobre él.
Es todo absurdo.
Tienen la tecnología más avanzada de la historia de la ciencia ficción y se dedican a pelear con cuchillos y espadas japonesas.
Andan por el desierto con pasos circenses para no atraer a los gusanos, y luego necesitan un aparato para atraer a los gusanos Cabify cuando quieren darse un voltio.
Ni Chalamet ni su madre (que tampoco lo hace mal, ahora que lo pienso) usan nunca la “voz”, que tan prometedora resultaba como superpoder en la primera parte. Prefieren intrigar para conseguir lo que quieren en lugar de, simplemente, ordenar lo que quieren con esa “voz” irresistible. Chalamet podría haber derrotado a Butler diciéndole con su “voz”: “Tírate por el balcón, guapi”.
A diferencia del memorable final del jefe de los caminantes blancos en Juego de tronos (la maniobra con el cuchillo de Arya Stark), la muerte del malo malísimo a manos de Chalamet no sé aún cómo se produce. No sé cuántos cuchillos tienen, quién se lo clava a quién ni por qué se molestan en poner en guerra planetas enteros para que todo se decida entre Arguiñano y José Andrés.
Van a hacer Dune 3 porque todos se han gustado mucho a sí mismos y se han llevado los disfraces a casa.
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