Delphine Horvilleur, muy conocida en nuestro país por su libro Vivir con nuestros muertos, acaba de publicar en Francia Coment Ca va pas? en el que reflexiona sobre estos meses después del 7 de octubre. El 7 de octubre el día que Hamas perpetró un progrom contra ciudadanos israelíes es un acontecimiento que ha marcado la historia de Israel y de la diáspora judía.
La obligación de definirse en relación a la causa palestina se convierte en una cuestión central en varias entrevistas a intelectuales judíos que se relacionan con temas científicos o sociales no políticos, se les pregunta: “Ud., que es judío…” obligando a elegir entre posturas siempre polarizadas sin dar oportunidad a la reflexión. Porque sorprende como en todo el mundo se ha optado por posiciones que excluyen matices y huyen de los datos, de la historia, para convertirse en eslógans con titulares que funcionen en las plataformas.
Parece imposible preocuparse a la vez por los civiles palestinos y llamar a la devolución de los secuestrados o pedir el cese por parte de Hamas del lanzamiento de misiles a la vez que el cese de las hostilidades para pensar en opciones que puedan finalmente concretar un estado palestino. (Nada es más desconcertante que apoyar a Hamas apelando a los derechos humanos). Ella recuerda una canción de Anne Sylvestre «Me gusta la gente que duda». Y descubro que a mí también. Me gustaría que a mi alrededor mis amigos de izquierda, dudaran; que dudaran los que no se definen políticamente o que dudaran los de derechas. Porque así no repetirían consignas sin pensar en su significado. Que ya que opinan al menos estuvieran interesados en el debate, en conocer, ya que de cualquier modo la Guerra de Israel y Hamas está en el debate público. Porque sí, sufro por cada una de las víctimas, aunque creo firmemente que las responsabilidades son comunes. ¿Cómo aquellos intelectuales que son tan sensibles a las historias del antisemitismo del pasado, quienes han escrito libros y dado conferencias no ven en las manifestaciones en las universidades, en muchos columnistas o políticos discursos incendiarios portadores del mismo odio del pasado?
Si nosotros judíos de la diáspora sabemos en qué lado hubiéramos estado bajo el nazismo, dónde en las zonas invadidas por la Alemania nazi, si sabemos de qué color sería la estrella que deberíamos portar en nuestras solapas, pensábamos que muchos de nuestros conciudadanos no judíos, como ellos creen, estarían escondiéndonos en sus sótanos, en sus áticos, pero hoy no lo tenemos tan claro. Al revisar el tiempo de ayer resulta muy fácil decidir quién estaba el lado no humano de la historia, sin embargo, en la actualidad la confusión es enorme. Estoy segura que el odio que se ha despertado en contra de Israel y los judíos en el futuro se verá como vemos hoy el del pasado. “Uno no ve la paja en el tiempo propio”. Ayer en una calle de Madrid a unos niños con kipá, el gorrito que usan algunos varones religiosos, uno en la calle les gritó: ¡Cómo no estáis matando niños! A Albert Cohen a los diez años le insultaban en una calle de Marsella pidiéndole que se fuera a Israel, pero como recordaba Amos Oz en Jerusalem de niño, les pedían que se fueran. Espero que el último libro de Delphine Horvilleur esté pronto disponible en nuestro idioma. Quizá me equivoque y (al menos) la duda reemplace a los discursos de odio. Así unos y otros Viviremos, (así titula Joan Sfar su nuevo libro recientemente presentado en París).
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