¿Qué hacía esta redacción de la pequeña Corín Tellado dentro de ese usado vinilo de Motorhead que me acababa de comprar? Mientras escuchaba la cazallera voz y las atronadoras guitarras de la banda, no podía dejar de imaginarme al anterior propietario del LP: un motorista que, tras la ruda apariencia que le proporcionaba su casco prusiano y esos tatuajes supuestamente extraídos del mismísimo Necronomicón, escondía su verdadera naturaleza, la del segundo mayor coleccionista de novela rosa del mundo. Cuánto le costaría deshacerse del álbum que yo estaba escuchando para poder financiarse su viaje al Reino Unido y conocer así a su idolatrada Rosamunde Pilcher. Hice sonar una segunda vez el disco en su honor.
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