No es baladí que Hatari Books, el nombre de la nueva editorial que Eduardo Torres-Dulce y José Luis Garci —sus principales impulsores— presentaron en la pasada Feria del Libro de Madrid, coincida con el título de la cinta africana de Howard Hawks. ¡Hatari! (1962), la película aludida, era aquella en la que John Wayne —Sean Mercer en aquella ocasión— cazaba rinocerontes a lazo y la maravillosa Elsa Martinelli —“Dallas” para Mercer y sus muchachos— rezumaba tanto encanto al andar bajo los compases del score de Henri Mancini que enamoraba hasta a una cría de elefante.
Y no es retórica detenerse en estos datos, puesto que la nueva iniciativa obedece al conocido afán cinéfilo de sus impulsores, si bien no es Hawks, sino John Ford, el protagonista del primer volumen. Que la segunda entrega de Hatari Books, Recordando al sr. Maugham, de Garson Kanin, esté dedicada a uno de los escritores en lengua inglesa más celebrados del amado siglo XX no ha de llamar a engaño. William Somerset Maugham, su protagonista, como ese gran autor que fue, es uno de los más adaptados a las dos pantallas de todos los tiempos. Entre los ciento cincuenta y cuatro títulos que integran su filmografía, destacan filmes de la talla de Cautivo del deseo (John Cromwell, 1934), sobre Servidumbre humana (1915); La carta (William Wyler,1940), sobre la pieza teatral homónima de 1927; o El filo de la navaja (Edmund Goulding, 1946), sobre la novela del mismo título dada a la estampa por Somerset Maugham en el 44. En fin, como sostiene Garci en la faja del libro, este escritor británico fue “el Billy Wilder de la literatura de nuestro tiempo”.
Quedémonos por el momento con John Ford. Como el más clásico de los grandes maestros del Hollywood clásico que es, el autor de Pasión de los fuertes (1946) ha inspirado esa larga bibliografía que corresponde a quienes hacen que su obra perdure como ejemplo para la posteridad. La primera traducción de todos esos trabajos que tuvieron oportunidad de leer los cinéfilos españoles fue la del estudio de Jean Mitry, que conoció una edición patria en 1960, dentro de la colección de libros de cine dirigida por el cineclub barcelonés de Monterols para editorial Rialp. Aunque ha quedado como uno de los textos canónicos sobre John Ford, sólo llega hasta El hombre que mató a Liberty Valance (1965) y, como el propio Torres-Dulce recuerda, está equivocado en el final de ¡Qué verde era mi valle! (1941).
Otra de las primeras colecciones españolas de libros de cine, la puesta en marcha por Editorial Fundamentos, publicó en 1971 la primera traducción a nuestro idioma de John Ford de Peter Bogdanovich. En 1983 llegó la segunda. La cuarta, que salvo error u omisión es la última con el sello de Fundamentos, data de 1997. Este mismo texto, que Torres-Dulce ya había ensalzado con entusiasmo en un artículo publicado en la revista Nickel Odeon en 2002, es la primera publicación de Hatari Books. Se trata de una edición revisada y ampliada. Y lo está hasta tal punto que lo que en la traducción de Fundamentos —por cierto, original de Fernando Santos Fontela— es un libro de bolsillo, aquí se convierte en un volumen de lujo, encuadernado en tela, con sobrecubierta y un despliegue fotográfico tan admirable que sólo se explica cuando Torres-Dulce comenta que han pagado las fotos.
El libro tiene su origen en un artículo sobre el autor de La diligencia (1939) que Bogdanovich publicó en la revista Squire, bajo el título de Me llamo John Ford y hago películas del Oeste, con motivo del rodaje de El gran combate (1964). Cuenta la leyenda que eso fue lo que declaró el maestro frente al Comité de Actividades Antiamericanas. De lo que no hay duda es de que a Ford debió de gustarle algo de lo que Bogdanovich escribió entonces sobre él ya que, en contra de su costumbre, en 1966 decidió recibirle en su casa de Bel Air y concederle una entrevista en la que Bogdanovich interpeló durante varios días al cineasta con la avidez de un cinéfilo. Ése es el grueso del texto.
Aparecido por primera vez en el Londres de 1967, con el sello de Movie Magazine Limited Studio Vista, el John Ford de Peter Bogdanovich estaba llamado a ser otro de los textos canónicos sobre el maestro. En el más de medio siglo transcurrido desde su primer pie de imprenta, la bibliografía fordiana se ha ido aumentando con trabajos tan sobresalientes como About John Ford (1981), del también cineasta Lindsay Anderson. John Ford: El hombre y su cine (Tag Gallagher, 1986) conoció una edición española en Akal fechada en 2009. Unos años antes, en 2001, T&B Editores publicó en Madrid La vida y la época de John Ford (ScottEyman, 1991). Esta misma casa vertió a nuestro idioma en 2004 Tras la pista de John Ford (Joseph McBride, 2001).
El John Ford de Bogdanovich, en la edición de Hatari Books, destaca entre tanta abundancia y de tanta calidad por su excelencia, además de incorporar un primer capítulo, Encuentro en Monument Valley y otro último, Un toque de silencio, de carácter evocador uno y otro y no incluidos hasta ahora en las ediciones españolas. Esta que nos ocupa ha contado con el beneplácito de los herederos de Ford, quienes se han aplicado en el impresionante aparato fotográfico. Sin que ello signifique menoscabo alguno al cuadernillo de las páginas centrales de la de Fundamentos —como la de tantos de los primeros libros de cine que atesoramos cortesía de la Biblioteca del Cine de Delmiro Caralt—, no tiene ni punto de comparación con esta de Hatari Books. Sólo por esa instantánea de la página 28, en la que se muestra a la encantadora Natalie Wood, con toda la paz que irradia su belleza, escuchando a Dany Borzage tocar el acordeón durante una pausa del rodaje de Centauros del desierto (1956), ya merece la pena esta nueva edición.
Aplaudida por el propio Bogdanovich, el autor, que también lo fue de cintas como La última película (1971), ¿Qué me pasa, doctor? (1972), Luna de papel (1973) y otros títulos fundamentales del nuevo cine americano de los años 70, ha escrito una nota introductoria ex profeso para la ocasión. “Espero que sirva para acercar a Ford al público de habla hispana que ama las películas”, apunta en esas líneas. “Aunque nunca lo admitiría, estoy seguro de que el señor Ford estaría muy satisfecho”.
Hay algo en esa nostalgia que ha venido a recordarnos a la de Félix Martialay en el prefacio de Cine y realidad, las memorias del gran Josef von Sternberg, al evocar que ver esa edición española de sus memorias —tituladas originalmente Fun in a Chinese Laundry—, publicadas en efecto en 1970 como una separata de la revista Film Ideal, era una de las últimas ilusiones que le quedaban a aquel otro maestro. Pero no divaguemos.
John Ford de Bogdanovich es un libro de un cinéfilo para otros cinéfilos. La entrevista propiamente dicha se reduce al segundo capítulo, Poeta y comediante. Organizada en base a las películas del maestro, de las respuestas se desprende que Ford era un mercenario de la puesta en escena sin afanes autorales y sin ínfulas artísticas. Pero también es aquí donde el maestro admite un concepto sugerido por primera vez por Bogdanovich: el de la victoria en la derrota. Esa gracia, esa dignidad de los vencidos de la que carece la vanagloria de los vencedores, gravita en todo el cine de Ford. Pero encuentra su máxima expresión en el destino de Frank W. Spig Wead, el oficial de la armada estadounidense que protagoniza Escrito bajo el sol (1957). Tras jugar un papel determinante en la creación de la fuerza aérea de la marina y ser uno de sus primeros pilotos, una mala caída por las escaleras le deja imposibilitado. Convertido en guionista para poder ganarse la vida, entre otros, llegó a ser el autor de los libretos de El soborno (1951), un filme noir de Cromwell que hay que ver con reclinatorio, y El último torpedo (Joseph Peveney, 1958).
Habida cuenta de la influencia que el gran Truffaut ejerció sobre Bogdanovich, debemos situar su John Ford en la estela de El cine según Hitchcock, que el francés publicó en 1967, el mismo año que vio la luz en Londres el de Bogdanovich. Uno y otro son los clásicos en lo que a la entrevista a cineastas se refiere.
Mariano Antolín Rato, premio nacional de traducción, sostiene que las traducciones tienen fecha de caducidad en la misma medida que evolucionan los idiomas. De ahí la pertinencia de esta de Andrés Moret Undarpilleta que presenta esta edición de Hatari.
Libro de un cinéfilo, editado por cinéfilos y dirigido a otros cinéfilos —hay que insistir—, el volumen —de maquetación primorosa— rezuma amor al universo fordiano hasta en las guardas. Las del principio reproducen un fotograma de Centauros del desierto, aquel en el que Ethan (John Wayne) regresa al poblado desde la lontananza y Laurie Jorgensen (Vera Miles), de espaldas al tomavistas, le observa acercase en primer término.
Las guardas de salida reproducen otra estampa, sin duda la más conmovedora de la cinta. Aquella en la que Ethan ya ha devuelto a Debbie Edwards —la encantadora Natalie— a su gente y se queda en el porche, sin entrar en la casa. Se sujeta el codo derecho con la mano izquierda, como hacía Harry Carey, uno de los primeros actores del maestro y de sus amigos más preciados. La chica vuelve a estar con los suyos y a Ethan, como a los héroes, no le queda más que volver a cabalgar por el desierto. Y esta vez solo.
Siempre que escribe sobre el maestro, viene a la mente del cinéfilo aquello que apuntó el gran Truffaut: “Puesto que John Ford creía en Dios, que Dios bendiga a John Ford”. Permítasenos que sean estas las últimas palabras con las que celebramos esta nueva edición del texto de Bogdanovich.
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Autor: Peter Bogdanovich. Título: John Ford. Editorial: Hatari! Books. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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Autor: Garson Kanin. Título: Recordando al sr. Maugham. Editorial: Hatari! Books. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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