Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce

Hace ciento diecisiete años, el escritor satírico Ambrose Bierce compuso un catálogo implacable de las fallas morales que corrompen a las personas. Todas las bajezas del ser humano, desde la hipocresía hasta la estupidez, discurren por las páginas de este Diccionario ahora ilustrado por Ralph Steadman y traducido por Marcial Souto.

En Zenda ofrecemos las primeras páginas —las entradas de la letra A— y algunas ilustraciones del Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce (Libros del Zorro Rojo).

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abadesa: s. Padre mujer.

abandonar: v. tr. Corregir a un amigo equivocado o reprender a uno necesitado. Conceder a otro la ventaja de quitarnos de encima.

abdicación: s. Acto mediante el cual un soberano acredita la elevada temperatura del trono.

abdomen: s. Templo del dios Estómago, a quien todos los hombres verdaderos rinden culto.

abelianos: s. Secta religiosa africana que practicaba las virtudes de Abel. Tuvo la desgracia de florecer en la misma época que la de los cainianos y se extinguió.

aberración: s. Cualquier desviación de nuestra forma de pensar que otro comete y que no tiene suficiente gravedad para considerarse locura.

abnegación: s. Renuncia a placeres poco rentables o a ganancias dolorosas.

abogado: s. Experto en burlar la ley.

abominable: adj. Cualidad de las opiniones ajenas.

aborígenes: adj. Personas de poca valía que estorban el paso por las tierras de un país recién descubierto. Pronto dejan de molestar y fertilizan.

abstemio: adj. Persona débil que cede a la tentación de privarse de un placer.

absurdo: s. Afirmación o creencia que no concuerda con nuestra propia opinión. Argumento de un adversario.

academia: s. Escuela antigua donde se enseñaba filosofía y moral. Escuela moderna donde se enseña a jugar al fútbol.

accidente: s. Suceso inevitable producido por la acción de inmutables leyes naturales.

aclimatado: part. pas. Protegido contra enfermedades endémicas por haber muerto a causa de una.

acreedor: adj. Individuo de una tribu de bárbaros que viven del otro lado del Estrecho Financiero, temidos por sus devastadoras incursiones.

acusador: adj. Antiguo amigo, en especial la persona a quien hicimos un favor.

acusar: v. tr. Aseverar la culpa o la indignidad de otra persona, comúnmente para justificarnos por haberle hecho daño.

admiración: s. Nuestro cortés reconocimiento del parecido que otros guardan con nosotros.

adolescente: adj. Que se está recuperando de la niñez.

adorno: s. Algo colocado de manera atractiva, por ejemplo, un alborotador colgado de una farola.

adversario: s. Miserable sinvergüenza que nos impide hacer algo.

afirmar: v. tr. Declarar algo con sospechoso aplomo cuando no tenemos que desprestigiarnos haciéndolo bajo juramento.

aflicción: s. Proceso de aclimatación que prepara el alma para otro mundo, más amargo.

africano: s. Negro que vota por nosotros.

agitador: s. Estadista que sacude los árboles frutales de sus vecinos para que caigan los gusanos.

agonía: s. Grado superior de repugnancia corporal.

agravio: s. El objetivo de todo debate. Ocurrencia ingeniosa e irrefutable.

aguardiente: s. Genéricamente, bebidas alcohólicas fuertes que producen locura en los abstemios totales.

agudeza: s. Comentario ingenioso y lúcido que con frecuencia se cita y casi nunca se advierte; al inculto le gusta llamarlo «chiste».

aire: s. Sustancia nutritiva suministrada por la pródiga Providencia para engordar a los pobres.

alabanza: s. Especie de niebla intelectual a través de la cual las virtudes de los objetos se ven ampliadas varios diámetros.

alentar: v. tr. Confirmar a un necio en una insensatez que empieza a perjudicarlo.

alianza: s. Unión de dos o más partidos, facciones o asociaciones para promover algo, casi siempre canallesco.

alma: s. Entidad espiritual sobre la que ha habido muchas disputas. Platón sostenía que las almas que en un plano de existencia anterior (previo a Atenas) habían atisbado con mayor claridad la verdad eterna se instalaban en los cuerpos de quienes se convertían en filósofos. El propio Platón era filósofo.

altivo: adj. Arrogante y desdeñoso, como un camarero.

amanecer: s. Hora a la que se acuestan los hombres razonables.

amazona: s. Miembro de una antigua raza que no parece haberse preocupado mucho por los derechos de la mujer y la igualdad de los sexos. Su irreflexivo hábito de retorcer el pescuezo a los machos ocasionó la extinción de su especie.

ambición: s. Irresistible deseo de ser vilipendiado por los enemigos en vida y ridiculizado por los amigos una vez muerto.

ambidextro: adj. Capaz de robar con la misma destreza del bolsillo derecho que del izquierdo.

ambrosía: s. La dieta de los dioses: el moderno cacahuete.

amistad: s. Barco de tamaño suficiente para llevar a dos con buen tiempo pero a uno solo en caso de tormenta.

amnesia: s. Don que Dios confirió a los deudores por su pobreza de conciencia.

amnistía: s. Magnanimidad del Estado para con delincuentes a los que resultaría demasiado caro castigar.

amor: s. Locura transitoria que se cura con el matrimonio o con el alejamiento del paciente de las influencias bajo las cuales ha sufrido el trastorno. La enfermedad, como las caries y muchos otros achaques, solo predomina entre pueblos civilizados que viven en condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran aire puro y comen alimentos sencillos, disfrutan de inmunidad ante sus estragos. A veces es fatal, aunque más para el médico que para el paciente.

angustia: s. Enfermedad que se contrae al exponerse a la prosperidad de un amigo.

animal: s. Organismo que, al requerir una gran cantidad de otros animales para su sustento, ilustra con notable claridad la generosidad con que la Providencia preserva la vida de sus criaturas.

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Autor: Ambrose Bierce y Ralph Steadman. Título: Diccionario del Diablo. Traducción: Marcial Souto. Editorial: Libros del Zorro Rojo. Venta: Todos tus libros.