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Diarios españoles, de Carlos Morla Lynch - Zenda
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Diarios españoles, de Carlos Morla Lynch

Diarios españoles recoge en dos volúmenes el día a día del diplomático chileno Carlos Morla Lynch: “En España con Federico García Lorca” (2008) y “España sufre” (2008), más lo publicado en Informes diplomáticos (2010). Este segundo volumen abarca los años que van entre 1937 y 1940 y representan una importante fuente documental sobre la poesía...

Diarios españoles recoge en dos volúmenes el día a día del diplomático chileno Carlos Morla Lynch: “En España con Federico García Lorca” (2008) y “España sufre” (2008), más lo publicado en Informes diplomáticos (2010). Este segundo volumen abarca los años que van entre 1937 y 1940 y representan una importante fuente documental sobre la poesía española de la Edad de Plata, gracias a la amistad del autor con Lorca, Cernuda, Altolaguirre y otros poetas de la generación del 27, además de figuras del toreo y de la canción, de políticos, actores, escritores, aristócratas, pintores… entre ellos Manuel Azaña, Pablo Neruda, Julián Besteiro, Alejandro Lerroux, Eugenio d’Ors, La Argentinita… Diarios de gran interés para conocer el clima sociopolítico y la vida cotidiana en el Madrid de la República española durante la Guerra Civil.

8 DE ENERO DE 1937

¡Bombardeo y más bombardeo! Los periódicos dan a entender la gravedad de la situación. Se está librando la mayor batalla de la guerra.

Por la noche el bombardeo que se inicia es aún más intenso. Se desencadena una batalla formidable. Hay una incursión de aviones por encima de la casa.

La servidumbre huye a los pisos bajos. Bebé se levanta de la cama y María Antonia Areces permanece a su lado.

No tengo miedo y hasta me divierto sujetando a una de las chicas de la cocina por la muñecas en el momento en que pretendía lanzarse por las escaleras abajo.

Los guardias han permanecido en la cocina y me dan una taza de vino. El alcohol aviva los sentimientos. Me acuesto llorando.

***

18 DE FEBRERO

Aviones y más aviones… Las bombas han caído en diversos puntos. No respetan ni la zona llamada neutral. En la Castellana se ha producido una explosión tremenda y dicen que hay muertos.

Los periódicos de aquí cuentan horrores de los asesinatos cometidos por los «blancos» en Granada. Vuelven a mencionar a Federico García Lorca.

En mi camino hacia la Embajada veo los efectos de una bomba en la plaza de la Cibeles. Uno de los leones –que tiene cara de persona– tiene el hocico destrozado y está más chato que nunca.

En el despacho hay un telegrama de Edwards en castellano. Pide respuesta en castellano también.

El Gobierno de Chile –generoso– le autoriza a hacer todos los gastos para la evacuación de nuestros asilados. Ha adquirido ya tres autocares con capacidad para cincuenta personas. Se encuentran listos en París. Acompañarán a los evacuados los adictos militares y navales: Luco, Lacassie y Labbé. Edwards no espera más que la conformidad del embajador aquí, Núñez Morgado.

No hay tiempo, ni garantías suficientes y la única carretera libre –por Cuenca– está a punto de ser cortada. Todo este proyecto me parece irrealizable. Tenemos en la Embajada de Chile ochocientas cincuenta personas, entre ancianos, mujeres y niños, y cuatrocientos hombres en edad de cargar armas, de los cuales tan solo cincuenta pueden pagar sus pasajes. En total mil trescientos refugiados. El embajador –en castellano– dirá lo que puede decir y lo demás en un cable aparte, cifrado.

En casa leen ávidamente las noticias que traigo.

Durante el paseo diario por la terraza, hace frío. En el momento de empezar la marcha Agustín Figueroa, con mucha circunspección, ofrece leerme unas cuartillas que le dedicó «un amigo de la cárcel». Es un retrato del propio Agustín bien hecho y bastante expresivo. Escucho la lectura sentado en una grada helada y luego empieza mi paseo con Paquito, deprisa, para recuperar el tiempo perdido. Uno que otro cañonazo estremece la atmósfera. Contamos quince.

Después jugamos al póker con todas las luces apagadas. Nos alumbramos con velas. María Antonia Areces juega con su nieta entre sus brazos. La niña coge las fichas y mete sus manitas en todas partes. Procuro siempre ser comprensivo y dominar mis enervamientos. Me cuesta bastante. Hasta ahora no he chocado con nadie…

***

8 DE JULIO DE 1937

Hay una campaña de prensa contra las embajadas y sus asilados. El Socialista, del que se dice que es un órgano del Gobierno, publica un artículo titulado «Neutralidad Diplomática, sí ¡Beligerancia hipócrita, no!». Sin comentarios…

Llevo a Joselín, el enano, a la Caja de Reclutas para obtener un certificado de «inutilidad total». Va el pequeño hombre muy bien vestidito y yo también. Los milicianos que llenan el jardín nos miran asombrados cuando entramos… El jefe –que ha recibido un balazo que le entró por una pierna y le salió por la otra– es un buen hombre, amable. La escena es cómica. Hago creer que Joselín quiere ir al frente, pero que yo deseo impedirlo por su defecto físico.

—No es conveniente tampoco que figuren en el ejército popular hombres como él.

Llaman al médico, que no tiene más que verlo para extender el certificado de inutilidad rápidamente. Joselín no sabe si protestar o acatar el veredicto…

Me paseo por la calle de Serrano hasta la de Alcalá y, sentado en el café de Menéndez Pelayo, junto a la ventana, leo con tristeza un poema de Alberti en memoria de Federico García Lorca, al que dan siempre por fusilado. Esa es también la opinión de Fernando de los Ríos.

***

13 DE ENERO DE 1939

Se oyen sirenas por la mañana. Hay combates en la Ciudad Universitaria. Se lanzan bombas de mano. Los cristales de las ventanas vibran. ¡¡Hasta cuándo!!

Han llamado a filas a los hombres de cuarenta y cinco años y movilizan a los reemplazos de 1921, 1920, 1919, 1918, 1917, 1916 y 1915.

El Gobierno adopta importantes medidas «para acelerar la victoria».

Estas medidas, que se publican, las he recortado. Es increíble la tenacidad porfiada de Negrín. Es verdad que a él le va todo en esta guerra, pero es criminal que, en vista de ello, sacrifique millares y millares de vidas inútilmente. Han llamado, pues, a filas a Antonio, el chófer y a Casimiro, el criado de Pancho Grebe.

Ayer terminaron las conversaciones de Roma, de Chamberlain y Halifax con Mussolini y Ciano, sin que se haya logrado llegar, al parecer, a ningún acuerdo. Francia no cederá ni una pulgada de terreno.

Y aquí seguirá la matanza.

El hambre es en Madrid cosa de espanto. He visto, alrededor de un camión que traía repollos, a niños hambrientos batirse para recoger las pocas hojas que caían en el barro. Los perros que vagan por las calles están esqueléticos.

Pero… sigue la resistencia a todo trance en la zona oriental y hay algunas ofensivas en la occidental como ayuda a los defensores de Cataluña.

***

Dice el periódico que el Gobierno chileno habría acordado reducir sus representaciones diplomáticas en Europa, por razones de economía. El Consejo de Ministros habría resuelto reunir en una sola, las representaciones de Londres, París y Bruselas, y en una sola también, las de Alemania e Italia. Me pregunto qué harán con España y conmigo.

***

Ha llegado hoy un telegrama de Pau espléndido para el canje:

Burgos acepta la inmediata salida de los asilados de Chile y de un saldo de Cuba, Bolivia y Brasil que suman, los tres, setenta personas. Se propone enviar las listas de la contrapartida en tres días, la cual será llevada a Barcelona por un miembro de la Comisión inglesa.

He dado la noticia de habitación en habitación, donde el júbilo ha sido grande. Sin embargo la idea de que, una vez canjeados, estos chicos tengan que ir al frente donde puedan matarlos o mutilarlos, me aflige. He notado que Fernando García Díaz no quiere irse. Cada vez que hablan de canje se entristece. Lo comprendo. Es, al fin y al cabo, una guerra fratricida.

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Autor:  Carlos Morla Lynch. Título: Diarios españoles. Volumen II, 1937-1940. Editorial: Renacimiento. Colección: Biblioteca de la memoria. Venta: Amazon.

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