Con su permanente interés por las relaciones y crónicas de los acontecimientos históricos en Indias y en el Pacífico, el reputado latinista Juan Gil, miembro de la RAE y extraordinario investigador en muchos aspectos del pasado, añade a sus libros publicados en la Biblioteca Castro, su edición de la Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran reino de la China, de la que fue autor Juan González de Mendoza.
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Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran reino de la China, de Juan González de Mendoza, es un libro especialmente adecuado para que descubramos las relaciones iniciales con aquel lejano territorio, y esta edición, como es costumbre en la serie, arranca con una ‘Introducción’ del propio Juan Gil, un estudio de 350 páginas, tan interesante como atractivo y profundo, en un libro que alcanza en su totalidad las 970. Y debo señalar también que Juan Gil sostiene su estudio introductorio sobre cerca de 400 referencias a repertorios, colecciones de documentos y otras fuentes…
La citada ‘Introducción’ está dividida en cuatro capítulos: el que trata del “descubrimiento” de China; el que narra la vida y andanzas de fray Juan González de Mendoza; el que se refiere a la composición de la Historia… que el fraile escribió y a sus fuentes, y el que relata la propia historia del texto, tanto en lo material como en las sucesivas ediciones.
Juan Gil comienza revisando la relación occidental con ese territorio de “voluntaria reclusión secular” y preguntándose qué supuso el “descubrimiento de China” —el Celeste Imperio para nuestros antepasados—, antes de Marco Polo y su Il Milione, y de que portugueses y españoles, ya en el siglo XVI, anduviesen por aquellos rumbos. Lo cierto es que en la antigüedad era aquel un espacio impreciso, ya desde el Imperio Romano, aunque fuesen cuajando diversos topónimos —Serica, Zine, Sinaí…— y la Ruta de la Seda tuviese borrosos antecedentes en el Imperio Bizantino —siglo VI— con Justiniano, por ciertos conocimientos sumarios y los inicios de la cría de gusanos de seda.
La aparición de los mongoles —invaden Rusia en 1238 y Hungría en 1241— irá haciendo materializarse aquel lejano oriente. Los franciscanos están en Pekín a principios del siglo XI, y llegan las primeras noticias sobre los chinos, al parecer afables, humanitarios, con una lengua propia, en una tierra donde abundan el trigo y el vino, el oro y la seda. Marco Polo le cuenta sus aventuras al compañero de prisión Rustichello de Pisa, y de ello resultará Il Milione. Esto y una herencia de supercherías medievales aceptadas como ciertas, hará que, antes de su viaje, Fernando el Católico le entregue a Cristóbal Colón unas credenciales para el Gran Kan…
Mas, como consecuencia del Tratado de Tordesillas, serán los portugueses los primeros en entrar en aquellos espacios. Manuel I de Portugal encarga a Fernando Peres de Andrade el “descubrimiento” de China, pero el Celeste Imperio “se replegará sobre sí mismo”, y aunque se llegue a ciertos acuerdos para el tráfico comercial y se funde Macao, habrá una base de rechazo y cautivos… Llegarán los jesuitas —San Francisco Javier muere a las puertas de China—, ciertos historiadores portugueses describirán el país, sus gentes, fiestas, rituales, administración… Algunos desde una mirada apocalíptica. Y nos llegará la cartografía que define visualmente la forma del país.
Los españoles ven a los chinos como a los indios del Nuevo Mundo, y se asientan en las Islas Filipinas —el agustino pamplonés Fray Martín de Rada ha hecho una medición errónea y cree que son de derecho español— lo que “aviva” la rivalidad hispano-lusa. Una larga relación de cronistas, enumerada por Juan Gil, sueña con la conquista de China…
En 1575, el corsario chino Limahón, con 60 navíos, atacará Manila, y un capitán chino, Omahón, irá allí oficialmente para informarse, tema que tendrá mucha sustancia en la Historia… de Juan González de Mendoza. Juan Gil nos dará cuenta de los primeros españoles que van a China, dos religiosos —Fray Jerónimo Marín y Fray Martín de Rada— y dos soldados —Miguel de Luarca y Pedro Sarmiento— con cartas y presentes para los altos mandos del territorio al que se dirigen, pero la huida ante el acoso del corsario chino Limahón frustrará la visita, lo que no impide que tanto Martín de Rada como Miguel de Luarca redacten sus respectivas crónicas. Las misiones franciscanas, las opiniones contrapuestas sobre China y el papel de España allí, completarán el primer capítulo de la ‘Introducción’.
El segundo capítulo, como señalé, trata de la vida y andanzas del agustino Fray Juan González de Mendoza, autor de la Historia… Juan Gil nos habla de sus primeros años, de su ida a la Nueva España, de sus viajes, de su idea de predicar en China con licencia del rey —ya a Felipe II le han propuesto “enviar una embajada” a China, con una carta y presentes muy especiales—, y cómo tal embajada intenta materializarse, sin que se logre. El paso del tiempo hace que Fray Juan González de Mendoza se encuentre en Roma, donde el papa Gregorio XIII lo impulsará a escribir la Historia… que, a su vez, el papa Sixto V amparará para su publicación en 1585. Fray Juan volverá a visitar las Indias, y en su regreso a España será nombrado obispo de Lípari y Chiapas, y en 1608, obispo de Popayán. Diversos asuntos desagradables culminarán en una ruptura con los fieles de su diócesis, hasta su muerte en 1618.
El tercer capítulo de la Introducción nos informa de cómo fue compuesta la Historia… y de sus fuentes, a partir de las conversaciones del autor con Fray Jerónimo Marín, Gabriel de Ribera y Francisco de Sande, y la recopilación de todas las fuentes impresas: en Roma le entrega su Itinerario fray Martín Ignacio de Loyola, por ejemplo.
Para Juan Gil, la China en González de Mendoza se presenta según una visión idealizada, más cercana a Marco Polo, Barros y Escalante que a Rada. China, inventora de la pólvora y de la imprenta, cuenta con gobiernos prudentes, superiores a los griegos, romanos y cartagineses, con plausible educación y justicia, goza de la tierra más fértil, rica y barata del mundo, y la mejor provista de pescado, con grandes ciudades y villas, suntuosos edificios, magnífica red viaria, infinidad de gente “para todo”, sin vagabundos y con hombres y mujeres de “buena disposición de cuerpo”. Las mujeres son recatadas y pudorosas aunque, eso sí, todos están “engañados por el demonio”, y se plantea si China necesita conquista o conversión, y se inclina por lo segundo, sin descartar la fuerza.
La Historia… de González de Mendoza tuvo tremendos detractores, como la Invectiva del soldado de Cáceres contra el maestro Mendoza y su historia de la China, de Juan Fernández de Velasco (1585) que dice de ella que es un “piélago de necedades”, con “cientos de lugares comunes”, “plagado de mentiras y falsedades”, “con un ruin estilo…”, pero también defensores, como la Apología del Cura de Arganza (1589) que pone por las nubes a Mendoza y que, según Juan Gil, no está escrita por el propio autor de la Historia… pues presenta un estilo lleno de alusiones clásicas, erudición y bromas en griego, y se burla de la incultura del “soldado” de la Invectiva… y de su desconocimiento de ciertas cosas, como los «carros de viento» chinos.
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En cuanto a las fuentes de la Historia…, Juan Gil señala que, aunque se trata de “un centón, un zurcido de diversos tratados y relaciones sobre China…”, y que la mayor parte pertenece a otros autores, “… no cabe regatear alabanzas a los esfuerzos realizados por el agustino a fin de recabar información sobre China, ajustar entre sí relatos muy dispares… y dar unidad estilística al libro” .
Las fuentes citadas son: Il Milione —El libro de Marco Polo— al que González de Mendoza apenas se refiere, acaso porque no lo conoció directamente; el Livro de Duarte Barbosa, en el que se recoge una fórmula falsa para hacer porcelana; el Tratado de Fray Gaspar de la Cruz, a través del resumen de Bernardino de Escalante; el Discurso de la navegación que los portugueses hacen…, de Bernardino de Escalante, con referencias meticulosamente reproducidas por Juan Gil; la Relación verdadera de las cosas del reino de Taibín, por otro nombre China, de fray Martín de Roda, también con todo cuidado analizada en su uso por González de Mendoza; la Relación del viaje que hicimos en China…, de fray Agustín de Tordesillas, donde también se nos señala la atención léxica de fray Juan; La Carta de fray Pedro de Alfaro —colofón del Libro II—; el Itinerario de fray Martín Ignacio de Loyola, al que antes me referí. La Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de fray Bartolomé de las Casas, libro “medio prohibido” en España; la Relación —referente a Nuevo México— de Antonio de Espejo, un “descubridor” frustrado, cuya hija Juana estaba casada con Pedro, hermano de fray Juan.
Otras fuentes son portuguesas, y se citan textos que están en el Memorial de Diego de Artieda, en Ruy González de Clavijo, en Joao de Barros, en Diogo de Couto y otros… Personajes de los que se habla al hilo del relato son Gabriel de Ribera, fray Jerónimo Marín, fray Andrés de Aguirre o el capitán Diego de Artieda, y Juan Gil hace una referencia a ciertos datos eruditos, reivindicando para los chinos la invención de la imprenta.
Y no podría faltar la historia del propio texto de Juan González de Mendoza, que compone el cuarto capítulo de la ‘Introducción’, donde tras la Editio Princeps de 1585 en Roma, se recuerdan la de Valencia del mismo año, y las de Barcelona y Madrid de 1586, delicadamente revisadas las variantes por Juan Gil —que nos advertirá más delante de que las cuatro le han servido de referencia para esta edición—. Y concluye la ‘Introducción’ con unas Cuestiones de estilo, en que, con su finura habitual, aborda numerosas “complicaciones” del texto, aunque, como señala, “el estilo es por lo general claro, dentro de su barroquismo y los resabios frailunos…”.
Para terminar, Juan Gil apunta que, tan famosa en los siglos XVI y XVII, la Historia… de González de Mendoza apenas ha tenido lectores en el siglo XX, y recuerda la edición de Aguilar de 1944, y la de Miraguano-Polifemo de 1980, reeditada en 2008.
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La espléndida ‘Introducción’ da paso al libro, cuyo título completo es:
Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres de la China, sabidas así por los libros de los mismos chinos como por relación de religiosos y otras personas que han estado en el dicho reino, con un itinerario del Nuevo Mundo
La Historia… está dividida en dos partes, la Primera con tres apartados (llamados Libros) y la Segunda con dos, todos ordenados en capítulos.
En la Primera Parte, titulada De la historia del Gran Reino de la China, en que se contienen las cosas notables de aquel reino, tocantes a lo natural, el cronista nos describirá en el Libro Primero el territorio y sus confines, su fertilidad en muchos aspectos, lo antiguo de su historia, las quince provincias de que se compone, la enorme muralla que la asegura frente a los tártaros, la apariencia física de sus habitantes y su manera de vestir.
En el Libro Segundo conoceremos la religión, las ideas sobre el origen del mundo y de los seres vivos, la consideración de lo sobrenatural, del ánima inmortal, de los ídolos, las supersticiones e invocaciones al demonio, así como los templos, los religiosos y las religiosas, las celebraciones de matrimonios y herencias, el hecho de que no haya mendigos y de que los que no puedan trabajar sean sustentados por el poder público.
En el Libro Tercero entraremos en lo moral y lo político, teniendo información sobre los reyes y sus nombres —desde Vitey, el primero, al último, Bonog—, el palacio, la corte, sabremos que no hay vasallos en propiedad de señores, se nos informará de los tributarios y pecheros de todas las provincias —más de 40 millones— precisando también numéricamente la “gente de guerra de a pie y de a caballo”, así como la·Guarda del Reino. Se nos informará de la ley de no hacer guerra fuera del reino, así como de la de no poder salir ni entrar en él sin licencia del rey. Conoceremos el Consejo Real y su información mensual, así como los ministros y presidentes de las provincias, con sus denominaciones —comón, insuanto, tutuán, ponchasi— así como a los oidores, jueces y alcaldes, el modo de hacer justicia –“en ayunas y sin beber vino” —, la puntualidad ejecutiva y el uso del tormentos y castigos de los culpables, y también la visita anual de los inspectores reales. También sabremos de cárceles y modos de ejecutar —horca, empalamiento, fuego—. En materia de educación, el cronista nos informará de los caracteres y letras, de los estudios y escuelas —a costa del rey—, de la abundancia de papel y de las plumas de caña para escribir, así como de los exámenes y sus resultados finales para ejercer determinados oficios. De como los chinos fueron precursores en la artillería —según el padre Rada— y en la estampación de los libros, muchos de los cuales trajo a España el mismo padre Rada. También se nos hablará de los banquetes, fiestas y ceremonias, del recogimiento con que viven las mujeres, de los navíos y sus clases, de la crianza de determinados animales, y de varios intentos malogrados del rey de España de enviar embajada a China…
La Segunda Parte, titulada De la historia del gran reino de la China, en la cual se ponen por orden las cosas que se han entendido… por relación de los religiosos que entraron en él en diversos tiempos y por las que ellos mismos han enviado al rey Don Felipe, nuestro señor, y a su Real Consejo de Indias, en su Libro Primero trata de cómo los españoles, al pasar de México a las islas Filipinas —donde se establecen monasterios de agustinos, franciscanos y dominicos—, tienen noticia del Reino de China e intentan que los mercaderes los lleven allí, sin lograrlo. En este texto tiene especial importancia la historia del corsario chino Limahón, a la que antes he aludido, y su acoso por los españoles, que al final lo obligan a quedar apartado en una isla, y cómo viene de China Omoncón para apresarlo, lo que hace renacer las esperanzas españolas en su embajada, que frustra la huida del corsario…
El Libro Segundo —2ª Parte de la Historia del Gran Reino de la China…— nos cuenta cómo llegaron los franciscanos —Fray Pedro de Alfaro y 14 religiosos más— a las Filipinas, Manila, en 1578, enviados por Felipe II como coadjutores de los agustinos, y tras bautizar a un monje chino buscaron el modo de hacer entrada en China. Enviados a poblar en las islas por el propio gobernador, diversas borrascas y errores los acabaron llevando a las costas chinas, y a pesar de la vigilancia y de los muchos navíos nadie reparó en ellos, y sin saberlo entraron en la China, Cantón, “milagrosamente”. Un juez tuvo con ellos una entrevista, y el intérprete, con el deseo de seguir trabajando en el caso y sacar provecho, trastocó lo que los españoles decían, y lo siguió trastocando, dando lugar a un episodio verdaderamente novelesco, fascinante, que se irá desarrollando a lo largo de muchos días sin que los jueces chinos se enteren de lo que les dicen los religiosos españoles, su propósito de predicar la ‘verdadera’ religión, etc… hasta su regreso a Luzón.
El Libro Tercero reproduce el Itinerario del padre custodio fray Martín Ignacio, de la orden del bienaventurado San Francisco… Felipe II, informado de las cosas de China por los agustinos, envió allí muchos religiosos, y franciscanos. El ‘Itinerario’… narra el viaje desde las Islas Canarias —hasta aparece la legendaria San Borondón— a La deseada, y luego Santo Domingo —“la primera que descubrió Colón”— y todos los espacios, entre grandes huracanes, de Jamaica, Cuba, el reino de México —“por el oriente pegado al Perú”— y desde Acapulco a las Islas de los Ladrones —Marianas— y luego a la de Luzón, antes de pasar a China, sin licencia, pese a la insistencia del gobernador.
Tendremos noticias de cosas notables de las Filipinas: fiestas con mujeres hechiceras —Holgois—, animales, el árbol “palma de coco” y su fruto…, pero al fin fray Jerónimo de Burgos elige 6 religiosos, entre ellos el narrador del Itinerario… un soldado, Juan de Feria, y otros dos que quieren ser religiosos, un portugués y siete indios de Luzón, que en una fragata embarcarán rumbo a China, donde al llegar serán detenidos, encarcelados, juzgados y enviados a Cantón, para que su gobernador decida qué hacer con ellos, hasta que, tras más traslados y trámites, el caballero portugués Arias Gonzalo de Miranda consigue que los liberen.
A partir de ahí, el narrador hablará de lo que le comunicó fray Martín Ignacio sobre la grandeza, bondad, riqueza y fortaleza del reino de China, su historia, su naturaleza física e intelectual. Y a ello seguirá información sobre las islas del Japón, los reinos comarcanos, de Macao a Malaca y de Cochinchina a Camboya, y otros muchos lugares por los que pasaron fray Martín Ignacio y sus compañeros…
Concluyen el libro unos capítulos añadidos al Itinerario… en la edición de 1595, en los que se narra la expedición de Antonio de Espejo a Nuevo México.
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En definitiva, espléndida edición de un libro sobre asuntos importantes de la personalidad histórica española, que no deberían mantenerse apartados, ni de la memoria colectiva, ni del espacio educativo y cultural.
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Autor: Juan González de Mendoza. Título: Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran reino de la China. Editorial: Biblioteca Castro. Venta: Todos tus libros.
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