“Dígame, profesor ¿qué es la cultura?” La sencilla pregunta no me dejó mudo, pero sí estupefacto. Y, parpadeando perplejo, señalé cuanto alcanzaba la vista —prados, casas, el cielo y un tractor que trazaba surcos—, para responder con voz ronca y gesto severo. “Cultura, señorita, es todo aquello que nos rodea… y no es Naturaleza”. La joven asintió complacida. “Las casas y el tractor…” Yo sonreí con afectación. “Más los surcos”. Y me despedí alegando un compromiso inexistente. Aliviado, al menos, por haber salido indemne.
Espero.
Por desgracia, no me satisfacía mi respuesta.
¿Por qué demonios se preguntarán las señoritas del siglo XXI por la cultura en vez de bailar el twist, o lo que se baile ahora, y perseguir marido como se ha hecho siempre? Desde luego, Miss Jenks, soñadora jovencita con la que me crucé el domingo en las afueras de Cahill, no lo hace y me puso en un serio aprieto. ¿Qué es la cultura? Una cosa que está ahí y de la que todo el mundo habla, aunque nadie sepa qué es. Yo tampoco, aunque me haya ganado la vida con ella y pueda asegurar al menos que es una sección de los periódicos, en cuyas páginas te encuentras la vida organizada por “secciones”, como en El Corte Inglés. Señoras, caballeros, sucesos, cartelera, blancolor, jóvenes, jovencitas, internacional, deportes, niños, menaje, viajes y opinión. Y, como no, cultura.
En la sección de deportes, los periódicos informan de los graves asuntos del fútbol y de lo buenos chicos que son Rafa y su amigo Federer. Y en la de internacional, de lo que pasa por ahí. La de cultura se consagra a los devaneos de Brad Pitt, las exposiciones del Guggenheim y a veces también a un artista de Matalascabrillas que se llama Marcelo, hace botijos y los vende en Alemania. Un tío de mucho mérito, Marcelo. La Cultura tiene manifestaciones que se apellidan culturales: Marcelo, por ejemplo, es una. Hablando en serio, la cultura es como la justicia, la igualdad y la educación: un ente abstracto, supuestamente virtuoso y sin duda aspiracional. Un ideal. Y un bien escaso. ¿O alguien ha visto alguna vez un solo gramo de justicia, igualdad o educación? ¿Y de cultura?
Pues no. Quizá por eso todas esas entidades tengan ministerio, que la Cultura comparte con los Deportes y la Educación, dos que nadie tampoco sabe muy bien qué son: más que fúmbol y decir buenos días, seguro. En todo caso, Deportes y Educación merecen sección propia en la prensa, como la Cultura. Ya hemos visto que en la de deportes se habla de fútbol, de Rafa y de su amigo. En la de educación, de la vuelta al cole, los planes de estudio (hay cientos de ellos) y de lo caros que son los libros de texto, las videoconsolas y los pantalones. En cuanto al ministro, se lo pasa bomba asistiendo a las finales de Copa, los fastos del premio Cervantes y a la ópera en el Real por la cara (aunque en los entreactos siempre le toque cambiar impresiones off the record con algún periodista en un reservado y hasta en los servicios: los periodistas son pesadísimos).
En los ayuntamientos no falta nunca un concejal de cultura que se ocupa de las fiestas patronales, los conciertos de Raphael (que se ha vuelto a poner de moda, quien lo diría) y de los regresos de Joan Manuel Serrat que, retirado, vuelve de cuando en cuando con macroconciertos-homenaje en los que canta y cuenta batallitas. La cultura es de lo más entretenido, por lo que no se entiende que los editores españoles de Woody Allen, que es un caballero cultísimo, pretendieran que en un libro raro (Getting Even, 1971) quisiera acabar con ella, así que en un alarde de originalidad lo titularon Cómo acabar de una vez por todas con la cultura.
En fin, que te pones a preguntar por La Cultura y oyes de todo. “Pues los pintores y eso”. O “El Quijote”. O “El Coyote”. O “la cultura es lo que han hecho los grandes hombres”, que tampoco va tan desencaminado. Habría que dilucidar antes que es eso de “grandes hombres”. ¿Fue Napoleón un “grande hombre”? ¿Lo fue Hitler? ¿Y Jack the Ripper? ¿Y El Fary? Yo te digo que si en vez de “hombres” dices “personas” e incluyes a las mujeres (y en lo de “grandes” no te pones demasiado exigente), podría valer.
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Cómo acabar de una vez por todas con la cultura. Woody Allen. Barcelona, 1974.
El malestar en la cultura. Sigmund Freud. Madrid, 1973
Cultura. John Brockman. Barcelona, 2012
La Cultura. Todo lo que hay que saber. Dietrich Schwanitz. Madrid, 2007
El código de la cultura: el secreto de los equipos más exitosos del mundo. Daniel Coyle. Madrid, 2018
Las lagartijas no se hacen preguntas. Leonard Mlodinow. Barcelona, 2016
Cultura, tienes nombre de mujer. Álvaro de Laiglesia. Madrid, 1971
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