Carlos Bardem es un escritor. La advertencia no resulta vana, porque muchos ven en él sobre todo a un actor de éxito y pueden creer que, como otros famosos, ha entrado en el mundo de la literatura caprichosamente. Ya sabíamos desde hace tiempo que no es así. Su novela anterior, Mongo blanco, nos lo demostró muy a las claras. El asesino inconformista, su novela más reciente, no hace más que confirmar esa categoría tan simple: Bardem es un escritor como la copa de un pino.
La primera es una novela política. Fortunato, el protagonista, se dedica a asesinar a políticos corruptos, y de hecho la novela relata uno de esos crímenes, que el lector reconocerá a la perfección. Al hombre que le hace los encargos le dice: “No mato a cualquiera. No soy un sicario. Elegiré si lo hago o no dependiendo de los objetivos y siempre según mis criterios. Te los explicaré con detalle, para ahorrarte el compartir conmigo información delicada. Conozco bien la historia de este país, de Europa. Odio a los nazis. Odio a los fachas. Odio a la gente que roba y abusa de los débiles, a la gente codiciosa que se enriquece a cambio del hambre y la enfermedad de los demás. Por supuesto, a los que abusan de niños. A gentuza de esta, a psicópatas de estos, a los que aprovechan el poder y el dinero para librarse, a los que la justicia nunca alcanza, los mato sin problemas, no me ofrezcas nada que no sea esto. Es mi manera de salvar el alma y la cordura”.
La segunda es una novela social. Bardem refleja el mundo de hoy, sus preocupaciones, sus precariedades, sus miserias. Retrata a una sociedad en buena parte corrupta, pero sobre todo infantil, inconsistente. Una sociedad preocupada de la fama y sin demasiados amarres con lo más humano.
La tercera es una novela familiar. Las novelas familiares, ya se sabe, son en la mayoría de los casos novelas de demonios íntimos. Fortunato recuerda la relación dolorosa y turbia —desde la mirada fascinada del niño hasta el resentimiento del asesino maduro— que tuvo con su padre. Y en esa relación están contenidos buena parte de los demonios que le acompañan ya siempre.
La cuarta novela es sentimental. El asesino inconformista es una gran novela de amor, de un amor que, a la vieja usanza, recobra todos los valores del romanticismo: el amor como redención, el amor como salvación y refugio. El amor como exorcismo de todos los males del mundo. Fortunato ha encontrado a Claudita, una actriz concienzuda que le ha hecho olvidar al resto de las mujeres de su vida. El juego de la verdad y la mentira pone en riesgo la relación, pero es un riesgo solamente literario, porque los dos están tan enamorados que no conciben un mundo distinto al que comparten.
Carlos Bardem ha construido un mundo reflexivo, denso, en el que se exploran los límites morales de los personajes, que es lo mismo que decir los límites morales del lector. Con una estructura de rompecabezas magníficamente construida, el autor pone un espejo delante de todos nosotros para que podamos vernos —deformados—en el rostro de Fortunato. Cada lector leerá una novela distinta, como ocurre siempre con la buena literatura, porque cada lector encontrará su propio reflejo. Su mirada sobre el compromiso político, sobre la sociedad en la que vive, sobre sus relaciones familiares y sobre el amor. “Envejecer es aprender a vivir con la culpa”, dice en un determinado momento. Leer esta novela también es una forma de aprender a vivir con la culpa.
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Autor: Carlos Bardem. Título: El asesino inconformista. Editorial: Plaza & Janés. Venta: Todostuslibros y Amazon
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