Contenido: ¿dónde está la nueva mierda?

Más adelante hay un momento en el que ella, cansada de su rutina laboral y de la superioridad de Moisés por su puesto en Zenfire, le espeta a éste que no está trabajando en una empresa de Silicon Valley, sino dentro de un episodio de Futurama. Esta sentencia resume el pensamiento de quien entra en la secta, un «OVNI que mira al futuro», según Israel de la Plata, el joven CEO de Zenfire, que sufre, entre otras patologías, el síndrome de Steve Jobs. Esto es: un Doctor Maligno de buena familia que organiza sus reuniones en una base secreta sponsorizada por Starbucks.

Sobre estos dos personajes —Erika e Israel de la Plata— se mueve el lector, siguiendo los erráticos y confusos pasos de Moisés. Carlo Padial maneja incluso la relación sentimental entre Moisés y Erika como un único individuo y, por lo tanto, como otro actor de la historia. «Hay algo interesante en contar ese arco de pareja, que avanza en paralelo al auge y caída de la start-up, y que es un auge y caída en sí mismo, marcado por la precariedad en ambos casos», cuenta el autor. También le parece interesante el juego que dialoga con el cine y la literatura europeos, «donde las relaciones de pareja son contenido, casi el contenido principal de esas obras». Cuando ve cine y lee libros europeos observa Padial que las relaciones de pareja son un género en sí mismo, llenas de lugares comunes, «y es potente que todo quede cubierto por la idea del contenido, también los afectos». Porque todo en la vida ha quedado reducido a eso, al contenido.

En esta ecuación estaría también Felipe, amigo de Moisés y objeto de los daños colaterales de la situación; es el paisano que moriría por una bala perdida. En otra vida paralela, Felipe habría continuado con su documental sobre la Virgen de Montserrat, conocida como La Moreneta, antes que meterse en un callejón para grabar con Moisés a un grupo de chavales, pero decide seguir con fe ciega a su compañero y amigo, al que le ha terminado comprando las «pesadillas delirantes» de su jefe Israel de la Plata, quien a su vez le exige contenido porque las calles «necesitan fuego». Cuando por fin Moisés logra dormir, a última hora de la madrugada, sueña con «un vacío inconmensurable», con ideas, e incluso con la virgen negra, que le pregunta —con la voz de Israel— por la «nueva mierda».

Llegados a un punto del libro, los lectores se preguntarán si existe gente así, como Israel, si hay tanto «flipado» en la aldea start-up. Y sí, la hay, y mucha, rozando la psicopatía hasta niveles extremos. Pero no es Israel de la Plata el agujero negro que todo lo atrae y absorbe, no; es la precariedad la cuestión que hay que plantearse como verdadera en este relato que de tan real provoca nauseas, sobre todo —repito— si se ha pasado por este trago amargo que te venden como un elixir de modernidad; nos han educado para permanecer cuando ahora todo está cambiando a gran velocidad. Pero hete aquí que no nos han enseñado a cambiar. «Era importante que el libro incluyera el mundo antiguo y el mundo nuevo a la vez, y que se vea que ambos se están hundiendo, pero de formas diferentes», ha declarado Padial en los medios.

Moisés, por su lado, tiene cada vez más claro que lo que acaba con las personas y con las relaciones no es el pasado, ni las malas acciones, «sino la puta precariedad. Y el absoluto guirigay en el que todas y cada una de las personas que conozco andamos metidas. No es una época favorable para romances. Ni para existir. Se ha puesto imposible vivir. Y nadie parece darse cuenta». Es una reflexión a través de la literatura que es en realidad una hostia de realidad, y una realidad muy amarga y dolorosa.

Contenido es una novela desagradable que uno no puede dejar de leer aunque le haga sentir como una basura, porque esto es la vida: una redacción llena de «secundarios de Hook comiéndose un tupper de quinoa y tomates cherry». ¿Cómo en un oficio tan precario hay tanto «navajeo»? Porque ya ni en nuestro hambre mandamos nosotros y porque nadie —en un mundo tan pequeño— quiere ganarse enemigos. Bien lo sabe Erika que, volcada en su café y su magdalena, con la cara medio oculta por el pelo y los ojos todavía «un poco llorosos» por el disgusto —la enésima discusión con Moisés—, le da la razón a su contrario como quien asume que vive en un sótano indigno… a pesar de todo: «Es verdad. Tenemos mucha suerte de dedicarnos a lo que nos gusta».

En estos tiempos de novelas hedonistas sobre seres que transitan en una columna de suplemento dominical, Carlo Padial viene a amargar tu café de especialidad.

———————————

Autor: Carlo Padial. Título: Contenido. Editorial: Blackie Books. Venta: Todostuslibros.