Ana Velasco es, además de periodista, historiadora especializada en moda. Y ahora, después de publicar Historia de la moda en España (2021), regresa a las librerías con Ropa vieja, cuyo subtítulo, Historia de las prendas que vestimos, lo dice todo. Dos ejemplos: la bufanda nació para proteger a las personas del calor y el chándal era una prenda que usaban los vendedores de ajo franceses.
En este making of Ana Velasco Molpeceres explica cómo escribió Ropa vieja (Catarata).
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Todo el mundo quiere ser escritor. Hasta quien nunca lee (ni hablemos de comprar) un libro. Mucha gente piensa que su vida da para una novela. Incluso que un día escribirá, finalmente, esa obra que se dibuja en su cabeza. Yo también quería ser escritora. Y un día escribí un libro. Y me lo publicaron. Y luego otro. Y otro. Y otro más. Como dijo C. Tangana sobre vivir de la música: “Esto ya es pa siempre”.
El primer paso es encontrar algo interesante. Y el segundo, escribirlo. Sobre esto, en clase (fuera no, no hay que dar consejos nunca), mi otra afirmación estrella era: no sois Shakespeare. Pero, pensemos en él. ¿Alguien cree que escribía una frase tras otra, sin releer y corregir, y ya? Una forma de mejorar en la escritura es leer en voz alta lo escrito. Sobre todo por la puntuación, que no debe ser creativa, sino instrumental. Pero también por el ritmo: repetir palabras retrasa y cansa. Además, las frases largas son más difíciles de leer. Y aburridas. Las oraciones son como flores. Van aflorando. El párrafo es como un tallo, que sujeta esas flores. El capítulo es una rama, más fuerte y que da unidad. Y todo el libro es la planta: un todo, formado por una estructura en la que lo bello conecta con lo fuerte. Es decir, el estilo con el contenido. Herman Hesse afirmaba que el hebreo es un idioma seco que da flores. Eso es para mí escribir. Y así escribo.
La norma, para mí, es que cada oración sea independiente pero que, por párrafo, haya una idea. En cada capítulo hay un principio y un final, conectados. Y, como en una madeja, la historia avanza tirando del hilo. De modo que el comienzo y la conclusión se desentrañan, esto es: se cuentan. Una obra maestra es en la que, al término de ese proceso, hay algo profundo que suma. En el caso del libro Ropa vieja: Historia de las prendas que vestimos el hilo conductor es, precisamente, conocer qué se ha elaborado con hilos, qué se ha tejido y confeccionado y qué llevamos hoy. El texto responde a una pregunta: ¿de dónde viene lo que nos ponemos? O, lo que es lo mismo, ¿qué esconde nuestra ropa? Y la respuesta es: muchas cosas. Tantas que hay que escribir un libro. Porque son muy interesantes (no por escribir un libro, no por decirle a mis amigos que he escrito un libro, no porque me entrevisten, no por hacerme rica). Y porque el libro que yo querría leer no lo ha hecho nadie. En definitiva, como decía Bukowski: “Si no te sale ardiendo de dentro, no lo hagas”. A mí me interesa la moda. Y sé ver lo que no muchos ven. Y sé contarlo.
Como en el cuento en el que unos animales encuentran unas joyas en la basura pero nadie puede sacar ningún provecho de ellas, es necesario saber qué hacer. ¿Cómo organizo lo que quiero contar? La cuestión de la estructura es de las más complejas. Se suele decir que hay autores de brújula, que se dejan llevar, y de mapa, que saben exactamente adónde van. A mí me gustan ambas. En el libro se cuenta la historia de muchas prendas: jersey, pijama, alpargatas, chándal, bikini, deportivas, falda, velo, etc. y podría organizarse de diversa forma. ¿Cronológicamente? De lo más antiguo a lo más reciente, o al contrario. ¿Por países? ¿Por tipos de prendas? En virtud de la simplicidad, porque escribir es como hacer un mapa: no puede estar todo, hay que agrupar y resumir, o no sería un mapa, me pareció que esa era la mejor elección. La ropa ya la clasificamos de forma cotidiana así: interior, exterior, de abrigo, accesorios… Pero esto no es un diccionario, un tipo de texto de consulta, como una enciclopedia. Es un libro. De esos en los que se piensa cuando se dice la palabra «libro». Y los libros tienen un misterio. O deberían tenerlo. Porque los lectores ya saben lo que es un pantalón. Tienen varios. Hay que darles lo que no saben.
Y, ¿qué hacemos cada día con la ropa? Ponérnosla. Quitárnosla. Desde la mañana a la noche. Y en un orden: solo Superman se pone los calzoncillos por fuera. Por eso el libro empieza con lo primero que nos colocamos: las prendas interiores, y avanza por el resto de ropa y adornos que vamos sumando. Y termina otra vez, como nuestros días, en el hogar. Donde nos despojamos de las máscaras y uniformes profesionales y sociales. Aunque en nuestras casas también llevamos ropa especial. A la que estamos tan acostumbrados que incluso creemos que es cómoda. ¿Cómo estamos tan engañados? ¿Cómo somos tan ciegos a la realidad? Este libro ayuda a comprender mejor el mundo. Es un hilo que saca del laberinto, como el que dio Ariadna a Teseo. Porque eso es escribir. Y leer. Y vivir. Porque eso es ser escritor.
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Autora: Ana Velasco Molpeceres. Título: Ropa vieja. Editorial: Catarata. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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