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Cómo escribir el final de una trilogía y no morir en el intento - Blas Ruiz Grau - Zenda
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Cómo escribir el final de una trilogía y no morir en el intento

La de tiempo que hace que no me paso por aquí (algo que explicaré ahora mismo), pero como dice el anuncio: “Vuelve, a casa vuelve, vuelve a su hogar”. El resto lo omito. Y, claro que considero que Zenda es mi casa, nunca lo he negado. Es más, me reivindico diciendo que puede que me...

A las buenas, querido lector.

La de tiempo que hace que no me paso por aquí (algo que explicaré ahora mismo), pero como dice el anuncio: “Vuelve, a casa vuelve, vuelve a su hogar”. El resto lo omito. Y, claro que considero que Zenda es mi casa, nunca lo he negado. Es más, me reivindico diciendo que puede que me veas alejado unos meses de aquí, pero siempre acabaré volviendo.

Bien, una vez he dado el manotazo sobre la mesa me dispongo a contarte parte de lo que me ha tenido fuera. Evidentemente no te lo voy a revelar todo, que un buen mago debe guardarse algún as escondido, pero no es secreto para ti que en nada voy a publicar el fin de algo que me ha llevado de cabeza durante los últimos seis años. El día 19 de noviembre se publicará No morirás (que todos daban por sentado que se llamaría No matarás y que yo, hábilmente, cambié el título para fastidiar). Es el punto y final de una trilogía que comenzó con No mentirás y que continuó con No robarás.

"Publicaba tan ricamente en Amazon cuando consideraba que la novela ya estaba lista para ello (casi nunca acerté en ese punto) y a correr"

Con estas dos primeras lo tuve relativamente fácil. No me malinterpretes, voy a explicarme. Resulta que con estas dos tenía todo el tiempo del mundo. Como me fabricaron mal, no me dejaban trabajar en cosas normales a mí, y loco que es uno, me dio por escribir. Publicaba tan ricamente en Amazon cuando consideraba que la novela ya estaba lista para ello (casi nunca acerté en ese punto) y a correr. Escribía durante mucho tiempo cada jornada, ya que aparte de tareas propias del hogar no tenía nada más que hacer. Incluso cuando nació mi hijo (justo cuando empecé con esta trilogía) me pude permitir encontrar los huecos necesarios para seguir aporreando teclas, ya que estaba todo el día encerrado en casa.

Eso me permitió tomarme muy en serio esta trilogía. Quería que fuera un punto (enorme) más allá, y para ello, muchos lo saben, pero puede que tú no, me tomé la documentación como algo esencial que pude saborear despacio, disfrutarlo y gozarlo como nadie. Te invito a que busques por esta web, porque he hablado varias veces sobre ello. También pensaba mucho la trama, para no dejar nada inconexo o que quedara raruno. Es verdad que escribo sobre la marcha, sin guion, pero sé dónde está mi destino, y hasta llegar ahí necesito que el camino se vaya construyendo de manera lógica, y al tiempo que sorprenda donde lo tenga que hacer.

Todo muy bien con estas dos. Tenía todo el tiempo del mundo.

Escribí las dos de corrido, e incluso mi cabeza sabía por dónde más o menos irían los tiros de la tercera parte, pero pasó algo que me fastidió bastante. Y es que esta trilogía yo no la quería autoeditada en Amazon. No por nada, pensaba de verdad que tenía la calidad suficiente como para estar en la misma estantería que grandes de las letras. O de no tan grandes, pero al menos en una estantería de librería. Así que mi empeño en que se fijaran en este proyecto fue muy frustrante, cosa que me hizo alejarme de ella y perder las ganas de escribir ese tercer libro.

¿Qué pasó?

Que mi momento llegó. Penguin Random House llamó a mi puerta y, después de varias conversaciones, me acabaron fichando para publicarla.

Sueño cumplido, habrá que terminarla, ¿no?

Mis ganas.

Toca publicar el primer libro y, por mucho que uno se crea el puto amo de juntar palabras, resulta que no lo es. Es más, tu trama es muy buena pero tu prosa un asco. Así que a pulir. Toca trabajar muy duro en más de 20 revisiones que incluyen reescrituras (que yo mismo me impongo porque, por suerte, cada día voy aprendiendo a hacerlo un poquito mejor que el anterior) que me tienen un año muy ocupado. Llega la publicación: marzo de 2019.

¿Termino ahora el último que ya tengo uno fuera?

Mis ganas.

"La vorágine seguía y la cantidad de compromisos que me traía los dos primeros libros (ineludibles para alguien que necesita que su nombre suene y vengan más y más lectores) continuaba"

Uno siempre sueña con estar en mil sitios, con mil entrevistas y mil firmas de ejemplares pero, siendo realistas, no siempre ocurre así cuando se publica con una editorial. Sea pequeña o grande. Es cierto que apoyo siempre tuve desde el grupo, pero la verdad es que contribuyó bastante la enorme acogida que tuvo el libro (se agotó la primera edición el mismo día de la salida), que convirtió esto en una vorágine que no esperaba.

Todavía recuerdo en abril, presentando en Madrid. Teníamos encuentro con bloggers posterior a 129234820349 entrevistas y, agobiado, bajé con mi editora Carmen a tomar un poco el aire. Ahí me atreví a confesarle algo:

“Carmen, todavía no he escrito el último”.

“Blas, pero si ya tenemos fecha de publicación y todo”, me respondió, algo incrédula.

“Ya, pero (y aquí le conté todo lo que te he contado arriba). Además, tengo mucho miedo, porque sé que este primero es bueno, pero es que el segundo le da mil vueltas y no sé si podré estar a la altura con un tercero. Está demasiado en alto el libro, y me da miedo caer”.

“Blas, tranquilo, sé que podrás. Si has sido capaz de volvernos locos con este y con el segundo, podrás”. Esto me lo dijo mientras me apretaba fuerte la clavícula y me mostraba los dientes con los ojos muy abiertos.

A ver, es broma, pero si lo hubiera hecho estaría justificado. Aunque su ánimo era real.

La vorágine continuó y me hubiera encantado encontrar ese momento para ponerme con ello, pero otro problema surgía, que era trabajar en que el segundo libro quedara fetén. Carmen ya me había conocido lo suficiente a mí y a mis reescrituras durante el año anterior como para anticiparse y ponerme a dos editoras más a mi disposición. Yo llevaría el peso de hacer todo lo gordo, pero ellas me apoyarían con relecturas para localizar fallos y que fuera todo más rodado.

Y lo fue. Vaya que sí.

Conseguí acabar la edición del libro en un tiempo récord y quedó la mar de bien. Ya podía ponerme con este tercer libro que, para más inri, habíamos adelantado 5 meses su lanzamiento debido a la petición insistente de los lectores.

¿Me encerré a escribir durante día y noche?

Mis ganas.

La vorágine seguía y la cantidad de compromisos que me traía los dos primeros libros (ineludibles para alguien que necesita que su nombre suene y vengan más y más lectores) continuaba. Cada vez más. Hasta el punto de que no había semana que pasara entera en casa. A veces, incluso eran muchos más los días fuera seguidos que los que pasaba con mi familia.

"Para mí la documentación de la novela es fundamental. No en plan ser el cuñao que todo lo sabe"

La parte positiva era que mi cabeza había ido germinando, casi sin querer, una trama que cada vez que me venía así, en forma de flash peliculero, me ponía los pelos como escarpias. Y si me los ponía a mí, al lector… Así, tocaba escribirla de un modo un tanto diferente. Ya no en lo romántico de mi despacho, rodeado de mis libros, con mi silencio, con mis cositas… no; ahora tocaba entre trenes, aviones, descansos para comer entre entrevistas, hoteles, baños (sí, he llegado a escribir en un baño con la excusa de ir a hacer mis cosas y que me dejaran cinco minutos tranquilo) y mil cosas más que te aseguro que te sorprenderían.  Y así, empeñado en escribirla de un modo más profesional que romántico, pude hacerlo.

Y ahora viene otra cuestión: como te he contado antes para mí la documentación de la novela es fundamental. No en plan ser el cuñao que todo lo sabe y que, además, te lo cuenta. Sobre todo lo quiero tener claro para no meter la pata y acercarme a la realidad lo máximo posible sin convertirme en una Wikipedia de pacotilla. Así que, ¿cómo documentarme, si no tengo apenas tiempo ni modo? Pues a lo bestia. La novela transcurre en Madrid y la protagoniza el inspector Nicolás Valdés, de la Unidad Central de Homicidios y Desaparecidos en el Complejo Policial de Canillas en Madrid (algo así como la central de centrales de Policía), por lo que gracias a unos contactos que he ido ganando con los años, aprovechando que cada dos por tres me tocaba estar en Madrid para algo, me documentaba en vivo con estos contactos, que me hacían comprender mejor cómo era su día a día y cómo lidiaban con situaciones como las que yo planteaba en el libro. Pero no sólo con Homicidios, ya que he tenido la suerte de poder hacerlo con las unidades de Científica, SAC (Sección de Análisis de la Conducta), componentes del GEO y de la UCC (Unidad Contra la Ciberdelincuencia). Algunos de forma presencial y otros por email, porque no quedaba más remedio. Pero el resultado me tiene loco, loquito, loco.

Y ya, para acabar, después de que mis editoras me insultaran varias veces después de la primera lectura (pero en plan bien como: “Casi te busco y te arranco la cabeza por lo que me has hecho sufrir en la novela, cabrón”) tocaba de nuevo el proceso de edición.

Por suerte quedaba tiempo de sobra antes de entrar a imprenta, y lo podíamos hacer con los ojos cerrados. ¿Verdad?

Mis ganas.

De pronto, un señor en China se come un murciélago en una sopa. O yo qué sé qué pasó, pero nos viene de pronto una pandemia mundial de la que aún no hemos salido (ni vemos la salida). Me rompe en dos la gira y la vorágine de No robarás, que puede ser malo a nivel comercial (pero malo de narices) pero bueno a nivel creativo, al estar más tiempo en casa. Algo así como antes, cuando escribía más en la soledad de mi despacho. Bueno a nivel creativo los cojones. Yo no sé a ti, querido lector, pero esto a mí me ha destrozado psicológicamente. Y no empecemos que peor están los que han muerto o los que han perdido a alguien, porque todos tenemos derecho a destrozarnos psicológicamente si es lo que toca. Y en mi caso así ha sido. A pesar de que creé una ida de olla titulada El silencio de una princesa con el único propósito de entretener, mi cabeza no ha estado durante todo este tiempo lo centrada que debería. Con altos y bajos, aunque mucho más de lo segundo. Esto ha implicado un sobreesfuerzo para no tirar la toalla en el último momento y tratar, tanto a ti como a la novela, con el respeto que se merece. Y, sí, creo que lo he conseguido. Trabajé durante varios días sin descanso, pero de manera literal, para conseguir dotar al texto de esos matices que que logren que la novela no sea sólo un lanzamiento más para hacer “chimpún” y listo. No un libro con el que sacarte los cuartos y ya. No, me niego, nunca he querido eso, y por esa razón lo he peleado como nunca. No se trataba de extender una historia porque sí y lanzarla al mercado. No, se trata de contar las cosas como estos seis años de trabajo merecen, sin bajar el listón ni un centímetro y, si me permites el atrevimiento, subiéndolo notablemente para que cuando cierres el libro tengas dos sentimientos encontrados.

Uno, el de felicitarme por el buen sabor de boca que se te va a quedar.

Dos, el de querer estamparme la cabeza contra un árbol en repetidas ocasiones porque también te garantizo que vas a sufrir de lo lindo.

Esto no lo he contado, pero me acaba de venir a la mente.

"Pero todo esto es cháchara, querido lector. Puede que me esté tirando el moco y te esté plantando una semillita de expectación extrema"

Tuve que dejarla durante varios días, porque hay una escena en concreto que me ahogaba. Literal. No podía respirar bien. Empaticé tanto con lo que sucedía que mis pulsaciones se dispararon y mi pecho se movía a un ritmo frenético. Paré unos cinco minutos pensando que era momentáneo, pero necesité de varios días para atreverme a volver, porque lo que estaba sucediendo podía conmigo.

Pero todo esto es cháchara, querido lector. Puede que me esté tirando el moco y te esté plantando una semillita de expectación extrema (lo que llaman ahora hype, vamos) para que el 19 (si esto lo estás leyendo antes, que espero que sí) de noviembre corras raudo a tu librería de siempre a comprar el libro.

Aunque también es cierto que esto sólo lo podrás averiguar si te tiras a por él.

Ya queda en tus manos.

No sé cuál será tu sensación final. Creo que ningún escritor es capaz de vaticinar algo tan grande, pero pase lo que pase es que te prometo que no te quedarás indiferente.

De todos modos, lo que quería hacer ya lo he hecho, que era contarte que no siempre todo es tan idílico como parece desde fuera. Que a veces se dispone de todo el tiempo del mundo para mimar a tu criatura al máximo, y que otras tantas nos toca correr y hacer las cosas un poco a lo loco. Yo me quedo con que, a pesar de esto último, la novela ha quedado (y esto sí que es real al 100%) muy por encima de mis expectativas.

La trilogía no podría tener mejor final.

Te espero para que me cuentes lo que te ha parecido a ti en mis redes. Busca mi nombre.

Nos leemos pronto, querido lector.

Volveré a casa.

Siempre lo hago.

—————————————

Autor: Blas Ruiz Grau. Título: No morirás. Editorial: Ediciones B. Venta: TodostuslibrosAmazon

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Blas Ruiz Grau

Blas Ruiz Grau (Rafal, Alicante, 1984). Informático y escritor. Auto publicó su primera novela (La verdad os hará libres) en 2012, con una buena acogida por parte de los lectores. Su segundo trabajo (La profecía de los pecadores, 2013) ya ha superado las 80.000 copias (papel y digital), obteniendo diversos números 1 en todo el mundo en las listas de los más vendidos de Amazon y Casa del Libro. Kryptos (2015), en apenas unas horas, se colocó número 2 en los más vendidos de Amazon y en muy pocos días alcanzó el número 1, hecho que se repitió hasta en una decena de ocasiones y en una larga lista de países. Un fenómeno de ventas con el que decidió donar todo su beneficio a la ONG Educo, que se encarga de dar de comer a los más pequeños. Al poco tiempo acabó fichando por Ediciones B. Pronto publicará dos nuevos trabajos. Su presencia en redes sociales, sobre todo en Twitter, es muy activa (@BlasRuizGrau).

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