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Claudia Piñeiro total - Zenda
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Claudia Piñeiro total

Foto: Jeosm Sus investigadores nunca son policías aguerridos, ni detectives cansados de la vida con pipa, placa o pistola sino gente común convocada por algún suceso inesperado que rompe los márgenes de una apariencia perfecta para indicarnos que algo falla a su alrededor y ni lo habíamos notado. En Elena sabe, novela de 2007 recién...

Foto: Jeosm

Posee Claudia Piñeiro una escritura fina, inteligente y tan esmeradamente compleja que parece sencilla, tan articulada que nos mantiene atentos y sorprendidos hasta el final. Y hasta después del final. La autora argentina, nacida en 1960, recién galardonada con el XIV premio Carvalho que concede el festival de BCNegra, no rellena los esquemas canónicos que diseñaron Chandler, Hammett y otros muchos, sino que inventa los suyos, estira el género y se da la vuelta cuando menos te lo esperas para enseñarte trucos donde solo parecía haber rutina. Éste es un repaso de su estilo y obra:

Investigadores sin pipa ni pistola

"No es convencional Claudia Piñeiro en sus malvados, que elige entre la gente corriente sin necesitar a un Moriarty"

Sus investigadores nunca son policías aguerridos, ni detectives cansados de la vida con pipa, placa o pistola sino gente común convocada por algún suceso inesperado que rompe los márgenes de una apariencia perfecta para indicarnos que algo falla a su alrededor y ni lo habíamos notado. En Elena sabe, novela de 2007 recién publicada por Alfaguara en España, la investigadora es una anciana madre afectada por parkinson que apenas puede acertar a poner un pie tras otro para lograr avanzar y no caer en el intento. Su falta de musculatura apenas le permite levantar la cabeza del pecho y ver mucho más allá de las piernas sin cara de la gente. Pero su hija ha muerto ahorcada en un campanario en una noche tormentosa y solo ella sabe que nunca se acercaba a las iglesias si llovía. Por ello esta anciana con ningún parecido a Sherlock Holmes, Poirot, Harry Bosch o Wallander emprende su lento camino —trastabillante, inestable, limitado— en busca de quienes la trataron. Lo demás hay que leerlo.

Piñeiro lo ha hecho así desde sus inicios. En Las viudas de los jueves, la novela que la lanzó al éxito tras obtener el premio Clarín en 2005, que sigue vendiendo y que ha sido trasladada a la gran pantalla, el investigador ni siquiera existe y solo el rumor entre vecinos de una urbanización de lujo de Buenos Aires, los pasos nocturnos de un par de adolescentes y los dimes y diretes que van reflejando las relaciones hipócritas y los fracasos que se esconden bajo el vano espejismo del éxito evaporado van convirtiendo al lector en único detective que se sitúa ante la muerte de tres hombres e intenta averiguar la verdad. En Tuya es la propia esposa cornuda quien guía la trama en su investigación. Pero no porque busque la verdad, sino porque quiere ayudar calladamente a su marido a ocultar su posible crimen. En Las grietas de Jara es un arquitecto. En Betibú es esencialmente una periodista. En Un comunista en calzoncillos una niña. En Una suerte pequeña una mujer que vuelve a su país tras una larga ausencia. En Las maldiciones un joven asesor político. Está claro que Piñeiro no confía en las fuerzas de seguridad porque, como suele decir, en Argentina donde hay un crimen suele estar la policía involucrada. Y el único que ha utilizado (en Betibú) ejerce tanto de investigador como de sospechoso.

Villanos sin Moriarty

Tampoco es convencional Claudia Piñeiro en sus malvados, que elige entre la gente corriente sin necesitar a un Moriarty. No hay precisamente grandes mafiosos de la droga o la prostitución, no hay demonios maliciosos que hayan planificado tremebundos crímenes contra la sociedad, sino simples ciudadanos cuya importancia es la de las boyas flotantes que señalan el trasfondo oculto: la hipocresía, la incapacidad de asumir el fracaso, la desigualdad, la violencia de género, el adulterio, la manipulación política, el enriquecimiento sospechoso o el poder.

Crímenes germinados en las distancias

"Piñeiro es maestra de las distancias: las distancias entre maridos y mujeres, entre padres e hijos, entre generaciones, vecinos, clases sociales, sexos"

Los crímenes de estos libros no podían quedar tampoco a salvo de la imaginación de esta autora, que suele decir que los delitos son los que definen a la sociedad en que se producen: sea un enloquecido armado acribillando a decenas de estudiantes en un instituto en Estados Unidos, los cráneos cortados de niños en México, la xenofobia en Suecia o los desaparecidos en Argentina. En su caso, Piñeiro es maestra de las distancias: las distancias entre maridos y mujeres, entre padres e hijos, entre generaciones, vecinos, clases sociales, sexos. Y es en ellas donde encuentra el abismo en el que prende la mecha del mal hasta originar el incendio. En Las viudas de los jueves la distancia es entre vecinos que parecen armoniosamente semejantes y que, bajo el rasero igualador de la urbanización de lujo, del colegio inglés de pago, el golf, el tenis y los proyectos de carreras para sus hijos, empiezan a albergar destinos diferentes. En Tuya la distancia es entre un marido y una esposa que creían compartirse hasta la muerte. En Elena sabe la distancia es entre la salud y la enfermedad, entre una hija y su madre, entre el conocimiento y la ignorancia. En Una suerte pequeñla distancia es entre la verdad y la impostura. Como en Las maldiciones, donde la distancia es entre la nueva y la vieja política, entre la confianza y el aprovechamiento. Y curiosamente en Quién no, su último libro, un compendio de relatos recién publicado por Alfaguara, la distancia es justamente lo que aspira a superar Piñeiro con un puñado de historias que persiguen la empatía. Un gran hallazgo: establecer puentes casi inverosímiles para superar las distancias que nos arrollan.

Títulos imposibles de olvidar

"No puede terminar un repaso a la obra de Piñeiro sin subrayar el valor magnético, visual y muy memorizable de sus títulos"

No puede terminar un repaso a la obra de Piñeiro sin subrayar el valor magnético, visual y muy memorizable—¡gran valor!— de sus títulos, tan imposibles de olvidar tras su lectura minuciosa como el aroma que impregna sus historias. Piñeiro fue auditora antes de liberarse para dedicarse a escribir y, en honor a su odiada ocupación, vayan aquí sus títulos, a modo de una contabilidad más entretenida que los tornillos o motores helicoidales que tenía la obligación de contar: Las viudas de los jueves, Tuya, Elena sabe, Las grietas de Jara, Betibú, Un comunista en calzoncillos, Una suerte pequeña, Las maldiciones y Quién no. ¿Acaso no son títulos fáciles de recordar?

El premio metáfora

Tenía Piñeiro el éxito, el reconocimiento, y ahora le ha llegado un premio, el prestigioso Pepe Carvalho de novela negra, que, por decisión de un jurado presidido por Carlos Zanón, corona a la autora argentina de nombre gallego con el premio catalán de nombre gallego. Su padre (gallego) acostumbraba a llevarla al casal catalán en Buenos Aires y de ahí viene su recurso habitual a nombrar a sus personajes en catalán. Sea el premio metáfora de una literatura universal que, en medio de las distancias, entabla fuertes puntos de conexión a partir de la literatura en español. Puente, en fin, que no distancia.

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Berna González Harbour

Berna González Harbour es escritora de novela negra, creadora de la comisaria Ruiz. Con Verano en rojo (2012) y Margen de error (2014) dio vida a este personaje cuya serie continúa con Las lágrimas de Claire Jones. También es autora de la novela Los ciervos llegan sin avisar (2015). Es periodista, analista política y colaboradora cultural. Trabaja en la sección de opinión de El País, donde anteriormente ha sido editora de Babelia, subdirectora del diario y enviada especial a numerosos países en conflicto. Escribe en las secciones de cultura y opinión, y también en Babelia, y participa habitualmente en la tertulia de Hora 25, en la Cadena Ser. Su última novela es El sueño de la razón (Destino). @BernaGHarbour

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Paula
Paula
1 año hace

«(…) una sociedad en la que han avanzado el feminismo y los derechos de las mujeres, las leyes del matrimonio igualitario, del aborto e incluso, el lenguaje inclusivo.» – El «lenguaje inclusivo» (si Piñeiro se refiere al reemplazo de la letra «o» y «a» (masculino y femenino) por la «e» – en vez de decir los chicos y las chicas, diríamos «les chiques»)… es una iniciativa que explica claramente cuál es el nivel educativo en la Argentina. Si hay un terreno absolutamente libre… éste es el lenguaje, que evoluciona y cambia sin imposiciones ni «forzadamente» para acomodarse a la agenda de turno. Creer que los cambios en el modo de hablar de una sociedad pueden ser impuestos… es propio de mentes dictatoriales.

Marcos
Marcos
1 año hace

Qué aburrimiento. Siempre las mismas monsergas feministas y progres… Qué pereza. Hay vida y cultura más allá de estas señoras empoderadas y de cuota…

Patricia Fortuny
Patricia Fortuny
1 año hace
Responder a  Marcos

Pues no leas a Claudia Piñeiro, tú te lo pierdes.

Patricia Fortuny
Patricia Fortuny
1 año hace

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Claudia Piñeiro, y el tema del feminismo no es ninguna monserga, es algo que incluso se puede materializar en cualquier momento. Usted Marcos, claro que es varón y nunca ha sentido el miedo que tenemos las mujeres en muchos lugares no solo en México de donde soy, pero en muchísimos lugares. Y lo que sentimos cuando miramos a nuestras hijas o nietas tan indefensas tan pequeñas y no queremos ver lo que podría sucederles…

anibal norberto perez
anibal norberto perez
1 año hace

Estoy en una pagina de autoedicion, se llama club de la escritura, es de FUENTETAJA, España, y ahi veo talentos que no tienen cabida en las grandes editoriales, porque se debe hablar de la #industria» editorial. Mientras tanto, tenemos autores premiados como Fernandez Diaz, m culto, pero leyendo la primera linea de un cuento suyo se adivina el resto, o Claudia Piñeiro, tambien con mucha llegada a toda la industria. Los invito a leer talentos noveles en: https://clubdeescritura.com/

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