Por su libro Clamor en la memoria, aparecido a finales de 2022, la escritora Dionisia García (Fuente Álamo, 1929) obtuvo en abril de 2023 el Premio Nacional, en la modalidad de poesía, que anualmente otorga la Asociación Española de Críticos Literarios. Este galardón ha acreditado de modo bien fehaciente que la poeta albacetense, después de reunir en 2017 su poesía completa en Atardece despacio, continúa realizando tan interesantes aportes a la literatura española actual como el de la obra de referencia, inspirada mayormente en quien fue su cotidiano compañero de vida, Salvador Montesinos, fallecido en 2021, año en el que ella daba a conocer su conjunto Mientras dure la luz.
Salvador es evocado como irredento paladín de causas perdidas, como viandante que procuraba transitar por calles muy concurridas, y como alguien que no tuvo por costumbre el rechazo de nada, pero sí establecía prioridades electivas. Junto a él compartió numerosas experiencias de distinta índole y calado, entre ellas la de la parentalidad, las del conocimiento directo de muchos países y culturas de distintos continentes, las del goce de las artes, especialmente de la música, de la cinematografía, y por supuesto el acercamiento a creaciones literarias indispensables de diferentes literaturas europeas.
Al lado de Salvador Montesinos fue creciendo como persona Dionisia García, y asimismo como escritora, y sin necesidad alguna de haber de reivindicar, como Virginia Woolf, un espacio, una habitación propia, pues no hubo de hacerlo, dado que ese ámbito de libertad personal que puede albergar una soledad fecunda para la creación lo tuvo siempre sin haber de reclamarlo. Los que hemos conocido a Salvador Montesinos in situ, en el lugar donde se ha ido desarrollando con preferencia la obra literaria de Dionisia García, pudimos siempre conversar brevemente con él en una estancia de la casa desde la cual uno se encaminaba luego a la zona del taller creativo de la poeta para departir largo y tendido sobre motivaciones de sus versos, de sus relatos, de sus ensayos críticos, y de sus aforismos, subgénero en el que cada diez años (1994, 2004 y 2014) ha ido reuniendo originales colecciones. Salvador solía sentarse en un sillón, hoy vacío, ante el cual se pregunta la dicente en su texto “Complicidad”:
¿Dónde el que ha dejado
el sillón solo?
Tal vez cerca del árbol,
o de esa paloma que en la ventana pica,
quizá cerca de mí… (58)
Salvador aprovechaba las caminatas callejeras con Dionisia para preguntarle, como ella rememora en el poema “La costumbre”, “¿en qué estás ahora?”, una pregunta sobre su quehacer literario que ella entiende que sigue haciéndosela todavía desde no sabemos dónde. A ese interrogante le responde su alter ego en el poema “Súplica” diciéndole “En cuanto a mí…/ sigo con la escritura / como bien que amanece…” (77).
Recuerdo que en cierta ocasión, refiriéndose la autora de Clamor en la memoria a un libro de poemas de Miguel D’Ors, el de 1994 La imagen de su cara, hizo un comentario que me parece valioso para desentrañar su libro de 2022, la de que un poeta “no se conforma con la triste realidad”, en su caso la del fallecimiento de Salvador Montesinos, sino que ella, que vivió su día a día con él, “seguirá habitando un espacio propio de emoción y lenguaje.”
Ese espacio vivencial perseverante transmite serenidad a los versos de Dionisia García, siempre proclives a la dicción coloquial, siempre tan contenidos y alejados de cualquier clase de retórica, por camuflada que esté, así como de cualquier abundancia expresiva. Esa serenidad, bien manifiesta en la templanza rítmica, se conjuga en Clamor en la memoria con otras notas que han sido características de su mundo poético desde su inicio, desde el tardío comienzo de su trayectoria, en 1976, con El vaho de los espejos. Justo en ese año la autora manchega se dio a conocer, a sus 47 años, en un contexto poético donde los jóvenes renovadores de la leva del 68 ya iban girando hacia posiciones postnovísimas menos estridentes.
Una de las notas aludidas es la plasmación poética de la cotidianidad del vivir, tantas veces doméstico, desde las emociones que el acontecer va suscitando, y a esa pauta se atiene Clamor en la memoria, al igual que se atiene a la de plasmar una lírica de lo ausente y pretérito sentido como presencia actual. Ambas perspectivas han encontrado en el ámbito biográfico y literario propios su sentido más pleno en este libro, porque en sus versos se deja constancia emocionada de la remembranza continua de una compañía ausente que se percibe siempre, pero sobre todo en momentos muy especiales, como se atestigua al final del poema “Viajes”:
Hoy he visto un ciprés,
dos lágrimas cayeron de su copa
al sentir mis abrazos en su tronco
y percibir tu ausencia (75).
Clamor en la memoria se sitúa en el radio emocional de una conformidad con lo que pueda deparar el presente que ya fue gestándose en Dionisia García desde la visión poética ofrecida a partir del libro de 1981 Mnemosine. Esa aceptación tranquila de la realidad, por desapacible que sea, se convertiría en más adentrada por momentos hasta que en el conjunto de 2021 Aún a oscuras se transforma en una casi estoica asunción de la limitada temporalidad humana. Podría ser acaso esta una de las razones explicativas del por qué un libro de recordaciones poéticas haya fructificado, como señala su editor Abelardo Linares, en “poemas de celebración de la vida más que de elegía”. De celebración de una vida que se revive en verso como clamor de un vivir compartido, gozoso y fecundo.
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Autora: Dionisia García. Título: Clamor en la memoria. Editorial: Renacimiento. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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