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Carta a Tintín de un viejo amigo - Zenda
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Carta a Tintín de un viejo amigo

Nos conocemos desde hace muchos años, desde que yo era muy niño, y sin embargo ésta es la primera carta que te escribo. Esto no significa que no haya estado en contacto contigo siempre, en contacto permanente diría yo (“y aún diría más”, como añadiría Hernández o Fernández). Iba a escribir que leo tus aventuras...

Querido Tintín:

Nos conocemos desde hace muchos años, desde que yo era muy niño, y sin embargo ésta es la primera carta que te escribo. Esto no significa que no haya estado en contacto contigo siempre, en contacto permanente diría yo (“y aún diría más”, como añadiría Hernández o Fernández). Iba a escribir que leo tus aventuras desde que aprendí a leer y tal vez antes, pero la verdad es que más que lector tuyo soy amigo tuyo, compañero tuyo, copartícipe de tus aventuras, pues considero que he viajado contigo a lo largo del mundo, y soy amigo del capitán Haddock, he buscado tesoros y he ido contigo y con tus amigos —mis amigos— a la Luna, entre otros lugares. Seguro que hay muchas personas a las que les ocurre lo mismo. Niños y niñas, hombres y mujeres. Además, yo siento que en tus aventuras no cumplo años, sino que siempre tengo los mismos, una edad atemporal, aunque ahora me fijo en unas cosas en las que antes no me fijaba pero que recuerdo muy bien, al releer las aventuras, al revivirlas, en lo que me fijaba cuando era niño, como por ejemplo la gorra del capitán Haddock, o su vestimenta en general, que me fascinaba. En fin, ahora pienso que las historias que ideó Hergé, nuestro queridísimo Hergé, no eran historias para niños (mucho tráfico de drogas, de armas, por poner sólo dos ejemplos), pero también pienso que cuando era niño me encantaban y aprendía mucho con ellas. Yo creo que las entendía, a mi manera pero las entendía. En resumidas cuentas creo que Hergé acertó plenamente. Lo más probable es que él escribiera y dibujara sobre lo que le interesaba. Y eran asuntos realmente interesantes, atractivos, incluso para un niño que estaba muy lejos de conocerlos o de sospecharlos… hasta que se encontraba con ellos en tus historias.

Siempre cuento que lo primero que me sedujo de tus libros fue la portada de El secreto del Unicornio, y en especial el barco antiguo, el Unicornio, que es una belleza. Hace poco leí en el delicioso libro de Juan E. D’Ors Tintín, Hergé… y los demás que Hergé, para hacer ese álbum, se documentó mucho en un museo naval, si no recuerdo mal el de Londres.

He titulado esta carta, “Carta a Tintín de un viejo amigo” porque quería poner algo verdadero y muy cariñoso. Después de todo, “viejo amigo” lo soy, y “muy viejo”, en el sentido afectivo de la expresión, incluso en el temporal. Tengo ahora 47 años y te conozco desde los cuatro, quizá cinco o seis. No sabría precisar mejor. Amigos más antiguos, o de esa época, sólo tengo a Don Quijote y a mis compañeros de preescolar, amigos que me acompañan, más o menos, desde los cuatro años hasta los doce o trece, si no llevo mal la cuenta. A estos amigos les tengo un cariño especial, como te lo tengo a ti, y los sigo frecuentando siempre que puedo.

También vuelvo a tus álbumes cada cierto tiempo, entre el placer y el deber, el deber que me obliga tu amistad, una amistad que yo calificaría de única. Ahora estoy leyendo todas tus historias de nuevo. Ya estoy terminando esta vuelta; me quedan unas cuantas para terminarla: Tintín y los soviets, Tíntín en el Congo, Los cigarros del faraón, El loto azul, Las siete bolas de cristal, El templo del sol, Objetivo: la Luna, Aterrizaje la Luna… Después de todo me quedan bastantes para terminar la vuelta. Mejor. Mejor porque cada vez que te leo me siento en mejor forma, más sabio, más cerca de ti y de todos nuestros amigos de Moulinsart y de tu mundo en general. Cada vez que te leo me siento con más ganas de vivir; supongo que Tíntín, tan pletórico, tan vital, tan entusiasta, nos transmite todo eso. Por otra parte, a medida que cumplo años —sí, no lo puedo evitar, aunque tampoco me importe mucho— aprendo más de todo lo que pusieron en estos prodigiosos álbumes Hergé y sus colaboradores. Con el tiempo me he dado cuenta de que el personaje más importante de Tintín es Hergé, o al menos es el que más me interesa a mí.

Si Tíntín es mi viejo amigo, Hergé sería, como lo es del propio Tintín, un padre para mí. De todos modos lo que me ocurre con Tintín y sus amigos, quiero decir con todos ellos y Hergé, es lo que me ha ocurrido con el tiempo con novelas y personajes muy admirados por mí y los autores que les han dado vida. Con el tiempo me han interesado más los autores que las criaturas, y aunque en un principio yo quise ser Tintín, o Haddock, ahora querría ser Hergé sin duda, con todos sus defectos, defectos que nos cuentan los libros que se han escrito sobre él o sobre su personaje más famoso.

Es verdad, ahora querría ser Julio Verne, Dumas, Stevenson, Camilo José Cela… aunque no fueran personas perfectas ni mucho menos. En realidad he aprendido a ser yo mismo, a querer ser yo mismo, toda una conquista, y encantado, y eso también lo he aprendido en ti, Tintín, y en nuestro admirado Hergé.

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Eduardo Martínez Rico

Nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 por la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró en Filología, por la misma Universidad, en 2002. Es autor de 17 libros publicados, de novela, biografía y ensayo. Entre sus obras se pueden citar las novelas históricas Cid Campeador y Fernando el Católico. El destino del rey, su ensayo La guerra de las galaxias. El mito renovado y su biografía Pedro J. Tinta en las venas. Ha sido profesor del Instituto de Empresa y de la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid (Literatura Española).

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