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Carta a María José Solano - Zenda
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Carta a María José Solano

Te llamo “querida María José” aunque tampoco tengo tanta confianza contigo. Mi confianza es más bien de lector. Lector de entrevistas que has hecho en Zenda y artículos de viajes, muy literarios, publicados también en Zenda y ahora recogidos en dos preciosos libros, Una aventura griega. Tras los pasos de Patrick Leigh Fermor (Debate), y...

Querida María José:

Te conozco desde hace ya unos años, aunque tampoco muchos. Nos conocimos poco antes de que empezara la pandemia. Es más, recuerdo una tarde que te acompañé a una librería en la que presentabas una novela histórica, y recuerdo que por esos días estaba empezando en serio la pandemia. Nos cruzamos en la calle con un hombre con sombrero, bufanda, gafas de sol, vendas en la cara… como el hombre invisible. Aquello asustaba. Yo te dije entonces que la situación me recordaba a Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, y ahora que echo la vista atrás creo que acerté, por desgracia, con la asociación.

Me acuerdo que el libro era de Vic Echegoyen, La voz y la espada, y que lo presentabas con la editora de Edhasa. Me acuerdo que le hiciste una pequeña entrevista a la autora, y recuerdo bien cómo empezaste a preguntar, preguntas originales, diferentes, sorprendentes. Ése era tu estilo de periodismo, aparte de la elegancia. Supongo que por ahí va tu estilo humano, de persona, añadiendo por supuesto la gran cultura, el bagaje de lecturas, el tremendo amor por los libros y, yo diría, por los que los escriben, los escritores.

"Yo llevo leyendo y escribiendo desde niño, y siento la vocación literaria, pero ahora pienso, y mucho más viendo tu ejemplo, que puedo aprender muchas más cosas"

Te llamo “querida María José” aunque tampoco tengo tanta confianza contigo. Mi confianza es más bien de lector. Lector de entrevistas que has hecho en Zenda y artículos de viajes, muy literarios, publicados también en Zenda y ahora recogidos en dos preciosos libros, Una aventura griega: Tras los pasos de Patrick Leigh Fermor (Debate), y La mujer que besó a Virgilio y otros viajes literarios (Berenice). El primero lleva un prólogo de Jacinto Antón, que se nota que te conoce muy bien, y el segundo uno de José Luis Garci, que en todo lo que le leo encuentro que tiene una gran pluma de escritor.

Tus textos están escritos con el alma, con el alma viajera y con el alma lectora. Hace muy poco me has dicho que tú no habías escrito prácticamente nada, desde luego no literatura o periodismo, hasta que lo empezaste a hacer en Zenda. Y yo pienso que verdaderamente el talento literario no sabe de edades, sino más bien de oportunidades, o de ocasiones, o de momentos, y supongo que esto pasará con  muchas más cosas. Yo llevo leyendo y escribiendo desde niño, y siento la vocación literaria, pero ahora pienso, y mucho más viendo tu ejemplo, que puedo aprender muchas más cosas, y hacerlas bien, incluso a la edad que tengo. Porque se puede decir, viendo tus textos, que tú has empezado a escribir sabiendo, y es muy posible que esto se lleve muy dentro. Decía Paul Valéry que la sintaxis era una facultad del alma, y lo mismo creo que se puede decir de la escritura en general, porque la sensibilidad que pones en lo que escribes, ese toque poético que asoma tan frecuentemente en tus viajes, eso sin duda lo llevas dentro y brilla cuando el lector menos se lo espera.

Al final esa poesía que yo veo, que siento, a menudo en tus textos, es una nota que conforma los propios textos, muy característica, y que en mi opinión los eleva de nivel. Es muy probable que vaya unida a la sensibilidad, como una facultad expresiva de la sensibilidad, pero imagino que no será tan sencillo tenerla. Se tiene o no se tiene. Como la sintaxis que decía Paul Valéry.

"Tú parece que has leído todos los libros, o muchísimos libros; incluso parece que los libros que no has leído los leerás en el futuro"

De todos modos me dices que a ti lo que te gusta verdaderamente es leer, y que al principio de todo, como una esencia, está la lectura. En esto es muy coherente tu trabajo como coeditora del sello Zenda-Edhasa de clásicos de aventuras, donde pones seguramente las mismas cualidades que adornan tus entrevistas o tus textos viajeros, pues son propias de la María José Solano persona, ser humano, no sólo de la María José Solano escritora, que al fin y al cabo es una expresión de la primera. Como ha dicho muchas veces nuestro común amigo Arturo Pérez-Reverte (yo se lo he oído más de una vez), “nadie pone lo que no tiene”, y me parece una frase muy acertada para explicar las obras humanas, lo que uno hace o no hace, o lo que deja de hacer.

Tú parece que has leído todos los libros, o muchísimos libros; incluso parece que los libros que no has leído los leerás en el futuro. Y ahora arriesgo la idea de que tal vez los que no puedas leer en el futuro no será tan importante que no los leas. Cada vez estoy más convencido de que en esto de los libros, de la lectura, lo importante es el lector, mucho más importante que el libro, que los libros, siendo estos tan importantes. En mi opinión el lector marca la diferencia con los libros que lee. Les da un sentido particular, una potencia, digamos, especial. Me parece que esto sucede también contigo y con tus lecturas.

Hace unos días terminé de leer La mujer que besó a Virgilio y otros viajes literarios, y lo cierto es que me encantó, pero yo ya sabía que me iba a encantar, porque ya había leído algunos de estos viajes en Zenda. Pero ahora, al leerlos todos reunidos (24 según los cantos de la Odisea, según me dijiste, o recordaste), me ha llamado la atención que estás llena de literatura, cómo en cada palabra que escribes, me atrevería a decir, está un libro leído, un autor admirado, una cita, una referencia… un paisaje. Leer te impulsa a viajar, a interrogar al mundo, a relacionarte con él, pero yo creo que como eres tan viajera, quizá tan viajera como lectora, el viaje te lleva también a escribir, a leer más. ¿No es viajar leer el mundo, interpretarlo, conocerlo, descifrarlo, disfrutarlo, todo lo que podemos? Tras el viaje puede venir el texto, que es otra forma de viaje, un volver a vivir lo que ya se vivió, un volver a hacer el viaje, como decía el escritor viajero Javier Reverte.

"Leyéndote nosotros tus lectores nos pulimos, nos hacemos mejores, con tu sensibilidad y elegancia, con tu espíritu aventurero, con tu cultura"

Yo sé que siempre estás leyendo, que siempre llevas un libro contigo, como suele ocurrir con los personajes de Arturo Pérez-Reverte, con muchos de ellos, quizá los más importantes, los más interesantes, los más profundos. A mí también me gusta “vivir leyendo”, como decía hace años un eslogan para animar a la lectura que a mí me gusta evocar: “Vive leyendo”. Creo que si echo la vista muy atrás en mi vida, incluso antes de saber leer, llego a la conclusión de que yo mismo elegí la lectura, los libros y el amor por los libros, y luego la escritura, incluso la vocación literaria. Ella no me eligió a mí, la vocación, sino yo a ella, y así hasta este momento de mi vida, hasta este punto.

Es posible que a ti te haya ocurrido algo parecido. Los libros en el fondo son extensiones de las personas, a lo largo del tiempo y del espacio, pero sobre todo no dejan de ser algo profundamente humano. Tú has hecho muchas entrevistas a escritores y lo debes de saber muy bien. También has escrito reseñas de libros y ahora eres editora de una maravillosa y muy esmerada colección de clásicos. Yo creo que los libros hacen que nuestras vidas sean mucho más ricas, más hondas, más anchas. Mejores. La cultura, la educación, nos pule, como le he oído decir, o sugerir, recientemente a una de las nietas de El abuelo, la película de José Luis Garci, al que tú conoces ya mucho.

Leyéndote nosotros tus lectores nos pulimos, nos hacemos mejores, con tu sensibilidad y elegancia, con tu espíritu aventurero, con tu cultura. Disfrutando de tus textos adquirimos de algún modo tus cualidades, y sin duda vemos en ti lo que tú has visto en tantos escritores que admiras, escritores que has leído con pasión, o con los que has hablado, o cuyas huellas has perseguido por lugares lejanos y apasionantes, haciendo bellos viajes, hermosos textos, de tus inquietudes y admiraciones literarias.

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Eduardo Martínez Rico

Nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 por la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró en Filología, por la misma Universidad, en 2002. Es autor de 17 libros publicados, de novela, biografía y ensayo. Entre sus obras se pueden citar las novelas históricas Cid Campeador y Fernando el Católico. El destino del rey, su ensayo La guerra de las galaxias. El mito renovado y su biografía Pedro J. Tinta en las venas. Ha sido profesor del Instituto de Empresa y de la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid (Literatura Española).

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Javier Quiñones
Javier Quiñones
4 meses hace

Entrañable carta, me ga gustado mucho. Yo también he leído mucho a Muñoz Molina y me parece un escritor muy notable. Por un momento, mientras leía tu carta, he pensado en la carta que Molina escribió en su día Juan Marsé. He visto algún punto de contacto entre ambas. Enhorabuena por tu carta. Es muy buena. Saludos cordiales.

Raoul
Raoul
4 meses hace

Vaya, y yo que intenté cuatro veces leer El invierno en Lisboa, hasta que lo dejé por imposible y lo vendí en una librería de viejo, ya que aquello me pareció una especie de Graham Greene del pobre con una trama sin el más mínimo interés, unos personajes tópicos de comportamientos previsibles y nombres estúpidos (Floro Bloom y Santiago Biralbo se llamaban dos de ellos, si mal no recuerdo), un estilo pomposo, ridículo y pretendidamente evocador, y un tono supuestamente melancólico y totalmente impostado: una obra maestra de la literatura, vamos. Lo que me sorprende hoy es que hace años leí varias novelas del insigne escritor: Beltenebros y El guardian del secreto no me parecieron tan malas como la otra, aunque sí muy mediocres, otra cuyo título no recuerdo la dejé después de haber leído diez páginas porque buscaba un tono humorístico a lo Eduardo Mendoza que producía vergüenza ajena (hasta sus admiradores reconocerán que Muñoz Molina no está dotado para el humor), y sobre Ventanas de Manhattan mejor correr un tupido (y piadoso) velo. De esta última leí una crítica, que sería interesante recuperar, en el blog Lector malherido, donde Alberto Olmos, con acierto y agudeza, la ponía de vuelta y media (¿era ahí donde decía que Muñoz Molina parecía un intento de Javier Marías pero escribiendo mal?). De los artículos para El País que perpetra de vez en cuando el genio de Úbeda, son llamativos el empalagoso tono relamido cuando escribe sobre literatura y los intentos de nadar y guardar la ropa cuando decide pontificar sobre política. Si a eso sumamos que allá por los años noventa lo vi en un coloquio del programa de Garci, tras la proyección de Bienvenido, Mister Marshall, en el que, imagino que impactado por la impresión que le había producido la película, interrumpía a sus contertulios y se comportaba como nunca debe uno comportarse en una charla de ese tipo, considero, al contrario de lo que opina el autor de la carta, que Antonio Muñoz Molina es uno de los bluffs más evidentes del mundillo literario español de los últimos cuarenta años.

errefejota
errefejota
3 meses hace
Responder a  Raoul

Un escritor absolutamente sobrevalorado porque supo arrimarse a la izquierda de El País. Intenté leer alguna cosa que apenas recuerdo antes de Ardor guerrero, donde ya dije: escribe tan feo como es su cara. Casualmente, yo le seguí los pasos unos meses más tarde de pasar por el CIR de Vitoria y luego ser destinado a Burgos, creo. Yo acabé en Bilbao, que para todo hay clases. Su descripción de lo que vivió era tan superficial y estúpida que me alegré de habrer pillado el libro de una bibilioteca y no haberme gastado mis dineros. Para mí, como siempre fue un enchufado, estuvo unos días por allí y luego volvió con su mami. Después, he intentado leer algún artículo (en Lo País) y no puedo con el tipo. Todo es tan monótono como su voz que nunca dmodula. Y es que es muy feo, leñe. Con tanta guita cualquiera se puede hacer un chapa y pintura. Salvo él, que ya tiene su Lindo. Y lo de la carta de amor del señor escribidor se parece a alguna epístola de nuestro amado líder. En fin.

Manuel Couceiro
Manuel Couceiro
3 meses hace
Responder a  Raoul

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio no lo vayas a decir. Que compendio de chorradas una detrás de otra. Si no te gusta, pues vale, pero aquí veo que hay inquina por algo tuyo, no de Muñoz Molina. En fin, espero que no tenga que leer este comentario tuyo.

errefejota
errefejota
3 meses hace
Responder a  Manuel Couceiro

Puestos a decir cosas obvias, pues lo que tú has escrito es un mojón. Y me quedo tan feliz, oye.

Raoul
Raoul
3 meses hace
Responder a  Manuel Couceiro

¿Y éste de dónde sale? Se ve que pasaba por aquí, leyó de un tirón artículo y comentarios y se le saltaron todas las alarmas.

Hugo
Hugo
3 meses hace

Me ha sorprendido el currículum del autor de la carta. Hasta que lo he visto, me había parecido escrita por un adolescente.

Antonio Jesús Rodríguez Guzmán
Antonio Jesús Rodríguez Guzmán
3 meses hace

Totalmente de acuerdo con lo leído. Antonio Muñoz Molina es un autor indispensable. Para mí «Todo lo que era sólido» es un título imprescindible. Sin olvidar otros títulos. Gran artículo ensalzando su figura.

Sicópato
Sicópato
3 meses hace

Tono reverencial, subordinado.

Luis G. Redondo
Luis G. Redondo
3 meses hace

Aunque no todos, de los cuatro o cinco libros de M. Molina que he leído, me han resultado interesantes, entre ellos hay uno que he releído al menos cinco veces al completo, y los últimos capitulos, de esos, he perdido la cuenta. El libro es La noche de los tiempos, y para mí se trata de una obra genial. Cada vez que lo releía me levantaba emociones más fuertes, sabía qué ocurriría, pero el cuerpo ya se me preparaba para algo intenso. Ahora mismo, sólo recordarlo me emociona.
Así pues, volveré a abrirlo de nuevo este otoño, probablemente.

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