Sí, sí; cantemos el Himno Nacional, pero ¿con qué letra? Tuvo varias a lo largo de su historia, pero ninguna prosperó. La razón está clara: fueron sometidas al criterio de un montón de intelectuales. O si no intelectuales, gente que pensaba, o lo parecía. Las demás naciones, las que tienen un himno con su música y letra sabidas desde la escuela por la mayoría de sus paisanos ¿harían en su momento lo mismo que hicimos los españoles? Me costará creerlo si alguien me dice que sí. Aquí nos dejan opinar. Por eso no nos ponemos de acuerdo ni en los versos del himno con el que nos presentamos ante el mundo. Precisamente por esa razón, porque “es de todos y a mí nadie me impone una letra, ni una coma, si no me gusta ni la letra ni la coma. ¡Faltaría más!”.
Aquella Marcha Granadera, que gustó mucho a los españoles del siglo XVIII, fue declarada “Marcha de Honor” por el rey Carlos III, el mejor alcalde de Madrid al decir de los madrileños, con razón, en 1770. Pronto cambió su nombre y durante muchos años estuvo sin letra, hasta que a algunos poetas se les ocurrió ponérsela para que la música, cantada, supusiera una mayor sensación de himno patrio. La primera letra se puso en tiempos del General Prim, en 1870, y fue él, involuntariamente, quien abrió la ruta del fracaso constante. No triunfó aquella letra y las voces enmudecieron pasados algunos pocos meses, volviendo el himno a ser solamente musicado.
Se oficializó la Marcha Granadera como himno de España durante la guerra civil, el 27 de febrero de 1937. Entonces cobraba los derechos de autor el músico que hizo su armonización, Bartolomé Pérez Casas, revisada por Francisco Grau, director de la banda de la Guardia Real, que cedió sus derechos.
Es uno de los himnos nacionales más antiguos de Europa, pues ya se cita en 1761 en el Libro de la Ordenanza de los Toques de Pífanos y Tambores que se tocan nuevamente en la Infantería, compuesto por Don Manuel de Espinosa de los Monteros, quien aparece como autor de la marcha granadera y por tanto del himno nacional, levemente modificado al correr de los años.
Y ahora siéntense para leer estas líneas que siguen: Algunos historiadores de la música creen que el origen del himno español podría estar en la tušiya u obertura instrumental del movimiento Dary de la Nuba al-Istihlál, del filósofo y músico árabe Bayyah Avempace, de finales del siglo XI o principios del XII. Tras descubrir casualmente el parecido entre una composición del sabio andalusí, el músico Chapi Pineda confirmó las semejanzas, aunque indemostrables por falta de documentación escrita de la música primigenia (que debió de ser silbada por alguien).
Existen de nuestro himno de España dos versiones: versión larga o completa, de 52 segundos, interpretación reservada para actos tales como el izado de la bandera de España y otros momentos en presencia del rey; y, su mayor repercusión general, en acontecimientos deportivos en los que se represente a España. La versión corta o abreviada es de 30 segundos. Consiste en la interpretación de las dos segundas partes centrales del Himno Nacional. También se interpreta para rendir honores a las autoridades del Estado.
Pese a no tener letra, es un himno al que se le han puesto muchas. En 1843 Ventura de la Vega, en 1927 Eduardo Marquina, en 1928 José María Pemán (ojo al dato: 1928), y hace pocos años, lo intentaron los autores Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenca, Abelardo Linares y Ramiro Fonte (1997). Se lo pidió a este nutrido grupo de intelectuales de distintos colores políticos el entonces Presidente del Gobierno, José María Aznar.
Ya en el siglo XXI, en 2007, el Comité Olímpico Español propuso una nueva letra pensando en que íbamos a ganar muchas medallas. Se escribió, pero los versos no germinaron ni estojaron.
El 5 de noviembre de 2012 fue presentada por el partido político Ciudadanos una versión del himno, escrita en 2007 por Joaquín Sabina, que tampoco tuvo suerte. Tal ocurrió con la versión popularizada por la cantante Marta Sánchez en 2018.
Cuando aquello del Comité Olímpico Español, Plácido Domingo cantó, a modo de ensayo, una letra compuesta por un escritor manchego llamado Paulino Cubero, quien presentó una letra muy aceptable. Decía: “¡Viva España! Cantemos todos juntos con distinta voz y un solo corazón ¡Viva España! desde los verdes valles al inmenso mar, un himno de hermandad. Ama a la Patria, pues sabe abrazar, bajo su cielo azul, pueblos en libertad. Gloria a los hijos que a la Historia dan justicia y grandeza, democracia y paz”. Tampoco gustó la letra, que en conjunto era muy aceptable, pero analizada en profundidad hacía brotar ciertas controversias.
No somos los españoles los únicos que no tenemos letra en nuestro himno nacional. Tampoco la tienen los himnos de Bosnia y Herzegovina, San Marino y Kosovo, que, muy señoras mías, tampoco son ustedes naciones con una historia semejante a la de España en la formación de Europa y en la creación y evangelización de América, con todos mis respetos.
La letra más duradera fue la de José María Pemán. Decía: “¡Viva España! Alzad los brazos, hijos del pueblo español que vuelve a resurgir. Gloria a la patria que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol. ¡Triunfa España! Los yunques y las ruedas cantan al compás del himno de la fe. Juntos con ellos cantemos de pie la vida nueva y fuerte del trabajo y paz”. Pero cayó en desgracia y no volvió a cantarse sino en contadas ocasiones, hasta su olvido total.
¡Y en estas seguimos! Haciendo el ridículo “laleando” una música muy solemne y sintiendo, en el fondo, lástima por tener, después de 254 años de su existencia, un himno, sentido íntimamente, pero sin sentido de patria en su expresión, tan vocalmente callado. En los partidos internacionales de fútbol o de cualquier otro deporte en los que participa España solemos salir perdiendo, ya, desde el momento de los himnos.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: