La muerte abrazó a Franco Battiato (1945-2021) cansado de esta vida, esperando la ocasión “para comprar un par de alas y abandonar el planeta”. Dejó de cantar, o, al menos, de publicar música, hace dos años, lanzando el bellísimo Torneremo ancora, en el que revisaba, con la londinense Royal Philarmonica Concert Orchestra, algunas de las mejores piezas de su cancionero —la única pieza inédita es la que da título al álbum—. Con motivo de su retirada, le escribí unos versos que formarían parte de mi próximo poemario; con motivo del fallecimiento del genio siciliano, con la urgencia impaciente del fan y, sobre todo, del periodista, los adelanto en Zenda:
CANCIÓN TRISTE SICILIANA
A Franco Battiato
Nariz semita, piel de cobre,
Riposto, sombra de la luz.
Mi patria es cada vez más pobre
porque no hay gente como tú.
Reconociendo merecida
tu voluntaria reclusión,
añoro una señal de vida
con forma de nueva canción.
Sufí budista libertino,
yo te reclamo ante una cruz
con Sgalambro y Bufalino
cantando «Cuccurrucucú».
En la estación de los amores
han apresado al animal
que despejaba los terrores
del centro de mi gravedad.
Los argonautas espaciales
pierden los trenes a Tozeur
y un batallón de generales
invade el Caffé de la Paix.
Mis musas lloran por contrato;
razón: tu inmaculado The End.
Te velaré, Franco Battiato,
en el segundo anochecer.
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