Ride Lonesome (Cabalgar en solitario, 1959) comienza con un fuego de campamento y un cowboy, Ben Brigade (Randolph Scott), disfrutando de una taza de café en medio de un paisaje rocoso y desolado. Es consciente de que alguien se mueve cerca y sin embargo continúa impasible. No se sorprende en ser emboscado por Billy John (James Best), al que persigue por haber matado a una persona en Santa Cruz. La fría determinación y el valor de Brigade acaba con la rendición de Billy John. Un juego de estrategia en el que el paisaje, las circunstancias, una posta abandonada y cercada por los indios, unos personajes, Sam Boone (Pernell Roberts) y Whit (James Coburn), otros dos pistoleros que desean a Billy John para obtener una prometida amnistía, una hermosa mujer, Mrs. Carrie Lane (Karen Steele), la esposa del encargado de la posta y el hermano mayor de Billy John, Frank, (Lee van Cleef), con un antiguo y doloroso secreto cruzado con y contra Brigade, se combinan de manera magistral en el guión escrito por Buert Kennedy, futuro cineasta.
Ride Lonesome forma parte de un excepcional rosario de westerns, siete, filmados por Budd Boetticher en los años 50 y protagonizados por Randolph Scott. Al menos cuatro de ellos, Seven Men from Now, The Tall T (Los cautivos), Comanche Station y Ride Lonesome, son obras maestras. Cuatro westerns en estado puro en el que la sobriedad romántica de Boetticher, en estado de gracia creativa, la construcción de los guiones aúna una trama tersa, la riqueza de los personajes y unos diálogos de extraordinaria precisión, se une a la belleza de la fotografía y de los paisajes, junto con unos repartos magníficos, provocan la admiración de cualquier espectador que comprenda la hondura de las historias contadas sin alharaca ni retórica alguna. Sujeto, verbo y complemento.
Esos westerns funcionan dramáticamente con dos ideas de raigambre épica; la del viaje, un itinerario, que como quería Walter Benjamin tiene un destino moral irreversible, y la del misterio que provoca el viaje, el deseo de vengar una muerte, la de la esposa del protagonista. Este aparece desnudo de otros deseos, incluso los de un futuro amoroso, que no sea la de hacer efectiva esa justicia del talión. El rostro tallado en la piedra de caminos, vientos, desiertos y muertes que ofrece Randolph Scott, estoicismo que oculta un hondo volcán interior, permite al espectador seguir sin respirar ese itinerario hacia la venganza. En ese itinerario la fisicidad el viaje, ríos, desiertos, montañas, indios y pistoleros, se juntan con la aparición de los deseos humanos, de los sueños imposibles, recobrar el botín de un atraco, rehacer una vida de crímenes, regresar al hogar, que en algunos casos supone la intersección de una mujer. Porque estos westerns de Boetticher-Kennedy ofrecen una galería maravillosa de retratos femeninos, posiblemente de los mejores del género, a lo que contribuyen unas actrices que encarnan fragilidad, belleza, determinación pasión, resiliencia. La pionera Annie Greer (Gail Russell), Doretta Mims (Maureen O’Sullivan), Annie Lowe (Nancy Gates) y Mrs. Lane (Karen Steele), están dibujadas al fuego de la frontera y Boetticher las convierte no en parada y fonda, no en banderín de enganche, sino en el vector moral del relato más allá del leit motiv de la venganza.
Ride Lonesome reúne todo eso de manera tan sobria como romántica, apenas 70 minutos que valen un mundo, un universo, filmado en un scope inolvidable con una fotografía no menos valiosa, de Charles Lawton jr. Boetticher, a ratos Ford, por la soledad del que rumia su dolor en un mundo inhóspito, a ratos Hawks, por la sobria camaradería de los profesionales, sus villanos juegan de tú, con respeto, con el héroe, y enlaza el mundo virgiliano y convulso de Anthony Mann, con la desoladora melancolía del debutante Peckinpah de Duelo en la Alta Sierra.
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Ride Lonesome (Cabalga solitario, 1959). Producido por Ranown Pictures Corp. (Harry Brown & Randolph Scott) y Budd Boetticher. Dirigido por Budd Boetticher. Guión, de Burt Kennedy. Fotografía de Charles Lawton jr, en Cinemascope y Eastmancolor. Montaje, Jerome Thoms. Música, Heinz Roemheld. Vestuario, Ed Ware. Dirección de arte, Robert Peterson. Interpretada por Randolph Scott, Karen Steele, Pernell Roberts, James Coburn, James Best, Lee van Cleef, Bennie E. Dobbins, Roy Jenson, Dyke Johnson, Boyd Red «Morgan», Boyd Stockman. Duración, 73 minutos.
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