Hace dos años un proyecto que parecía efímero se asentó en nuestro audiovisual. Un libro, una hora (Cadena SER) se llama el intrépido programa de radio que desgrana, cada siete días, un libro atemporal.
Martínez Asensio y su equipo arañan las madrugadas dominicales para adentrar a sus seguidores en las entrañas de la literatura. Cada programa se centra en una única obra, tratándola con cierta profundidad. Con cada una de sus apuestas dominicales consiguen, gracias a una acertada simbiosis de entretenimiento y divulgación, que la hora literaria vuele, como vuelan entre nuestros dedos las páginas de estas novelas.
Con motivo de su programa número 100, dedicado a La Regenta de Clarín, nos reunimos en el estudio con Martínez Asensio. Descubrimos con él qué se esconde tras el programa que acompaña a insomnes amantes de la literatura; conversamos con Martínez Asensio de literatura y de radio. Viajamos con Zenda al envés de uno de los medios de comunicación más seguidos de nuestro país, la radio. Conocemos, de la mano de uno de los profesionales de las ondas, el otro lado de esta maquinaria perfecta, proveedora de información, opinión y entretenimiento. En definitiva, buscamos la respuesta a esa eterna pregunta: ¿la felicidad es hablar de libros? Comenzamos.
—¡Enhorabuena por estos cien programas!
—Gracias. ¡Alucinante! Empezamos con un proyecto para siete programas el verano de 2019 y llevamos ya dos temporadas. Vamos a arrancar la tercera.
—¿Qué hay detrás de un programa como este?
—Tenemos un proceso de producción de unas tres semanas. Leo y selecciono los fragmentos esenciales de un libro, esos fragmentos los lee un actor (Eugenio Barona, normalmente) y yo lo que hago es llevar de un fragmento a otro. Hay una semana de lectura. Es una lectura muy activa: marco qué hay que contar, cómo contarlo, qué fragmentos son los que deben aparecer, elijo las tramas… El programa no es un resumen de un libro, es una adaptación. Por ejemplo, en Drácula hay una trama, que es Renfield, que en la novela de Stoker es una trama enorme. Pues directamente yo me la he cargado. Por eso siempre acabo los programas diciendo: “Así os lo hemos contado”. Una semana de guión (empiezo a contar la historia a partir de los fragmentos seleccionados) y una semana de producción, en la que grabamos, editamos y Mariano Revilla, el realizador, lo sonoriza (músicas, efectos… ambientación para apoyar o no algún tramo). Somos Mariano Revilla y yo, básicamente, un actor, que casi siempre es Eugenio Barona (aunque, por ejemplo, ahora que vamos a hacer Carol, de Patricia Highsmith, es una mujer; también a veces son mujeres quienes hacen determinados fragmentos), Olga Hernangómez, que es quien hace el contexto (unas píldoras de contexto histórico) y el técnico, Pablo Arévalo. Este es el equipo de Un libro, una hora.
—¿Cómo eligen los libros que van a tratar?
—En principio he elegido libros por su tamaño, porque tenemos que contarlos en una hora. Libros que sean muy narrativos, porque los libros que son muy filosóficos, que no “avanzan”, es muy complicado, porque te puedes quedar en las reflexiones. Me daba mucho miedo Hermann Hesse, Demian, sin embargo, funcionó muy bien. Otro criterio es la estructura: libros que empiezan y que, de repente, vuelven al pasado… En la radio es fácil perderse, y llevamos muy a rajatabla la repetición, repetimos mucho los nombres, guiamos… porque es posible que estés escuchando la radio mientras estás haciendo otra cosa. Por tanto, la estructura es algo que a veces me ha echado para atrás a la hora de seleccionar un libro.
Intentamos, además, equilibrar, meter cada mes un autor español. Si hemos hecho un dramón, a continuación un libro de aventuras, de vez en cuando algo infantil. ¿Secretillo que te cuento? Esto lo hemos hecho las primeras temporadas, y ¡nos hemos dejado todos los libros “gordos”! El otro día hicimos Alves y compañía, de Eça de Queirós. Pero de Eça de Queirós hay que hacer El primo Basilio, que son quinientas páginas. Ahora hemos hecho un listado de los “gordos” (Risas). Vamos a hacer Crimen y castigo, El conde de Montecristo… Este último a lo mejor lo hacemos en dos horas, en una hora toda la primera parte, cuando él está en la Isla de If, hasta que se escapa, y la segunda parte sobre la venganza. Eso lo vamos a intentar este año. De hecho, para el programa 100 hemos hecho La Regenta, que son ochocientas páginas, y la verdad es que ha sido uno de esos guiones en que me caían los goterones. Clarín cuenta tanto ese universo: lo que sienten, lo que piensan, por qué hacen cada cosa… Contar eso y contarlo de repente. Igual cuento 40 páginas en dos párrafos. Esa es la forma en que hemos elegido los libros. Luego yo tiro de la historia universal. También nos han pasado cosas que de repente nos proponen títulos en los que jamás hubiera pensado. Por ejemplo, el otro día me dijeron El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati. Lo he empezado a leer y es una historia alucinante de búsqueda. Los oyentes nos van contando cosas que les gustaría escuchar.
—¿Qué programa o qué libro ha disfrutado más?
—Ahora estoy releyendo. Hay libros que leí con 18 años y que leo ahora y… ¡es alucinante! Me ha sorprendido muchísimo El corazón de las tinieblas. Es un libro que me pareció casi casi incomprensible, un libro oscuro. Y sin embargo, esta vez me ha parecido absolutamente luminoso, lo he entendido a la perfección, me ha parecido maravillosa esa relación con la selva, cuando va a la selva y se vacía completamente… Me ha parecido alucinante Lolita, he tenido una relectura maravillosa de Lolita. Me he dado cuenta de que efectivamente el argumento da igual, es una magnífica construcción literaria. Lo he disfrutado muchísimo. A la vez ha sido una responsabilidad. ¿Cómo hago para que en Un libro, una hora la gente se fije menos en el hecho deleznable de un pederasta enamorado de una niña de doce años y se fije en la magnífica construcción que significa Lolita? Esos dos libros han sido dos grandes relecturas. Me lo he pasado muy bien con Galdós. Me lo he pasado estupendamente con Insolación, de Pardo Bazán, porque es un libro modernísimo. Me he reído muchísimo con Asís, con esta mujer que en la primera escena se despierta con una resaca de padre y muy señor mío. Estoy haciendo relecturas muy divertidas de los clásicos que me están confirmando por qué los clásicos son clásicos. Te los lees con el paso del tiempo y ¡es fantástico! Siguen ahí.
—¿Qué libro le gustaría que apareciera? Ese programa que siempre ha soñado con hacer.
—Moby Dick, de Melville. Le tengo un poco de respeto a Moby Dick, por todo lo que tiene, por todo lo que hay. Moby Dick es de esos programas que miro con respeto. Tenía un handicap con La Regenta, y la verdad es que me ha costado muchísimo. Me da miedo no saber poner todo. Moby Dick es un poco eso, la historia del hombre que busca una ballena pero que realmente está persiguiendo sus miedos y todo lo que hay debajo de Moby Dick. Reconozco que soy muy friki con esto, me lo paso muy bien, termino los guiones y me emociono, me encanta. Cuando te pones a hacer el guión le sacas tanto el jugo al libro que creo que los estoy disfrutando más todavía por eso.
—Cuando uno piensa en un programa de radio dedicado al mundo de los libros, imagina un programa de novedades literarias, entrevistas… ¿Alguna vez se ha visto tentado a cambiar el contenido de Un libro, una hora?
—Yo vengo de ahí. He estado años en Onda Cero hablando de novedades. He hecho secciones de libros en los programas de fin de semana, hasta en deportes vendí una sección de libros. He tenido un programa de novedades que se llamaba Literatura y compañía. He escrito durante años el blog de libros de la web de Antena 3. Yo vengo de ahí, para mí el camino es distinto. Para mí es olvidarme de las novedades, de todo lo que va saliendo… Bueno, estoy un poco agobiado porque leo menos novedades, pero eso es lo que he hecho siempre, así que está bien. A veces pensamos que el programa tiene que evolucionar, pero creo que hemos dado con una clave que le gusta a la gente: las cinco o seis piezas de contexto de Olga, la música, los 25-30 fragmentos… Hemos dado con una clave que nos funciona, con lo cual te da miedo tocarlo. Me gustaría —esto es viejuno total— hacer La clave, hacer un programa luego sobre el libro. Me encantaría sentarme con buenos amigos y buenos lectores y autores, y pasarnos, después de haber hecho el programa de Madame Bovary, un rato hablando. Otro handicap es acercarse a los libros más modernos. No vas a contar novedades. Está claro que hemos dejado la novela negra, porque es probable destripar el libro. Pero en verano hacemos libros algo más modernos. Este verano vamos a hacer La insoportable levedad del ser, que es de 1970, vamos a intentar hacer algo de Coetzee, vamos a hacer Ensayo sobre la ceguera, de Saramago… Libros más modernos que encajan en el formato.
—¿Cuál cree que es el éxito del programa?
—Descubrir a la gente libros que están en el ideario, libros sobre los que, de algún modo, les han dado el “coñazo” en el colegio… y descubrir de repente que son libros fantásticos, que Los episodios nacionales son divertidísimos, que Misericordia es brutal. Libros que tenemos ahí, que a lo mejor no nos lanzaríamos a leerlos… El éxito es ese, que la gente descubra de repente estos títulos. Hace unas semanas hicimos Thérèse Raquin, de Émile Zola, que es brutal. También la duración influye en el éxito. Una hora está bien. En este mundo en el que todo va tan deprisa, en el que tenemos tan poco tiempo, una hora es una buena medida.
—Aguantar varias temporadas en una radio generalista con un programa tan especializado supongo que habrá sido difícil. ¿Se siente un David luchando contra gigantes?
—No. Nos sentimos muy cómodos a las cinco de la mañana. Mucha gente nos dice que podrían ponernos a otra hora, pero si nos ponen a otra hora nos meteríamos en luchas que no son la nuestra. Nos sentimos muy cómodos de madrugada. En el EGM hemos dado una cifra brutal: 201.000 oyentes, que es una pasada para las cinco de la mañana. Tenemos casi 300.000 descargas de las que hemos medido en nuestra plataforma (que no están todas). Estoy agradablemente sorprendido y agradecidísimo, porque al principio arrancamos para ser un programa en la programación de verano, hicimos una primera temporada, después el segundo verano, la segunda temporada… Ahora vamos a hacer el tercer verano. Estamos locos por seguir. Creo que la clave va a ser conservar el espacio y la fórmula.
—¿Hay algo que le gustaría introducir en el programa de cara a próximas temporadas?
—Creo que tenemos que meter más voces. Hay veces que la protagonista, en el caso de Carol que te decía antes, es claramente femenina. Incorporar voces, enriquecer la música… quizá hacer alguna colaboración con algún actor (nos lo han dicho ya muchos actores: Marta Poveda por ejemplo)… Pero yo me quedo como estoy.
—¿Por qué han elegido La Regenta para su programa número 100?
—Era una asignatura pendiente mía, personal. Es uno de los libros que cuando estoy haciendo mi lista siempre lo veo y pienso “ya lo haremos”. Y llegó el programa 100. Hicimos el Quijote en abril, para el 23 de abril. Pero el Quijote ha sido más fácil. El Quijote está lleno de novelitas, y una vez quitadas todas la historia de El ingenioso hidalgo no es tan larga. Ha sido divertidísimo. lo hicimos con Pedro Casablanc. También, frente a esa lista de los libros largos, era un poco como «¡venga, metámonos ya con La Regenta!». Era una forma de decir: «Tenemos valor y nos metemos con esto». También es verdad que me parece “el novelón”, es una cumbre de la literatura, teníamos que hacerlo. Estuvimos tentados a hacer Drácula. Al ser una novela epistolar me imaginé un Drácula con cinco micros, cinco personajes, una mujer haciendo a Mina, otro… pero al final Drácula lo llevamos más a Un libro, una hora y dijimos: «Venga, para el 100 La Regenta«.
—¿Es este el programa que soñó que sería?
—Sí. Es mejor. Cuando hicimos el primero hicimos un piloto, Madame Bovary. Entonces probamos el formato. Al escucharlo Luis Rodríguez Pi, el director de antena, nos dijo: “Esto es lo que queremos”. Hemos replicado este modelo desde entonces. Está bien haber encontrado eso. Lo que no sé es si soñábamos con encontrarlo, pero lo hemos encontrado.
—Para las personas que nunca han escuchado su programa, ¿por qué deberían hacerlo?
—El programa es emoción sobre todo. Siempre te cuenta una bella historia, y siempre te la cuenta con emoción. Deben escucharlo porque tiene una duración adecuada, todo el mundo tiene una hora de camino al trabajo, en el metro, en casa, ahora ya planchando a las cuatro de la mañana… Ahora que todos están planchando a las cinco de la mañana lo vamos a llamar Una camisa, una hora (Risas). Creo que deberían escucharlo por la emoción de la radio, las voces, Eugenio Barona… y la historia que le contamos, por descubrir todo lo bueno que hay en la historia de la literatura. ¡Y todo lo que nos queda! Me encantaría hacer La Odisea, Guerra y paz…
—¿Para qué sirve hablar sobre libros?
—La literatura nos hace mejores. La literatura nos ayuda a entender mundos donde jamás hemos estado. La literatura es eso tan maravilloso que nos hace leer la historia del coronel Aureliano Buendía cuando, en ese lejano día, su padre le llevó a conocer el hielo y tú, que vives en Móstoles, te sientes identificado porque está hablando de ti. Eso es la literatura, hacer de algo muy pequeño algo universal. Eso es lo que a todos nos abre los ojos. Leer es eso. Para mí la gran satisfacción de hablar de libros es que alguien te diga «me he ido a comprar el libro», o «me ha encantado», u otro mensaje, como el que nos llegó el otro día y nos encantó, decía algo así: “He vuelto a hablar de libros con mi padre, y hace años, décadas, que no lo hacía. Escuchamos el programa juntos”. Cuando hablaba de novedades, siempre lo decía. Yo no hago crítica literaria, hablo de los libros que me emocionan, que me gustan. Recomiendo libros que me gustan y los recomiendo con la emoción que a mí me han comunicado esos libros. No quiero hacer perder el tiempo con los libros que no me han gustado, de esos no hablo, porque ¡hay tantos libros maravillosos! Eso es lo bueno de la literatura: descubrir a los demás emociones propias y compartir con ellos esa magia que es leer.
—Confiésenos qué libro está leyendo, además de a Clarín
—Además de Un libro, una hora, soy productor de audiolibros en Penguin Random House. Leo todo lo que produzco, produzco 120 libros al año, con lo cual leo muchísimo. Ahora mismo estoy leyendo Mala hierba, de Pío Baroja, que es la segunda parte de La busca. También Lady Jane, que es una novedad que sale en un mes. También estoy leyendo el libro de Millás (La vida contada por un Sapiens a un Neandertal, que lo escribió con Arsuaga). Voy a comprar una estantería para ponerla junto al sillón y colocar todo lo que tengo empezado. Leo constantemente. Ahora en agosto, cuando paro, retomo los libros que tengo empezados, por ejemplo Fin, de Karl Ove Knausgård, que es autoficción y me encanta.
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