Ana Blandiana es, incuestionablemente, una de las voces esenciales de la poesía europea contemporánea; con una obra que traspasa fronteras, su compromiso ético, ese modo de construir el poema como modo de resistencia pacífica ante las injusticias y la perversidad del mundo y sus miserias la han convertido en un referente inexcusable. Y ahora regresa con un nuevo poemario entre las manos, Variaciones sobre un tema dado, donde aborda lo que supone el amor verdadero más allá de la muerte para dos almas que, al final, acaban por fusionarse en una sola.
Sucede precisamente esto mismo en el esplendente Variaciones sobre un tema dado, que a mi juicio no es un libro de poemas sino un único poema elegíaco de corte reflexivo (ahí se justifica el título de variaciones) que pasa por diversas fases, por diversas etapas en un eterno transitar camino de la asimilación de que la muerte no tiene por qué implicar la separación de los amantes, un final, sino que propicia una unión distinta con el ser amado, en este caso su esposo fallecido. Hay momentos de duda, pero siempre expresada con una exquisita delicadeza: “No estoy segura de que escuches / el crujir de las hojas como un susurro en el pensamiento, / a no ser que emane de la tierra / siguiendo las huellas de los pasos húmedos. No estoy segura de que aún te importen / las aves, las ramas, las mariposas / y tampoco que entiendas el eterno / regreso del mar” (p. 101). Pero se alimenta de la palabra justa (“tú eres la parada en la que mis palabras / se transforman en alfabeto”, p. 57), se recobra y sigue caminando.
Asombra la templada sencillez con la que plantea Ana Blandiana el dolor inmarcesible de la pérdida (“el presente no es para mí un regalo / sino un secuestro”, p. 43), alejada de cualquier grandilocuencia o retoricismo baladí, manteniendo los rasgos identitarios de su poética. A lo largo de Variaciones sobre un tema dado, los momentos de desolación como el antedicho son infrecuentes y se ven compensados con la fortaleza que se revela en el instante en que se produce ese entronque con la tradición católica, en concreto con los Evangelios; nótese aquí la cuasi identificación del yo poemático con Santo Tomás en el momento en que Jesús resucitado le pide que meta su mano en la herida del costado (recogido en San Juan 20, 24-29); así, escribe Blandiana: “No lo entiendo. / Es más: sé que es incomprensible. / Y, sin embargo, tu presencia / está fuera de toda duda. / Aunque quizás solo se trate de un error. / Todo sucede como en los Evangelios./ No dudo, no quiero poner / la mano con que escribo en la herida […]”, p. 51). A esta presencia de lo religioso revisitado se suman alusiones a la Divina Comedia de Dante o esa mención de un verso de la segunda de las elegías de Duino rilkeianas, en un diálogo perpetuo ora onírico, ora cartesiano, con el amado, que juega con las antinomias lingüísticas para desdibujar los límites entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, para explicar(se) aquello que no tenemos capacidad de nombrar porque nos es desconocido. Para fusionarlos en uno solo sin perder el equilibrio. La vida, es cierto, resulta por momentos tan milagrosa como ese amor que trasciende a la muerte: “Entre el cuerpo y el espíritu, / entre el sentido y la palabra que lo esconde, / existe una gran confusión, / como si se tratara de un único milagro/ inseparable. / Cuando el milagro en la separación misma, / el momento en que la carne de la palabra se desprende / de los huesos blancos y secos / del sentido, / y descubrimos / que el alma nos ha unido siempre / más que la sangre”. En su prólogo, Viorica Patea se refiere con acierto a este lirismo meditativo que trasmina cada verso, de la autenticidad incorruptible de ese diálogo con su marido, Rumulus Rusan (fallecido en 2016), capaz de trascender tiempo y espacio y que implica un misterio insondable que, ella, esa amada que percibíamos nítida en Octubre, noviembre, diciembre, afronta valientemente. Y, así, Ana Blandiana, ha construido un puente entre lo fable y lo inefable, entre lo tangible y lo metafísico, a través de la palabra poética para continuar con su paso firme “resonando como en una catedral / en el nuevo presente”. Ése que ella inaugura con Variaciones sobre un tema dado, ya imprescindible, para quien busque la excelencia luminosa de la mejor literatura contemporánea.
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Autora: Ana Blandiana. Título: Variaciones sobre un tema dado. Traducción: Viorica Patea y Natalia Carbajosa. Editorial: Visor. Venta: Todos tus libros y Amazon.
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