Alexis Ravelo, el gran escritor, y la dupla de La iniquidad (In memoriam)

Pero realmente con la novela que Alexis se dio a conocer a nivel nacional fue con La estrategia del pequinés, que publica la Editorial Alrevés por primera vez en 2013 y que a mí me cupo el honor de presentar en la librería Estudio en Escarlata de Madrid. Digo por primera vez, porque Alrevés ha hecho una nueva edición este año para celebrar el décimo aniversario de la edición original, que se hizo con el Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón 2014. De esta novela, por su calidad y su trascendencia, se hizo una adaptación al cine dirigida por Elio Quiroga que cosechó cinco galardones entre premios y nominaciones.

Cuando se habla de los padres de la novela negra española, empezando por Manuel de Pedrolo y Francisco González Ledesma, y continuando con Andreu Martín, Juan Madrid, Julián Ibáñez y Carlos Pérez Merinero, entre otros, se habla básicamente de un estilo: el harboiled americano adaptado al hábitat patrio. La nueva generación invierte esta tendencia y como hay mayoría de holmesianos empiezan a cultivar un tipo de novela enigma adaptada a los tiempos, a España y a sus inquietudes. Alexis, con La estrategia del pequinés, dio un puñetazo encima de la mesa reivindicando la vuelta de la novela negra en forma de crook story al más puro estilo hardboiled. Este hecho repercutió en todos los escritores que han venido detrás (me incluyo).

La Editorial Alrevés que, por cierto, hegemoniza gran parte de los premios de género negro de la última década, se dio cuenta del activo que tenían con Alexis Ravelo. Así que le siguieron publicando sus siguientes novelas, entre las que se cuentan las tres últimas de la saga de Eladio Monroy, pero también reeditan las tres primeras entregas. Con todo este bagaje, sin dejar de colaborar con Alrevés, era lógico que Alexis diera el salto a una editorial como Siruela, con quien publica varias novelas. Estando en nómina de esta histórica editorial, Alexis gana en 2021 el prestigioso Premio de Novela Café Gijón, premio que trasciende el género negro, situando a Ravelo en el centro del mapa literario español, uniendo su nombre a figuras de la talla de César González-Ruano, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Luis Mateo Díez, a los que hay que añadir otros célebres nombres en su etapa más reciente tales como Martín Casariego, Isabel Bono, Jesús Ferrero, José Morella o Antonio Fontana.

Hay dos novelas que han tenido algo menos de trascendencia, pero que para mí son maravillosas. Son la segunda novela de Alexis y la cuarta, ambas intercaladas entre las tres primeras de la saga de Eladio Monroy en Anroart Ediciones, y que son respectivamente La noche de piedra (2007) y Los días de mercurio (2010), ya las he citado antes, y que constituyen la dupla que se ha denominado de La iniquidad. Ya saben que iniquidad significa «maldad, injusticia grande». Han sido reeditadas recientemente por Alrevés, que las ha vendido junto a la reedición de La estrategia del pequinés y la saga de Eladio Monroy en la Feria del Libro de Madrid a buen ritmo, he sido testigo.

La noche de piedra está habitada por personajes de novela negra, pero en un nivel más profundo, son simbólicas representaciones alegóricas que representan posturas épicas y políticas. Según el propio Alexis, el argumento se le ocurrió a partir de la nítida imagen de una mujer bajo la lluvia junto a un coche averiado. A partir de ahí, fueron surgiendo los personajes en forma grupos de tres, formando triángulos cuyos vértices formaban parte, a su vez, de otros triángulos. En esta novela ya aparecen temas y preocupaciones que acompañan al escritor a lo largo de toda su trayectoria y podría ser entendida como el revés tenebroso de otras historias suyas menos despiadadas. Porque aquí, los personajes actúan por maldad, motivada por el ansia de sexo, dinero o ambas cosas a la vez, así como por la esperanza de un cambio de vida a mejor, aunque para ello haya que saltarse la ley incluso matando.

Los días de mercurio es la novela menos extensa de Alexis, pero no la menos intensa y es una de las pocas que no está escrita en el español de Canarias. Surge como un homenaje al escritor James M. Cain, ya saben, aquel de El cartero siempre llama dos veces o Pacto de sangre. La novela transcurre en algún lugar indeterminado de la península y la trama principal arranca con el intento de extorsión por parte de un camarero de pasado oscuro a un jefe de la Falange local en la posguerra civil. Todos los personajes de la novela son el fruto de su oscura época de intolerancia, violencia y represión. Alexis los muestra en toda su crudeza, intentado indagar en sus orígenes y consecuencias, bajo la máxima de que negar el horror contribuye a perpetuarlo.

Además de escribir, Alexis dio cursos, impartió conferencias, talleres y escribió artículos, porque acumulaba un saber teórico ciclópeo.

P.D.: La última vez que nos vimos lo hicimos de manera virtual, ya que te invité a formar parte del equipo de escritores del curso de novela que imparto para Cursiva y Zenda. Y vaya hora y media. Los alumnos se encandilaron con las cosas que nos contaste. Nos hablaste de escritores y de cómo se escribía una novela negra. Por eso no fue raro en tu caso lo de los premios, ni que te llamaran a publicar de diversas editoriales, pequeñas, grandes y medianas. ¿Dónde habrías llegado más allá de a los corazones de los que fuimos tus lectores, tus admiradores? Ya no lo sabremos. Porque la muerte, que dicen que forma parte de la vida y puede que sea verdad, se cruzó contigo o tú con ella, como nos cruzaremos todos. Pero duele que te haya pasado tan joven y tan en plenitud. Aunque pienso que seguramente ahora estarás echando un pitillo y un roncito con Chandler. Y él estará tan a gusto contigo y tú con él y los dos juntos seducidos, mientras suena un blues o una melodía de jazz.

Sí, llegaste dando un puñetazo en la mesa en una época en la que parecía que la balanza se inclinaba hacia la novela enigma. Sin embargo, tú nos presentaste al Rubio, a Júnior, al Palmera y a Cora en una trama de un atraco frustrado. A mí me mostraste un camino hacia el que más tarde evolucionó mi escritura. Creo que también a otros. Porque quien imparte su magisterio como tú es un maestro. Pero un maestro de esos que dejan huella en sus alumnos, de forma que, muchos años después, recuerdan con cariño y respeto a aquel que les enseñó tanto.

Llegaste a lo grande. Y tu legado permanecerá para siempre. Pero no te vas, colega. Porque llevas tanto equipaje en forma de legado literario que no puedes tirar de él.