En esta serie de artículos reseño algunas de las películas más representativas, adaptaciones europeas de los años setenta. Traslaciones al cine de obras literarias de autores como L. P. Hartley, Arthur Conan Doyle o Anthony Burgess. Por supuesto, cada selección es subjetiva y arbitraria. No obstante, con ella, trato de dibujar un panorama amplio en el que se ve cómo escritores de épocas, estilos y ámbitos lingüísticos muy distintos han sido adaptados al cine de formas tan diversas como incluso antagónicas, en función de las poderosas personalidades de los cineastas que los han adaptado (en la mayor parte de casos siendo directores-guionistas): Losey, Wilder, Kubrick, Hitchcock, Mankiewicz o Fassbinder.
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(Die bitteren Tränen der Petra von Kant, 1972)
Siempre me ha parecido muy curioso que algunas obras artísticas que en su momento fueron vanguardistas hayan envejecido fatal, mientras que otras que en su día parecían más convencionales aguanten mejor el paso del tiempo y algunas de ellas acaben convertidas en clásicos. En el caso del cine, las vanguardias europeas de los años veinte y treinta han legado obras de una modernidad insuperable, mientras que la mayoría de las películas vanguardistas de los años setenta hoy se ven como antiguallas estrafalarias. Son esclavas de su tiempo. Eso es un poco lo que le pasa a buena parte de la filmografía de Fassbinder. Siguiendo el manido discurso del contenido y la forma, podemos afirmar que sus films son de una modernidad y actualidad apabullantes en el primer aspecto y de un anquilosamiento estético caduco en el segundo.
Fassbinder trabaja como actor, director y dramaturgo en las compañías de teatro alternativo Action Theater y Antitheater. Dotado de una precocidad insólita y una capacidad de trabajo fuera de lo normal, rueda y escribe 26 largometrajes en 13 años (entre 1969 y 1982), 12 telefilms, cuatro series de TV y una ingente actividad teatral. Muere misteriosamente a los treinta y seis años (¿suicidio?). Tras escribir y representar en teatro su pieza dramática Die bitteren Tränen der Petra von Kant, decide filmarla sin disimular en ningún momento su origen teatral, lo que se manifiesta en la unidad de espacio —sólo hay tres decorados, todos en el interior de la casa de Petra von Kant, una diseñadora de moda—, la unidad de tiempo —se desarrolla en dos partes o actos, claramente diferenciados— y la presencia de únicamente seis actrices —extrañamente, no aparece ningún actor en todo el film—. Teatro filmado, cierto, pero bien filmado. Aunque en el primer acto abusa de horribles zooms y de planos demasiado reencuadrados, en el segundo la cámara se libera y se hace más invisible, los movimientos son más inteligentes, las panorámicas más limpias y el uso de la profundidad de campo permite que veamos las reacciones de Marlene, la secretaria de Petra —enamorada de ella— ante las desdichas amorosas de la modista con su amante Karin, el uso homodiegético de la música, o la filmación del largo monólogo de una alcoholizada Petra sin ningún corte, grabado en plano secuencia y en tiempo real. Podemos definir el film como un melodrama lésbico sobre la dominación y la sumisión en las relaciones amorosas, aspectos de la conducta humana que son tan válidas para la homosexualidad —tema recurrente en Fassbinder, dada su condición de gay, asumida públicamente— como para la heterosexualidad o la bisexualidad, también tratada en el film.
El alcohol, los arrebatos violentos, las situaciones exploradas al límite, todo es perfecto en su imperfección. Influenciado temáticamente por algunos melodramas de Douglas Sirk, Joe Mankiewicz (homenajeado y citado explícitamente en el film) y por obras maestras de John Cassavettes como Faces (1968), este film de Fassbinder ejerce una impronta decisiva en la carrera de Pedro Almodóvar, especialmente en su ópera prima Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. Pese a la dureza de las imágenes, o precisamente por ello, Las amargas lágrimas de Petra von Kant fue uno de los grandes éxitos internacionales de Fassbinder y el que le dio a conocer entre el gran público, junto a obras posteriores como Todos nos llamamos Alí (Angst essen Seele auf, 1973), El matrimonio de Maria Braun (Die Ehe der Maria Braun, 1978) o su último film, Querelle (1982), a partir de la obra teatral de Jean Genet, durante cuyo montaje fallece.
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Dirección y guión: Rainer Werner Fassbinder (Wörishöfen, Baviera, Alemania, 1946 – Múnich, 1982), a partir de su obra teatral homónima. Fotografía: Michael Ballhaus. Música: Giuseppe Verdi. Dirección Artística: Kurt Raab. Montaje: Thea Eymèsz. Intérpretes: Margit Carstensen, Hanna Schygulla, Irm Hermann, Eva Mattes, Katrin Schaake, Gisela Fackeldey. Nacionalidad: República Federal Alemana (RFA). Duración: 124 minutos. Color.
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