Para los hispanohablantes, la expresión «a fuego lento» evoca imágenes de una cocina, humo saliendo de una gran olla que, además, desprende un olor especial y seguramente asociado a la infancia. Sin embargo, los anglosajones no entienden lo mismo y desde la primera página (más bien, la cuarta) Paula Hawkins explica cuál es el significado de esa expresión: un concepto aterrador del alma humana que poco a poco va consumiendo, desde adentro, sin ninguna posibilidad de detener el proceso de autodestrucción.
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Paula Hawkins nos facilita la labor de acompañar a dos policías durante la investigación con un mapa del canal y la casa de todos los protagonistas: Miriam, Daniel, Carla, Theo, Laura, Irene y Angela. El mapa está salpicado de otras ubicaciones interesantes relacionadas con la trama, formando una red similar a las calles de Londres, donde las miserias de cada personaje se entrecruzan sin remedio. Miriam, Daniel, Carla, Theo, Laura, Irene y Angela tienen algo que ver con el asesinato de uno de ellos, que no diré, aunque ya sabréis su nombre, pues el despliegue editorial de esta obra ha sido enorme y cientos de reseñas ya se han publicado.
Cada una de estas personas tiene una personalidad que Paula Hawkins define a la perfección, pero no lo hace durante la narrativa, sino en los diálogos. Cada capítulo tiene la misma estructura: presenta al personaje, describe cómo funciona su mente a la hora de procesar el crimen y su propio pasado y, a continuación, se cuenta qué ocurrió con él o ella, qué le hace tener esa amargura en su interior, esa forma de ser histriónica y violenta o posesiva o condescendiente. Cada capítulo es un resumen de la vida de cada personaje hasta que la madeja de acontecimientos pasados, relacionados con el suceso actual que arranca con la novela, hace que el lector comience a deshacerse por dentro, a consumir su impaciencia “a fuego lento” esperando encontrar una resolución a tanto caos interior de los personajes.
Paula Hawkins no describe en exceso: coloca sobre la mesa del misterio aquello imprescindible y, como dije antes, si algo muestra lo hace en los diálogos. El resto lo enseña sin pudor, utilizando al mismo tiempo un lenguaje cuidado y a veces elegante, para justo después decir algo tosco y brutal, haciendo que el lector se tambalee sobre la silla.
A fuego lento es una novela de tardes de invierno frente a una chimenea y un café humeante, de tiempo disponible para analizar cada personaje, quizás incluso de algo de música de fondo, pero no es, a mi modo de ver, una novela para leerla del tirón o hacerlo deprisa. Aunque el formato inicial de tirada sea cómodo, pese poco y la letra interior sea grande, su dedicación debe ser total, pues Paula Hawkins nos está mostrando la vida y milagros de cada personaje, y el lector, aunque no lo sepa, comenzará a atar cabos muy pronto. Mención especial tienen los policías que, sin ser los personajes principales, el segundo plano que ocupan es muy importante, aunque puedo asegurar que, en esta novela, lo más importante ya no es el muerto o quién lo hizo. Lo más importante es cómo cada personaje ha ido consumiéndose a raíz de su propia existencia e interacción, cómo cada uno por sí solos hubieran tenido una vida diferente, pero como un buen plato de cocina, la mezcla de todos ellos ha hecho que se vayan consumiendo “a fuego lento”.
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Autor: Paula Hawkins. Título: A fuego lento. Editorial: Planeta. Venta: Todostuslibros y Amazon
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