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La fiesta del cine no es tanta fiesta - Arturo Pérez-Reverte
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La fiesta del cine no es tanta fiesta

Como esperaba, mi comentario no fue del agrado de todos. Algunos directores o actores me lo reprocharon con razones respetables; mientras que ciertos paniaguados del cine –en el sentido literal de la palabra– me pusieron como chupa del dómine Cabra, achacándome una doble moral: el caradura de Reverte critica las subvenciones tras haberlas recibido para...

Permítanme hoy dejar claras un par de cosas para quienes leen mal o no les interesa leer bien lo que leen. Hace unas semanas, después de ver por la tele la gala de los premios Goya al cine español, expresé en Twitter mi choteo ante el espectáculo, que incluía la eterna y reiterativa demanda de subvenciones al Estado; de más dinero, como había dicho antes alguno de los protagonistas, para la urgente prioridad de «hacer más cine antifascista». Etcétera.

Como esperaba, mi comentario no fue del agrado de todos. Algunos directores o actores me lo reprocharon con razones respetables; mientras que ciertos paniaguados del cine –en el sentido literal de la palabra– me pusieron como chupa del dómine Cabra, achacándome una doble moral: el caradura de Reverte critica las subvenciones tras haberlas recibido para las películas basadas en sus novelas, que son muchas. Ignorando, o quizás olvidando, que nunca recibí una subvención del Estado, que quienes las reciben son los productores, que a mí quien me subvenciona son mis lectores en cuarenta países, y que a los agentes literarios, cuando venden derechos de un autor al cine, les importa un carajo si quien desea comprarlos se financia con subvenciones estatales o con la herencia de su tía Ágata. Olvidando también que dos de las películas basadas en mis novelas –El capitán Alatriste y La novena puerta hecha por Polanski– no tuvieron subvención y fueron exitazos de taquilla. Olvidando, además, que cuando voy a presentaciones y ferias de libros en el extranjero lo pagamos mis editores o yo, nunca el Estado; y que si doy una conferencia en un colegio o institución pública, lo hago gratis. Y olvidando, en fin, que cuando alguien me contrata para una novela, una serie de televisión, un comisariado de exposición o lo que sea, cobro por mi trabajo según el valor de mercado de éste. Que es alto, en efecto; pero que nadie me regala por parentesco, por chupapollas ni por carnet de afiliado; entre otras cosas porque ni siquiera a la Asociación de la Prensa me afilié en mi puta vida.

Dicho todo eso, y pues me tocan el trigémino, van a permitir que diga lo que pienso de los Goya –con conocimiento de causa, porque gané uno–. Y lo que pienso, después de treinta años de festivales de San Sebastián y películas hechas por amigos o por gente que me da igual, es que la fiesta del cine español no es tanta fiesta como parece. Habría que recordar que quienes eligen a los premiados no son los espectadores sino los miembros de la Academia de Cine; o sea, los socios de un club privado que se premian entre ellos. Y que, por muchas alabanzas y aplausos que veamos en el escenario, los resultados de taquilla, es decir los gustos del público, pocas veces coinciden con los de esa Academia.

Hay, en mi opinión, dos factores que a menudo dañan de modo injusto el cine en España. Uno es que, junto a la excelente calidad de numerosos directores, técnicos y actores –hay películas estupendas–, contrasta la mediocridad de otros, y también el exceso de intérpretes a los que, o no te los crees, o no se les entiende cuando hablan. La otra es la intensa –suicida, diría yo– politización que un sector del cine español ha impuesto a éste, insultando las ideas o la inteligencia del público. Eso pone en contra a buena parte de la taquilla potencial, irritada además por el reclamar constante de gente guapa, famosa, que pisa vestida de gala la alfombra roja, pero que cuando abre la boca parece hacerlo para pedir un dinero que luego, con su trabajo y resultados, justifica o no justifica en absoluto.

Además, no es verdad que las ayudas sean pocas. Con la inversión obligatoria de televisiones y plataformas, el apoyo al cine alcanza 100 millones de euros; a lo que, si añadimos 40 millones de subvenciones directas y deducciones fiscales que llegan a 60 millones, resulta que cada año el cine se ve regado con 200 millones de mortadelos que todos los españoles, sin distinción de ideas o ideologías, le damos para que haga películas; una olla en la que todo cristo moja pan –los productores grandes, los primeros–, y con la que se hacen películas buenas, mediocres y también muy malas: doscientas al año, algunas de las cuales no se estrenan o logran recaudaciones ínfimas. Mientras que, por ejemplo, si se destinase la mitad a ayudar con criterio a nuevos directores y gente prometedora, que eso sí es invertir bien, con el resto aún podrían hacerse 25 películas grandes al año, con presupuesto de 4 millones cada una. O sea, una buena película cada dos semanas. E incluso, puestos a ayudar de verdad, destinando una parte a cursos de dicción e interpretación para actores más o menos jóvenes. Así se evitaría que en las salas de cine, en cuanto suenan los diálogos en ciertos tráilers, se oiga a algunos espectadores comentar «española» en un tono que nada bueno augura para el estreno y la taquilla.

____________

Publicado el 16 de febrero de 2020 en XL Semanal.

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Ricarrob
Ricarrob
4 meses hace

No sé si ha sido un lapsus, si ha sido una interferencia inconsciente freudiana o ha sido intencionada la frase, don Arturo. Lo del «huevo de la cara» o como decir también «el ojo de la entrepierna», me ha sorprendido. Pero, bueno, el sr. Pérez-Reverte siempre nos sorprende. Pensándolo bien, sí, algunos parecen tener los huevos en la cara y el cerebro en el culo.

Quizás sí, todo el proceso completo, no solamente Napoleón, me refiero a la Ilustración y la Revolución, sin olvidarnos de la Revolución Americana y la Inglesa y tampoco olvidemos el proceso que se inició con el Renacimiento y sus repúblicas, trajeron cambios y modernidad. Un proceso de libertades y concienciación ante el sometimiento, iniciados desde la Edad Media. Cambios y moderniad. Incluso en España a pesar del rey Felón.

Pero, de nuevo, toda Europa, incluida España, se cubrirían de sangre.

Parece que todo progreso social y político humanos siempre tienen que estar teñidos de ese rojo elemento.

Cambios y modernidad. Pero, también grandes retrocesos. El XIX es el siglo del gran desarrollo de los fatídicos nacionalismos en toda Europa, germen de las terribles masacres del siglo XX. Quizás la culminación de Napoleón, el final de su proceso, sea la IIGM, con guerra prusiana de por medio.

Congreso de Viena, Santa Alianza, etc. La gran diplomacia en su momento más álgido. Talleyrand, Metternich, personajes irrepetibles que forjaron todo esto en una arquitectura de efímera palabrería sin fin. Nunca se habló tanto para tan poco. Las élites europeas volcadas en el mantenimiento del staus quo y de sus privilegios de clase. Hasta esto también influyó en España: para salvarle el culo a Fernandito el Felón con los 100.000 hijos de la madre que los parió (de nuevo una invasión francesa) y terminar con el breve liberalismo.

Poder, élites, privilegios, cargos públicos, dinero, koldos, software de la Complutense, falcons… … … nada ha cambiado. No hay revolución que cambie todo esto.

Un huevo de la cara.
Excelente artículo, don Arturo.

Toni Fernández
Toni Fernández
4 meses hace
Responder a  Ricarrob

Mencione usted de vez en cuando en sus largas diatribas algún chanchullo del PP, no? Es que si no, vamos a pensar que usted no es ecuánime, sino más bien un sectario. Y le escribe alguien que desprecia a los políticos españoles, a todos. Y a quienes les siguen. Por razones obvias.

Basurillas
Basurillas
4 meses hace
Responder a  Toni Fernández

Bien, muy bien contestado, en mi opinión, querido amigo. Y me voy a atrever a apoyarle, aunque desde luego no lo necesite, con mis propios argumentos:
Para mi, históricamente y hasta la fecha, la izquierda (en su más puro espíritu) sólo tiene, o tuvo, o debió tener, tres valores fundamentales y esenciales que la diferenciaba del resto de ideologías o ideas políticas.
El primero la COHERENCIA con sus postulados, los cuales estaban totalmente alejados de los nacionalismos y aspiraban a crear mejores condiciones para toda la población, sin excepción o limitación. Ya podemos ver en nuestro país que esto se ha traicionado con unos compañeros de viaje totalmente alejados de esa idea fundamental, no importándole a los partidos del gobierno auparse al poder con ellos y convirtiendo, o intentándolo, a unos ciudadanos en ciudadanos de primera y otros de segunda con menos igualdad, derechos y financiación, y todo ello con tal de permanecer en el poder. Y si esto no logran cumplirlo en un país ¿cómo van a hacerlo en todo el mundo, lo que debería ser su objetivo primordial?
Por otra parte, como segundo valor, esa coherencia siempre ha estado ligada a la VERDAD en sus teorías, postulados y afirmaciones. Ya hemos visto múltiples veces como actualmente, para esta supuesta izquierda, la verdad es un mero instrumento que cambia de un día para otro, destruyendo la confianza legítima de sus votantes. Y sin verdad ¿quién podra confiar más en ellos?
El tercer valor, y el más doloroso en su falta de respeto, es la ÉTICA y HONRADEZ en sus planteamientos, programas y, en especial, en la consecución de los mismos. Reiteradamente hemos visto que para esta supuesta izquierda, la corrupción, la vejación de propios y contrarios, la falta de respeto a las reglas del juego que todos nos dimos, y el sacar partido del poder de forma amoral se ha convertido, y por desgracia reiteradamente, en su seña identificativa.
Ser de izquierdas es como el amor, el cariño, el respeto y la fidelidad a un o una amante. Una vez que te traiciona y te defrauda es dificil perdonar y volver junto a él o ella. Ese es mi caso.

Ricarrob
Ricarrob
4 meses hace
Responder a  Toni Fernández

Perdóneme, sr. Fernández, en mi tardanza en contestarle. Realmente ya le contesté a usted pero, por las maravillas de la tecnología, no se añadió mi comentario y respuesta.

Lo primero, decirle que si leyera usted habitualmente mis comentarios sabría que, por mi parte, critico tanto a tirios como a troyanos, a los «hunos» como a los «hotros». No sé decirle exactamente en qué porcentaje exacto, no llevo la cuenta.

Lo segundo, decirle que escribo estas humildes líneas solamente por placer y por desahogo, no por lo que piense nadie de mí que me la trae al pairo. Yo sé lo que soy y cómo soy y eso no va a cambiar por lo que digan o piensen los demás.

Lo tercero es decirle que es lógico y saludable criticar más a quien disfruta del poder en un momento determinado. Las gentes que gobiernan deben estar preparadas para recibir críticas, asumirlas y deben conocer lo que realmente piensa la gente de ellos y de su ejercicio del poder. Como le digo, en una democracia, esto debe ser un ejercicio sano y saludable.

Por último, decirle que quizás me excedo más en criticar a esto que yo llamo la izquierda cutre de este país que no tiene parangón con ninguna otra izquierda democrática del mundo Occidental.

La acusación de sectario es muy fuerte y solamente se debe aplicar a quién es un fanático y un dogmático de alguna de las ideologías que el ser humano desgraciadamente ha dido capaz de inventar (casi todas terminadas es «ismos») y, además, intenta imponerlas por la fuerza a los demás. Siento decirle que yo no reuno ninguna de esas características y decirle, además, que criticar al poder no es sectario, ni nunca lo ha sido. Error de concepto, en mi opinión.

Reflexione, por favor, sobre estas humildes palabras.

Saludos cordiales.

Basurillas
Basurillas
4 meses hace
Responder a  Ricarrob

Esas maravillas de la tecnología que menciona han hecho también, cual duendes juguetones, que su comentario señor Ricarrob desapareciera de su lugar inicial y mi comentario, como apoyo al suyo, aparezca ahora antes que el de usted y pierda asi su sentido inicial.

Ricarrob
Ricarrob
4 meses hace
Responder a  Basurillas

Nunca un comentario, hecho con buena intención, pierde su sentido. El tiempo es relativo y, aunque no sabemos manejarlo, controlarlo, tiene realmente poca importancia. Cuando somos capaces, pocas veces, de abstraernos de nuestra materialidad, el éxtasis sexual es una de ellas, la rememoranza nostálgica es otra, el dolor intenso por la pérdida de un ser querido es otra, la comunión con la naturaleza en un éxtasis bucólico otra, el tiempo deja de tener sentido y, nosotros, pobres humanos, somos capaces de controlarlo… por breves momentos.

Un abrazo.

jose carlos seghiri pizarro
jose carlos seghiri pizarro
4 meses hace

Es fascinante, como todo lo que escribe. El Asedio, Un Día de Cólera, El Husar.
España no estaba preparada para recibir los valores que venían con las águilas de la Libertad. España era un país del Clero y la Corona, aquí imperaba la Inquisición y no sirvió de nada abrir las cárceles de la Inquisición. Un país analfabeto y embrutecido por catecismo, misas y rosarios de la aurora con el que asustaban a las gentes que dormían.

Ricarrob
Ricarrob
4 meses hace

Efectivamente. Y los mega-millones de rosarios meramente mecánicos y las mega-millones de misas meramente presenciales, se repitieron durante los nefastos 40 años de franco-puritanismo. Nunca jamás un país perdió tanto el tiempo. Misas y rosarios en un país en el que el Maestro estaba ausente e ignorado.

Sí, embrutecimiento.

Basurillas
Basurillas
4 meses hace

Las pulsiones por mantener lo mismo de siempre, lo conocido, aquello con lo que te encuentras a gusto aunque lo reconozcas desfasado, incompleto y superado es una constante en la humanidad, tras haber probado nuevas formas de entender la existencia y descubrir nuevos valores morales, políticos y económicos. Lo que ahora denominamos graciosamente «salir de la zona de confort» es lo que pedía Europa tras el follón napoleónico. No había vuelta atrás. Las viejas cuitas dinásticas, la fe concebida como dogma inquebrantable y el olvido de la burguesía como motor de la organización social tenían los días contados, por mucho que la llamada restauración intentase volver a la situación anterior. Napoleón, a pesar de sus desastres bélicos en sus últimos años, había inoculado con éxito en la sociedad el gérmen de la modernidad y de un nuevo pensamiento que ya se encontraba rondando en el ambiente con anterioridad. A partir de ahora todo se examinaría y se pondrìa en duda y el respeto debería ser nuevamente ganado sin tener en cuenta formas ancestrales y caducas.

Julia
Julia
4 meses hace

Sr Pérez Reverte:
No cabe duda de que le apasiona la Historia y disfruta contándola. Yo la estudié y conozco lo suficiente para tener una ideíta, saber de qué estamos hablando y poseer una opinión.
Yo opino de lo que conozco y puedo dar mi parecer basado en la razón, lógica o sentido común de otros temas ajenos a mi entorno y me divierte . Soy como los comentaristas de TV que opinan de todo y salen en las tertulias, salvo que a mí me gusta opinar por escrito.

En un discurso, mi suegro dijo que ‘la Aldea de Arriba (barrio) casi pudo haber sido nuestro Waterloo’ (pronunció vaterló) por dificultad en una canalización .
La gente comentó: Don Alfredo ha dicho que la Aldea de Arriba es el váter de Soutelo.

Sabe una cosa que he aprendido? El carajo. Una cestita en un palo no se si mayor menor, al que mandaban para otear el horizonte.
Me gusta la frase, Vete al carajo! aunque tenga distinto significado del de antaño.
Buen día Capitán.

Basurillas
Basurillas
4 meses hace
Responder a  Julia

Buenas noches doña Julia, el nombre correcto de esa cestita, siendo purista, es «cofa», la cofa. Otra palabra naútica interesante y que puede resultar equívoca es «jardin». No suele ser conveniente, en términos profesionales o laborales «meterse en muchos jardines».
Una duda me queda preguntarle a usted ¿el Soutelo al que se refiere es al de Pontevedra en Galicia?
Un saludo.

Raulmanny
Raulmanny
4 meses hace

Armand de Caulaincourt, un general y diplomatico frances trato de disuadir a Napoleon de la invasion a Rusia pero fue con el como parte de su Estado Mayor. Mas de un siglo despues sus memorias sobre esa campaña fueron estudiadas por generales alemanes durante la operacion Barbarossa. No aprendieron las lecciones.

Basurillas
Basurillas
4 meses hace
Responder a  Raulmanny

Buenas noches. Sí, es posible que no las aprendieran. Pero tambíen es posible que si lo hicieran y sacasen las conclusiones correspondientes, pero el tío Adolfo las despreciara, igual que despreciaba a la mayoría del alto mando de la Wehrmacht, pensando que él era un iluminado por la gracia y no se podía equivocar. Le díó igual retrasar el principio de la operación más de un mes para ayudar al nefasto Mussolini en su desastre griego (lo que tal vez le impidió conquistar Moscú por la precipitada llegada del «general invierno» ruso); no le importó no prever dotar de material de invierno para las tropas y medios mecánicos del ejército (se murieron de frío o se quedaron parados entre el hielo y la nieve); no le importó, algunos meses más tarde, declarar también la guerra a los Estados Unidos, con todos los ingentes medios de toda índole que esta nación dedicó para ayudar a los soviéticos; y desde luego no le importó destinar y malgastar millones de marcos y recursos sin fin para asesinar a incontables personas en el holocausto judío. Hitler se consideraba infalible tras la derrota de Francia, a pesar de haber intentado sin éxito vencer a los británicos, y pagó con creces esta creencia. Casi igual que Napoleón. Sólo ellos fueron los culpables.

Aguijón
Aguijón
4 meses hace

«Gran Bretaña siempre dispuesta a desestabilizar Europa mandase quien mandase en ella…»
Un apunte solamente:
Memorias de Sir Winston Spencer Churchill, capitulo:
Un intervalo trágico, España.
Allí se pueden extraer notas interesantes al respecto…
Ese texto es el que debe incluirse en los libros de historia de la ESO y no la propaganda falsaria de Portillo, pagada por Churchill precisamente cuando la División Azul combatía en Rusia.

Francisco Brun
4 meses hace

Los fragmentos de la historia con los que nos ilustra el señor Pérez Reverte parece que se produjeron en lapsos de tiempo relativamente cortos, pero si nos detenemos a pensar en las miles y miles de trifulcas, combates, pactos, traiciones, muertes o amoríos; no existe en mi opinión un camino preciso de hechos desencadenantes y es muy probable que la indigestión por una comilona del día anterior realizada por algún hombre poderoso, cambió el curso y el destino de millones de almas para siempre.
Hoy, ahora mismo, tenemos que rogar que Putin, XI Jinping, Joe Biden, o algún otro, no pasen una mala noche con sus respectivas señoras y estas, a su vez, no se alteren por falta de cariño; porque mañana mismo, se podría desintegrar el mundo entero.
Por fortuna esto seguramente no ocurrirá y nuestra única preocupación se concentra en manejar, nosotros, los de a pie, a nuestras respectivas mujeres, lo que es muy simple, solo se necesitan dos palabras dichas en forma enérgica para terminar de una vez por todas y para siempre con los caprichos femeninos…¡Si querida!. Y el mundo seguirá su curso.

Cordial saludo

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